Error de la Fed en cálculo de inflación pegará a los pobres

Cuanto más lenta sea la respuesta al alza de precios, mayor será la amenaza de fuerzas contractivas para la economía de EU, que acabará en recesión y arrastrará el crecimiento del resto del mundo

Los precios al consumidor subieron 0.9% en octubre. Lawrence Bryant/Reuters
Mohamed El-Erian
Londres /

Una vez más, la publicación de los datos de inflación ampliamente observada sorprende al alza. Una vez más, los motores subyacentes de la inflación continúan ampliándose. Una vez más, los segmentos más vulnerables de la población son los más afectados.

Y una vez más, aquellos que durante todo el año han descrito este episodio de inflación como “transitorio” parece que hoy titubean en revisitar sus creencias a pesar de los datos contradictorios. 

En cierto modo, este titubeo no debe ser una gran sorpresa, dadas las trampas habituales del comportamiento: en este caso, incluyen una estructuración inadecuada, sesgos de confirmación, inercia narrativa y resistencia a una pérdida de prestigio. Sin embargo, su persistencia frente a datos contradictorios aumenta el riesgo de que se produzcan daños económicos, financieros, institucionales y sociales que pueden evitarse.

De acuerdo con los datos del miércoles, los precios al consumidor en Estados Unidos subieron 0.9 por ciento en octubre, muy por encima del pronóstico de 0.6 por ciento. La inflación anual se ubicó en 6.2 por ciento, de nuevo por encima de las expectativas de 5.9 por ciento y la más alta en 31 años.

Es probable que esta inflación inusualmente alta continúe en los próximos meses, dado que ya se producen alzas de precios. Tan solo en esta semana, los índices de tarifas de producción de China y EU registraron aumentos de 13.5 y 8.6 por ciento, respectivamente. 

Los aumentos salariales también están subiendo y, a juzgar por la reciente temporada de resultados corporativos, muchas empresas se preparan para que los factores subyacentes —desde las disrupciones de la cadena de suministro, la insuficiente capacidad de los camiones y la obstrucción de los puertos hasta las elevadas tarifas de los fletes y la escasez de mano de obra— duren hasta el próximo año.

No es de extrañar que la racha de los últimos meses de inflación alta haya empezado a cambiar el comportamiento. Las demandas salariales están subiendo en más sectores, igual que la amenaza de huelgas. Las firmas se sienten más cómodas a la hora de subir sus precios, dada la solidez de la demanda.

A pesar de una inflación superior a la esperada, los nuevos aumentos de precios previstos y el cambio de comportamiento, la narrativa de la inflación resulta muy lenta en la Fed. Con ello, la política monetaria se mantiene rezagada respecto a la realidad.

La falta de una voz creíble del banco central sobre la inflación también deja a los mercados en una situación algo confusa. Somos testigos de que la alta volatilidad de los mercados de bonos del gobierno está consiguiendo sacudir incluso a los inversionistas más sofisticados y experimentados.

La vacilación de la Fed es un riesgo material para el bienestar económico y social. Digo esto con pleno conocimiento de que una disminución del estímulo de la política monetaria a nivel de emergencia no resolverá las disrupciones de la cadena de suministro y la escasez de mano de obra, las dos causas principales de la aceleración de la inflación impulsada.

Sin embargo, el hecho de que la Fed deje de lado la amenaza de la inflación corre el riesgo de empeorar las cosas al desanclar las expectativas inflacionarias debido a la persistencia de una política monetaria muy laxa, unas condiciones financieras fáciles sin precedente (de acuerdo con el índice semanal de Goldman Sachs) y la falta de una orientación adecuada en materia de políticas futuras.

También reforzará la opinión de que la Fed es cautiva de los mercados financieros, en especial dada su postura reguladora relativamente laxa, e insensible al continuo agravamiento de la desigualdad.

Hay mucho en juego aquí. Cuanto más tarde la Fed en quitar el pie del acelerador del estímulo monetario, mayor será la probabilidad de que tenga que pisar el freno de forma más agresiva en el futuro. Esto socavará una recuperación económica que debe ser fuerte, inclusiva y sostenible.

Al socavar la estabilidad macroeconómica, dificultará el financiamiento verde y otras iniciativas climáticas, y colocará más obstáculos en el camino de la agenda económica de Biden. La inflación seguirá golpeando fuerte a los hogares de bajos ingresos. El aumento de los precios de los alimentos y de la gasolina ya está afectando a los presupuestos familiares.

El escenario de riesgo adverso es cada vez más preocupante. Cuanto más se retrase la Fed, mayor será la amenaza de que sea el motor de tres de las cuatro fuerzas contractivas: tasas de interés más altas, inestabilidad de los mercados financieros, reducción del valor real del ahorro de los hogares y la erosión del estímulo fiscal.

Si se materializan juntos, la economía de EU terminará en una recesión inevitable, que arrastrará el crecimiento del resto del mundo. Aunque esto bajará la inflación, lo hará a un costo enorme.

Las cifras de inflación de esta semana amplifican una alarma que suena desde hace tiempo. Esperemos que la alarma impulse a la Fed a tomar medidas adicionales.

La buena noticia es que aún hay una ventana para un ajuste efectivo de la política monetaria; a mala es que la ventana se redujo. No actuar con rapidez convertirá la cada vez más desacreditada descripción de “transitoria” de la Fed en una de las peores denominaciones de la inflación en décadas y también en un gran error de política con daños generalizados e innecesarios, en particular para los segmentos más vulnerables de la sociedad.


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