Hunt tiene suerte, pero ya debe resolver el pobre crecimiento

Opinión. Aunque una inflación inesperadamente alta dio un amplio margen de maniobra al ministro de Hacienda de Reino Unido, se enfrenta al raquítico desempeño de la economía en el largo plazo

Jeremy Hunt, ex ministro de Salud y de Exteriores de Reino Unido. (AFP)
Martin Wolf
Londres /

Jeremy Hunt es ministro de la Hacienda de Reino Unido desde hace poco más de un año. No tiene la culpa del desempeño general de los conservadores en el gobierno: después de todo, es el séptimo funcionario en el cargo en los últimos 13 años; sin embargo, ha tenido suerte. Es bueno ser afortunado, pero es probable que sus sucesores no lo sean tanto.

Es cierto que la “crisis del costo de vida” es la otra cara de la fuente de su suerte, que es una inflación inesperadamente alta. Como resultado, el gobierno consiguió un margen de maniobra grande. Esto le permitió a Hunt contar una historia sobre “recortes de impuestos”, cuando la realidad sigue siendo la de grandes aumentos de impuestos a largo plazo. Esta vez, los principales “recortes” se produjeron en el seguro nacional. En el Presupuesto del próximo año, presumiblemente, estarán en el impuesto sobre la renta.

El argumento central que planteó la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR, por su sigla en inglés) en su evaluación de las ganancias fiscales extraordinarias de Hunt es que se debe “principalmente a la decisión del ministro de dejar el gasto departamental casi sin cambios, una mayor inflación y otros cambios previstos reduzcan el endeudamiento en 27 mil millones de libras en 2027-2028 en comparación con nuestro pronóstico de marzo”.

La oficina argumenta que “el ministro gasta estas ganancias inesperadas en recortes en las contribuciones al seguro nacional, deducciones fiscales permanentes por adelantado para la inversión empresarial y un paquete de reformas sociales, que en conjunto proporcionan un modesto impulso a la producción de 0.3 por ciento en cinco años”. Además, Hunt cumple su objetivo de lograr que la deuda caiga como proporción del producto interno bruto (PIB) dentro de cinco años por un “margen mejorado” de 13 mil millones de libras, aunque esto se debe principalmente a que se agrega otro año al pronóstico. Es de suponer que ese margen mejorado se utilizará en el presupuesto.

Podemos pensar en esto de una manera más reveladora. El gobierno preside una economía con un crecimiento débil, pero está sujeto a fuertes presiones para aumentar el gasto público. Entonces, supongamos que la inflación se hubiera mantenido en 2 por ciento anual. Para tener margen para “recortar” los impuestos, el gobierno habría tenido que recortar el gasto en términos nominales. Como mínimo, eso habría sido difícil de hacer. En un mundo con una inflación tan persistentemente baja, también habría sido imposible que el “arrastre fiscal” ”—en otras palabras, aumentos de impuestos ocultos”— incrementará la carga tributaria como lo hizo. Eso habría requerido aumentos explícitos en las tasas de impuestos o reducciones en los umbrales impositivos. La inflación puede ser beneficiosa para los gobiernos, ya que les permite explotar las rigideces nominales del sistema. Una forma alternativa de decir lo mismo es que les permite hacer trampa.


De acuerdo con la OBR, la relación entre ingresos fiscales y PIB será de 37.4 por ciento en 2027-2028. Sin las medidas fiscales que se introdujeron esta semana, habría sido de 38.1 por ciento. Esta diferencia de 0.7 por ciento del PIB refleja los “obsequios” de Hunt, principalmente sus recortes de impuestos, pero el pronóstico de 37.4 por ciento aún es superior al 37 por ciento en la reformulación del pronóstico de la OBR de marzo pasado. También se debe comparar con el 33.1 por ciento en 2019-2020, cuando se eligió este parlamento, uno recaudador de impuestos a gran escala.

Además, el pronóstico de la OBR, basado en las políticas anunciadas, es que la participación del gasto público en el PIB disminuirá de 45.1 por ciento en el año financiero 2022-2023 a 42.9 por ciento en 2027-2028. Esta reducción será menor que la de la década de 2010, pero aún así sería considerable. Los servicios públicos requieren mucha mano de obra. Siempre ha resultado difícil aumentar drásticamente la productividad en ese tipo de actividades. Además, los salarios y las prestaciones sociales del sector público también tenderán a aumentar en consonancia con los ingresos en la economía en general. Dado el envejecimiento de la población y la necesidad de gastar más en defensa, las reducciones planeadas del gasto como proporción del PIB serán difíciles de sostener. Pretender cumplir lo que no se va a cumplir no es más que otra forma de hacer trampa.

¿Los “recortes” al menos traerán grandes dividendos políticos? Parece poco probable, dada la inflación y la consiguiente contracción del gasto real y los aumentos de impuestos ocultos que han creado espacio para ellos. Sin embargo, el mayor problema que enfrenta el gobierno es el pobre desempeño de la economía en el largo plazo.

El ministro presumió que “desde 2010, hemos presidido un crecimiento más rápido que muchos de nuestros principales competidores, incluidos España, Italia, Francia, Alemania o Japón”.

Esto es doblemente engañoso. En primer lugar, el PIB agregado no es lo que importa; lo que importa es el PIB per cápita. En segundo lugar, lo que más importa es el aumento absoluto de los niveles de vida, no el desempeño relativo a otros países con malos resultados (como los miembros de la eurozona afectados por la crisis).

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el PIB real per cápita aumentó 10 por ciento en Reino Unido entre 2010 y 2023, lo que representa una tasa anual de 0.7 por ciento. En esta medida más relevante, Alemania, España y Japón obtuvieron mejores resultados que Reino Unido y Francia solo un poco peor.

El ministro de la Hacienda británica también afirmó que las “110 medidas que adopto hoy (ayer) ayudan a cerrar esa brecha al impulsar la inversión empresarial en 20 mil millones de libras al año. Desbloquean la inversión con reformas por el lado de la oferta que respaldan a las empresas británicas en los siguientes ámbitos”. Algunos de estos cambios, como el registro como gasto de la inversión empresarial, el apoyo a la innovación y las reformas de las pensiones, tienen mucho que recomendar.

Sin embargo, la OBR, probablemente con razón, se mantiene en gran medida no se inmuta. Señala que “ahora esperamos que la economía crezca de manera más lenta durante el periodo previsto, dejando el nivel del PIB real solo medio punto porcentual más alto en el mediano plazo que en nuestro pronóstico de marzo”. En otras palabras, se espera que Reino Unido mantenga una trayectoria de crecimiento relativamente débil. Esto no es tan sorprendente: es difícil vincular tales medidas con un mayor crecimiento. Incluso un aumento de 20 mil millones de libras en la inversión empresarial dejará su nivel bajo en comparación con los estándares de países similares. Por desgracia, el desafío de acelerar el crecimiento sigue sin resolverse.

Financial Times Limited. Declaimer 2021


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