¿Nivelar “hacia arriba” las desigualdades regionales en Reino Unido es una prioridad? El Presupuesto que presentará el 15 de marzo Jeremy Hunt, ministro de Hacienda, debe ayudar a responder a esta pregunta. Por desgracia, trabajos recientes sugieren que el desafío es aún más difícil de lo que se pensaba.
Resulta que Reino Unido tiene dos problemas regionales, no uno, y, como resultado, también un enorme conflicto nacional. El desafío de larga data es la relativa debilidad de las zonas situadas fuera de Londres y el sudeste; sin embargo, desde la crisis financiera de 2007 observamos uno nuevo, en concreto, la desaceleración de estas regiones antes dinámicas. La desigualdad regional no ha empeorado desde entonces, pero esto no se debe a una nivelación hacia arriba. El país sufre de algo peor que el aumento de la desigualdad regional: un estancamiento nacional, en el que incluso los antiguos motores del crecimiento chisporrotean.
El documento “Hacer frente a la desigualdad económica regional del Reino Unido: Restricciones vinculantes y vías de intervención política”, coescrito por Ed Balls, ex canciller de Hacienda en la sombra, con Anna Stansbury y Dan Turner, analiza el reto a más largo plazo. El informe “Pérdidas de capital: el papel de Londres en el rompecabezas de la productividad de Reino Unido”, del Centre for Cities, se enfoca en la desaceleración posterior a la crisis financiera de la región más próspera del país. Estos análisis llegan a una conclusión común: el país necesita una liberalización radical de los controles sobre el uso del suelo.
Como señala el primero de estos artículos, hay varios motivos para preocuparse por las desigualdades regionales que se desataron por la desindustrialización de las últimas cuatro décadas. Una de ellas es que estas desigualdades están vinculadas a niveles de vida, esperanza de vida y nivel de estudios divergentes. Otra es que están conectadas con una “geografía del descontento”, que se puso de manifiesto en el voto a favor del brexit. Por último, los bajos niveles de productividad en amplias zonas del país se traducen en una baja productividad relativa de Reino Unido en su conjunto.
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Entonces, ¿qué se puede hacer? Este informe concluye que los bajos porcentajes de graduados universitarios en las regiones rezagadas ya no son un obstáculo. Tampoco lo es la falta generalizada de financiamiento. Las restricciones más plausibles son la debilidad de las infraestructuras de transporte, la falta de apoyo a las agrupaciones de innovación fuera del sudeste y las restricciones a la emigración a Londres y el sureste, debido al elevado costo de la vivienda.
Entonces, hay cosas que hacer. En particular, tiene sentido invertir más en la educación universitaria de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, dedicar más recursos a las infraestructuras, sobre todo de transporte, y aumentar el gasto del gobierno en posibles agrupaciones de investigación y desarrollo de alta calidad situadas fuera del sureste.
Uno de los puntos que señala este informe es que la migración suele ir en la “dirección equivocada”, de las regiones más productivas a las menos productivas. Esto coincide también con las conclusiones del informe sobre Londres, pero el resultado más sorprendente de este último es que el crecimiento de la productividad en Londres ha llegado a ser igual que el del resto del país desde la crisis financiera: pésimo. El crecimiento de la productividad por trabajador en Londres se desplomó de 3.1 por ciento anual entre 1998 y 2007 a solo 0.2 por ciento a partir de entonces.
Una causa inmediata es que los “sectores superestrella”, como las finanzas, los servicios profesionales y la información y las comunicaciones, dejaron de crecer tan rápido como en las economías del extranjero con las que compiten. Además, eso ya estaba claro antes del brexit (aunque esa locura no puede haber ayudado). Una segunda explicación es que el costo de la propiedad comercial desplazó a sectores más productivos. Por último, una “crisis de asequibilidad” de la vivienda desalienta la inmigración, tanto del interior como del exterior. Esto pudo debilitar las ventajas de aglomeración que generaba Londres en el pasado.
El país está en un dilema. Su profunda desigualdad regional es el legado de un largo periodo de rápido crecimiento de la productividad en Londres y el sureste, mientras el resto del país se desindustrializaba. Entonces, después de 2007, también se estanco la economía de Londres. Así que, la desigualdad regional, aunque todavía muy grande para los estándares europeos, dejó de empeorar. Pero esta “cura” es incluso peor que la enfermedad: empeoró el desempeño de la economía en su conjunto y, por lo tanto, entre otras cosas, le privó al Estado de los recursos que necesita para hacer frente a sus retos, incluida la desigualdad regional.
Liberar los controles de planeación ayudará a Londres a crecer más rápido. Un mejor acuerdo posterior al brexit para los sectores en los que Londres está especializada también lo hará, pero dar a la capital más control sobre sus recursos fiscales, como sugiere el informe del Centre for Cities, chocará con la necesidad apremiante de gastar más en las regiones más débiles. Ahora que todas las zonas de la economía británica van mal, las dificultades para abordar los problemas regionales son aún mayores que antes. Nivelar hacia abajo es la peor respuesta posible a los retos de nivelar hacia arriba.