Dentro de unas semanas se celebrará el G7 y los responsables políticos estadunidenses están buscando la manera de conectar las normas económicas nacionales de la administración Biden con una nueva política exterior. La semana pasada, Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional, pronunció un discurso sustancioso en la Brookings Institution en el que expuso un nuevo enfoque de muchas cosas, desde la teoría económica hasta el comercio y la forma de pensar en el crecimiento.
En particular, empezó a desentrañar lo que la estrategia industrial de Joe Biden significa para los aliados y otras naciones. Una pista: no se trata de mantener a raya a China, sino de hacer frente a externalidades económicas negativas (como el cambio climático y el aumento de la desigualdad) y a concentraciones de poder (ya sea en corporaciones o en países) que los mercados no están manejando bien por su cuenta.
Una de las mejores partes del discurso de Sullivan se refirió al modo en que Estados Unidos espera colaborar con otros países en la consecución de estos objetivos. “Perseguiremos sin reparos nuestra estrategia industrial en casa, pero nos comprometemos sin ambigüedades a no dejar atrás a nuestros amigos. Queremos que se unan a nosotros. De hecho, necesitamos que se nos unan”, dijo.
Es más, Sullivan añadió que “la cooperación con los socios no se limita a las democracias industriales avanzadas. Tenemos que disipar —y nos proponemos hacerlo— la idea de que las asociaciones más importantes de EU son solo con economías establecidas”.
Algunos de los sospechosos comunes se han mostrado escépticos ante los esfuerzos de la administración por reanudar sus relaciones con el mundo en desarrollo, esgrimiendo el tópico de que “China le da un aeropuerto a África; Estados Unidos le da un sermón”. La realidad es un poco más compleja, como sin duda sabrán muchos países a los que se les han otorgado préstamos a través de la iniciativa Belt and Road (Iniciativa de la Franja y la Ruta) a cambio de recursos naturales, pero dejemos eso de lado por ahora. Llevar a los países en desarrollo en el proceso de cambio de un paradigma de “todo crecimiento es bueno” a otro que le dé prioridad al crecimiento inclusivo y sustentable es el objetivo de la Casa Blanca, y creo que es importante.
Como escribió mi amigo Barry Lynn, director del Open Markets Institute, en el Washington Monthly: “Debemos volver a aprender a tratar como iguales a las naciones más allá del G7 y China. La promesa original de los sistemas financieros y comerciales que se establecieron después de la Segunda Guerra Mundial era desarrollar la industria y las capacidades de todos los pueblos. Durante medio siglo, aunque de forma imperfecta, esto funcionó; sin embargo, desde mediados de la década de 1990, la práctica general de las naciones más ricas ha sido someter la producción y las finanzas del sur global a un control cada vez más rapaz y autoritario por parte de las corporaciones, bancos e instituciones “multilaterales” occidentales, muchas de las cuales, a su vez, entregaron estos mercados nacionales a la gobernanza de la industria y el Estado chinos. En la última década, el problema no ha hecho sino agravarse por los efectos políticos y sociales en estas naciones de plataformas comerciales y de comunicaciones no reguladas como Facebook y Twitter, y los proyectos más imperiales de plataformas controladas por China como Alibaba.
La razón moral para revertir este expolio y privación de derechos de medio mundo es obvia. También hay una razón más egoísta. La forma más rápida de hacer que participen los pueblos de India, Brasil, Sudáfrica, Indonesia, México y otras naciones en el proyecto de construir un sistema industrial seguro y resiliente es dar a cada uno un lugar pleno en la mesa”.
Esto no siempre se logrará mediante nuevos acuerdos comerciales; de hecho, los días del comercio por el comercio se terminaron, tal como Sullivan expuso en su discurso, ya que demasiados nuevos acuerdos comerciales no han cuidado ni de las personas ni del planeta y condujeron a la concentración y la fragilidad. No solo pensemos en los rapaces poderes monopolísticos estadunidenses, sino en los campos de trabajos forzados de China, donde minorías étnicas trabajan de forma contaminante para extraer sílice destinado a paneles solares que se vierten al mundo a precios inferiores a los del mercado.
Por otro lado, EU ofrece una alternativa al sistema de la Franja y la Ruta a través de una nueva Asociación para la Infraestructura y la Inversión Global que recaudará cientos de miles de millones para infraestructuras digitales y físicas en los países en desarrollo. También desafía a China a ayudar a Estados Unidos y Europa en la reestructura de la deuda de muchos mercados emergentes y a contribuir a la renovación de los bancos de desarrollo mundiales y, en cierta medida, de la Organización Mundial del Comercio.
