Todo parecía muy prometedor para el creciente grupo de accionistas activistas verdes de Estados Unidos. Después de que el año pasado se alcanzó un récord de propuestas de las empresas relacionadas con el clima, esperaban llegar aún más lejos con un número aún mayor de resoluciones antes de la temporada de asambleas generales anuales de este año.
Pero ahora parece que la marea de apoyo de los inversionistas se vuelve contra estas resoluciones. Una poderosa señal en este sentido llegó el mes pasado, con la declaración de BlackRock de que apoyaría menos propuestas verdes que el año pasado. El gigante de la gestión de activos señaló que las propuestas eran cada vez más amplias, hasta el punto de interferir con la capacidad de los ejecutivos para hacer su trabajo.
Muchos en el sector no gubernamental —y en la industria financiera— criticaron la postura de BlackRock. Pero, a juzgar por los resultados de las recientes votaciones de los accionistas, está claro que la compañía de Larry Fink no es la única que se muestra indiferente a la creciente ola de propuestas sobre el clima. La semana pasada fue un ejemplo de ello, con resoluciones sobre el rechazadas —con algunas excepciones importantes— en compañías que van desde Amazon hasta ExxonMobil.
En la edición de hoy, analizamos los nuevos datos que muestran la fuerte caída del apoyo de los inversionistas en EU este año. Además tenemos noticias muy diferentes de Australia, donde el multimillonario Mike Cannon-Brookes demuestra que las campañas de los accionistas ecológicos —si se ejecutan con suficiente astucia y recursos— pueden causar una gran sorpresa. Los líderes empresariales no deben relajarse.
Año récord de propuestas
A finales de la semana pasada, BlackRock publicó en su página web que logró evitar que ExxonMobil y Chevron recibieran una paliza en materia de cambio climático.
En las reuniones anuales de ambas empresas, BlackRock votó a favor de una propuesta relacionada con el clima en las dos grandes petroleras. Pero, como ya adelantó en mayo, BlackRock apoyó estas propuestas porque pedían más divulgación sobre los riesgos del cambio climático.
Las propuestas más exigentes de los accionistas —que pedían que las empresas redujeran las emisiones de carbono— fueron rechazadas por BlackRock y otros grandes gestores de activos.
La decisión de BlackRock de presionar menos subraya una tendencia en las reuniones anuales de 2022. El año pasado, un número récord de propuestas ambientales se aprobaron con un apoyo mayoritario en las grandes empresas de EU. Ese éxito pudo envalentar a los activistas para presentar propuestas más agresivas en 2022, pero los gestores de activos no están dispuestos a seguir su ejemplo, de acuerdo con un análisis que Georgeson, una consultora de gobierno corporativo, que compartió en exclusiva con Moral Money. Este análisis examina las primeras tendencias de los votos de la temporada en lo que va de año.
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El número de propuestas ambientales de los accionistas que se presentan a las compañías se disparó este año a 172 en las empresas del Russell 3000, frente a las 124 de todo 2021. Pero “los resultados de las primeras votaciones sugieren un apoyo moderado”, de acuerdo con el informe de Georgeson.
Solo 20 por ciento de las propuestas ambientales han sido aprobadas con un apoyo mayoritario en lo que va de año, en comparación con un tercio el año pasado, según Georgeson. Este cambio sugiere que, a pesar de las “mayores ambiciones” de los accionistas que se enfocan en el clima este año, el grueso de los inversionistas evita presionar a las empresas.
Esto se produce en medio de las crecientes tensiones políticas en EU en torno a la agenda ESG (ambiental, social y gobernanza, por su sigla en inglés). Algunos políticos conservadores, en particular el ex vicepresidente Mike Pence, criticaron a BlackRock y a otros defensores de la inversión ESG por fijar la mira en las compañías petroleras. (No importa que Exxon ahora sea la decimoquinta mayor participación en el mayor fondo ESG de BlackRock, en comparación con el lugar 38 a finales de 2021).
“Esta tensión puede ser un motor detrás de la reciente disminución en el apoyo a las propuestas de los gestores de activos como BlackRock”, señaló Georgeson.
Las estadísticas de la temporada de votaciones que Georgeson destacó revelan un indicador, pero no cuentan la historia completa. Tanto los activistas como las empresas pueden reclamar la victoria cuando los problemas se resuelven antes de ir a la votación de accionistas.
De las 39 propuestas de los accionistas a las que esta temporada le dio seguimiento el grupo de inversores Climate Action 100+, al menos 22 fueron retiradas, después de que las compañías llegaron a un acuerdo con los accionistas disidentes. Como comentó CA100+, esto demuestra la seriedad con la que las empresas se toman estas propuestas de los accionistas relacionadas con el clima, aunque muchas de ellas sigan luchando por conseguir el apoyo de los gestores de activos.
