Los principales grupos ambientalistas despreciaron el compromiso de Brasil de convertirse en neutro en carbono para 2060, o antes, si recibe 10 mil millones de dólares en fondos anuales de los países desarrollados.
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Antes de una cumbre clave sobre el clima este fin de semana, organizada por la Organización de Naciones Unidas (ONU), Reino Unido y Francia, Ricardo Salles, ministro de Medio Ambiente de Brasil, anunció el nuevo objetivo 2060 para la nación latinoamericana en la reducción de sus emisiones de carbono.
El objetivo puede acelerarse, agregó, si los países desarrollados aportan 10 mil mdd al año a un programa del gobierno federal para proteger los bosques del país o mediante mecanismos de comercio de emisiones carbono.
“A partir de 2021, Brasil va a necesitar al menos 10 mil millones de dólares al año para abordar los numerosos desafíos que enfrenta, incluida la conservación de la vegetación nativa en sus diversos biomas”, se lee en la carta del gobierno brasileño a la ONU.
“Otras decisiones respecto a la estrategia indicativa de largo plazo (de emisiones de carbono) de Brasil, especialmente la definición de la fecha final a ser considerada para este fin, tomarán en cuenta las transferencias financieras que recibirá el país”, agregó.
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Salles es una figura polémica que ya habló abiertamente sobre el deseo de abrir la selva amazónica y otras tierras protegidas a la actividad comercial. “Brasil una vez más muestra su compromiso con los temas climáticos, con el planeta”, dijo al presentar la última propuesta.
También desde hace tiempo es un defensor de atribuir valores monetarios a los recursos ambientales. En agosto, el ministro de derecha, cercano al presidente Jair Bolsonaro, le dijo a Financial Times que el gobierno elaboraba un plan para permitir que las empresas privadas paguen para preservar pedazos de la amazonia “adoptando un parque”.
Sus últimos comentarios sobre los objetivos de neutralidad de carbono de Brasil fueron recibidos con incredulidad por parte de los ambientalistas.
“¿De qué sirve que el gobierno anuncie un nuevo compromiso de Brasil para neutralizar las emisiones para 2060 si no hace nada para detener el desmantelamiento ambiental en el país?”, preguntó Marina Silva, ex ministra del Medio Ambiente, al señalar la propagación de la deforestación y la destrucción de las agencias de control ambiental de Brasil.
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Las cifras publicadas la semana pasada por la agencia espacial brasileña INPE mostraron que la deforestación en la Amazonia este año alcanzó un máximo de 12 años de 11 mil kilómetros cuadrados, gran parte de la cual es impulsada por taladores ilegales, ganaderos y mineros de oro ilegales en las profundidades del bosque.
En virtud de un compromiso previo como parte del acuerdo climático de París de 2015, que hizo el anterior gobierno de izquierda de Dilma Rousseff, Brasil se comprometió a eliminar la deforestación ilegal para 2030, un objetivo que ahora parece imposible.
La medida, antes de la cumbre de la ONU donde se espera que países como China, India y Estados Unidos muestren compromisos para limitar el cambio climático, fue otro ejemplo de una actitud que aisló aún más a Brasil en el escenario internacional, dijo Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Climate Observatory, una coalición de grupos de la sociedad civil brasileña.
Con información de: Carolina Pulice.