Todavía necesitamos muchos detalles sobre la mecánica de todo esto, pero me gusta el mensaje. Ed, ¿con qué tipo de mensaje crees que EU debe acudir al G7, y cómo puede la Casa Blanca cortejar mejor a los países en desarrollo sin echar por la borda las mejores normas laborales y ambientales que ahora están en el centro de la política interior y exterior?
Lecturas recomendadas
-En New York Times disfruté escuchando a Ezra Klein entrevistar a Sheila Liming sobre la crisis estadunidense de soledad. También soy una gran admiradora de Dan Savage (la persona más honesta sobre el sexo, en la historia) y el dúo con Ezra fue muy bueno. Mi lección favorita es lo que los heterosexuales pueden aprender sobre sexo de la gente LGBTQ.
-Por último, estoy a la mitad del libro más maravilloso de Ben McGrath, escritor de The New Yorker. Trata de cómo un hombre decidió convertir su incapacidad para hacer frente a nuestra sociedad de consumo capitalista de alta velocidad en una oportunidad para la aventura, lanzándose a un viaje de varios años por los ríos de EU. Una lectura hermosa, tranquila e impactante.
Edward Luce responde
Rana, leí el discurso de Jake Sullivan con cierto detalle, sobre todo después de encontrarme con esta frase: “La idea de que un ‘nuevo consenso de Washington’, como algunas personas se han referido a él, es de cierta manera Estados Unidos solo, o Estados Unidos y Occidente excluyendo a los demás, es errónea”. Después de una búsqueda, estoy seguro de que soy la única persona que ha escrito sobre el nuevo consenso de Washington en una columna la semana anterior bajo un titular con esas mismas palabras. Siempre estoy dispuesto a equivocarme, y en este caso me alegraría que me rebatieran. Conozco a Sullivan y creo que es un servidor público talentoso, abierto a la contraargumentación y al autocuestionamiento.
Mi respuesta a tu pregunta sobre lo que me gustaría ver surgir del G7 depende en gran medida de si las iniciativas que Sullivan mencionó en su discurso —coaliciones en la cadena de suministro de países con ideas afines sobre minerales críticos, semiconductores, etcétera— tienen efectos prácticos. Destaca el Marco Económico Indo-Pacífico. Por el momento, se trata de una iniciativa provisional. Los compromisos de capital de EU apenas cubrirán los intereses no pagados de un préstamo chino a Zambia. Es cierto que muchos de los préstamos de la iniciativa china de la Franja y la Ruta se han ido al traste, pero los desembolsos chinos lograron proporcionar electrificación, agua potable e infraestructuras básicas a decenas de millones de personas. Estados Unidos debe acompañar las palabras de Sullivan con dinero real. Debilitar el balance del Banco Mundial para permitir más préstamos solo nos llevará hasta cierto punto. Necesitamos una generosidad a escala del Plan Marshall (tanto pública como privada) para llevar la transición energética al sur global.
En cuanto al fin de la era de los acuerdos comerciales, eso es cierto para Estados Unidos. El sistema sirvió a la nación durante muchas décadas. Ahora que ya no lo hace, EU organiza un funeral para la parte económica de su orden internacional basado en reglas, pero la mayor parte del resto del mundo no está de acuerdo y no se les consultó. Están ocupados uniéndose a grupos comerciales, negociando acuerdos y presionando para conseguir un mayor acceso a los mercados. Si Estados Unidos quiere que los demás sigan su consenso interno emergente, debe incentivarlos para que lo hagan. No vi suficiente de eso en el discurso de Sullivan.
Sus comentarios
Y ahora unas palabras de nuestros lectores: “Concentrar la gran riqueza es concentrar el poder para torcer las reglas del juego tanto en el mercado como en las estructuras de gobierno para aumentar ese poder de modo que la gran riqueza continúe concentrándose. Los Murdoch son jugadores a este nivel y este nivel se limita a lo mucho a unas mil familias en EU. Todos los demás son hoi polloi (gente común). ¿Cuál es el juego de poder de la gran riqueza para 2024? Un republicano ganará la nominación y es razonablemente probable que gane la presidencia. El objetivo de los Murdoch es estar en el bando ganador para que su riqueza y su poder estén protegidos y puedan crecer sin obstáculos por la interferencia del gobierno”.
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