Multimillonario australiano
Australia fue el escenario de un gran enfrentamiento ecológico esta semana, cuando el multimillonario del software y activista por el clima Mike Cannon-Brookes utilizó el libro de tácticas del tiburón corporativo Carl Icahn para anular la estrategia de la compañía eléctrica AGL Energy, el mayor emisor de carbono del país.
A diferencia de la última incursión de Icahn —un intento infructuoso de presionar a McDonald’s para que cumpla con los estándares de bienestar animal, utilizando una pequeña participación— Cannon-Brookes ha invertido mucho dinero en su campaña, y ha obtenido resultados.
El cofundador y codirector ejecutivo de Atlassian, con sede en Sídney, acumuló una participación de 11.3 por ciento en AGL y convenció a otros accionistas para que se unan a él y bloqueen el plan de la empresa de escindir sus tres grandes plantas alimentadas por carbón en una entidad independiente. Ese plan habría permitido a AGL hacer trabajar las plantas hasta bien entrada la década de 2040, a la vez que separaba ese negocio de su actividad más amigable con el medio ambiente, que consiste en abastecer de electricidad a los hogares. Cannon-Brookes argumentó que el plan era incompatible con los objetivos de París, y quería que las centrales se cerraran a principios de la década de 2030.
El pasado fin de semana quedó claro que Cannon-Brookes contaba con los votos —incluido el respaldo del fondo de pensiones Hesta—, lo que obligó a la compañía a abandonar la escisión y a su director y presidente a renunciar.
Cannon-Brookes, que es la tercera persona más rica de Australia con una fortuna personal de alrededor de 20 mil millones de dólares, según Australian Financial Review, presionará ahora para que la compañía permanezca intacta y utilice su gran base de clientes, su propiedad de puntos bien conectados en la red eléctrica australiana y su flujo de efectivo confiable para invertir en generación renovable y cerrar sus centrales alimentadas por carbón más pronto.
Algunos analistas pronostican que el grupo canadiense Brookfield se unirá a Cannon-Brookes en otra oferta para convertir a la empresa en privada, tras su infructuosa oferta conjunta por la firma en febrero, una propuesta más fácil ahora que Cannon-Brookes es el mayor accionista de AGL.
El lunes, AGL invitó a terceros a presentar ofertas, por lo que la historia está lejos de terminar.
Zoe Whitton, socia de la empresa de inversión y asesoría en materia climática Pollination, con sede en Sídney, me dijo que la saga tiene implicaciones más allá de AGL y Australia. Predijo que el éxito de Cannon-Brookes iniciará una tendencia de incursiones de tiburones ecológicos verdes y de ofertas de adquisición de empresas con emisiones intensivas que batallan con la descarbonización.
“Es interesante que lo que hace 10 años se hubiera considerado una transición razonable para una compañía de servicios públicos, ahora los accionistas lo consideran de forma bastante concluyente como una transición insuficiente”, dijo Whitton, y añadió: “en nuestra opinión, las intervenciones altamente financiadas, disruptivas y a veces un poco audaces en empresas que tienen activos que necesitan una transición van a ser la norma en el futuro”.
Agregó que esto puede extenderse más allá de las compañías de servicios públicos a sectores más difíciles de abandonar, como el de los materiales e industrial. Esta tendencia, dijo, estaría liderada por “un grupo creciente de inversionistas que pueden ver una oportunidad de obtener el control de los activos y colocarlos en una vía de transición”.
Ejecutivos del sector eléctrico australiano esperan una oleada de ofertas de adquisición, no solo de multimillonarios y fondos de transición como Brookfield. Dicen que las grandes petroleras internacionales también están interesadas en el enorme potencial de las energías renovables y el hidrógeno verde de Australia como forma de transición a un modelo de negocio bajo en carbono.
Cifras del día
El gasto en gasolina representa ahora casi 4 por ciento del gasto de consumo personal en el país, en comparación con poco más de 1 por ciento de hace un par de años. Esta cifra todavía es inferior a los niveles que se alcanzaron a principios de la década de 1980 y justo antes de la crisis financiera mundial de 2008, pero la rapidez del último aumento del gasto en combustible es extraordinaria si se compara con los últimos años. Estas cifras pueden ayudar a explicar la creciente reacción negativa en Estados Unidos contra la agenda ESG, que algunos conservadores relacionan con el aumento de los precios del combustible
Lectura interesante
¿Las naciones africanas pueden lograr un crecimiento a gran escala sin que se disparen las emisiones de carbono? ¿Es la energía renovable la clave de la prosperidad futura del continente o una distracción de la prioridad de llevar energía a 600 millones de personas que actualmente carecen de ella? Desde Kenia, David Pilling se sumerge en uno de los debates más candentes e importantes de África.