El futuro para la economía de Reino Unido se ve muy incierto

La nación europea se ha visto afectada por el brexit, la crisis financiera mundial, el covid-19 y la invasión rusa en Ucrania; sin embargo, las “ilusiones fiscales” de Rishi Sunak no son la respuesta adecuada

El ministro británico de Hacienda presentó su Declaración de Primavera. Reuters
Martin Wolf
Londres /

En los últimos 15 años, la economía de Reino Unido se ha visto asediada por tres grandes conmociones externas —la crisis financiera, el covid-19 y la invasión rusa en Ucrania— y una generada de manera interna: el brexit. Nos vemos sacudidos por sorpresas cuyas implicaciones son desconocidas, incluso insondables.

Por ejemplo, pasó mucho tiempo para darnos cuenta de que la crisis financiera marcó un punto de inflexión en la tendencia del crecimiento de la productividad. Sin embargo, como señala la Resolution Foundation en su evaluación de la Declaración de Primavera de Rishi Sunak, ministro de la Hacienda, “la productividad del trabajo solo creció 0.4 por ciento anual durante el periodo 2007-2019, una de las tasas más lentas entre los países ricos, y mucho más lenta que la tasa de cerca de 2 por ciento de los 12 años anteriores”.

Esto, a su vez, explica el casi estancamiento de los ingresos reales disponibles de los hogares que precede a la excepcional contracción que se espera este año, pero todavía no se sabe por qué ocurrió esto. Una vez más, era predecible que el brexit hiciera que la economía fuera menos abierta al comercio. Aún se desconoce hasta qué punto acabará haciendo que la economía sea menos productiva de forma permanente.

Del mismo modo, sabemos que la conmoción de hoy se produjo tras un gran y casi inesperado aumento de la inflación después del covid. Sabemos que los ingresos reales de los más desfavorecidos se verán afectados de forma brutal, pero no están claras todas las ramificaciones económicas de la guerra.

Sin embargo, la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR, por su sigla en inglés) hizo una suposición heroica. Esto nos ayuda a aclarar algunas dolorosas posibilidades. La OBR prevé que esta nueva conmoción impulsará la inflación hasta cerca de 9 por ciento este año, lo que supondrá la tasa más alta de los últimos 40 años. En otros países de altos ingresos se están produciendo repuntes similares de la inflación. Este aumento está impulsado principalmente por el incremento de los precios del gas y los combustibles, junto con un aumento global de los precios de los productos manufacturados. La OBR también espera que el exceso de demanda en la economía nacional garantice que estos mayores costos se trasladen a los precios al consumidor, pero supone que solo se compensarán de forma parcial con un mayor crecimiento de los salarios nominales: en resumen, los salarios reales van a caer de manera significativa.

Lo más importante es que se espera que este repunte de la inflación sea temporal. La OBR prevé que la inflación descienda bruscamente el próximo año, ya que los elevados precios actuales se convierten en la base de los cálculos futuros. Sin embargo, este resultado depende de la creencia de que los salarios nominales irán muy por debajo de la inflación, pero esta suposición se hace a pesar de la confianza en que el mercado laboral se mantendrá fuerte y el desempleo bajo. Además, se proyecta que la tasa de interés bancario alcance un máximo por debajo de 2 por ciento, lo que implica tasas reales muy negativas en todo momento. En resumen, veremos una combinación de caída de los salarios reales con un mercado laboral fuerte y una política monetaria expansiva.

La economía puede terminar fácilmente mucho más débil de lo que prevé la OBR. La política monetaria puede ser mucho más restrictiva, por ejemplo, si la inflación no disminuye. Por otra parte, la presión sobre los ingresos reales puede reducir la demanda y la producción, sin necesidad de aumentar las tasas de interés. Cualquiera de las dos opciones significa una economía mucho más débil. Un embargo sobre las exportaciones de gas de Rusia hará más probable este resultado. La economía sufrirá entonces una estanflación.

¿Qué papel deben desempeñar la política y los responsables de las políticas? El trabajo del Banco de Inglaterra aún es el que se supone que es: volver a situar la inflación en el objetivo y estabilizar así las expectativas. Debe hacerlo. El trabajo de Sunak es mucho más complejo. Tiene razón al querer preservar su margen de maniobra fiscal pero, según la Resolution Foundation, los cambios de las políticas realizados hasta ahora solo han compensado un tercio del impacto sobre los ingresos que ha afectado a la mitad más pobre de la población en 2022-2023. Teniendo en cuenta lo que está ocurriendo ahora y las presiones sobre los ingresos reales que se avecinan, seguro tendrá que amortiguar los golpes a corto plazo en los hogares más pobres de forma más eficaz que hasta ahora.

Se puede ver un punto más importante. En tiempos difíciles, un país necesita personas de confianza al frente. Las dudas sobre el primer ministro son evidentes. Al principio de la pandemia, Sunak y el Tesoro respondieron de forma impresionante, pero recientemente, sobre todo en su Declaración de Primavera, ha afirmado que está recortando los impuestos cuando los está subiendo (en parte congelando los umbrales fiscales en términos nominales). También ha sustituido impuestos malos (la seguridad social) por otros mejores (el impuesto sobre la renta). Sunak, afirma Paul Johnson, del Instituto de Estudios Fiscales, “demuestra ser un ilusionista fiscal”.

De hecho, lo ha sido y no solo “un poco” de uno. La gente se dará cuenta de la magnitud de las ilusiones en sus nóminas y en sus ingresos reales disponibles. Está acabando con su credibilidad. Esto será malo para él y para el país.


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