El viernes pasado tuve el placer de conversar con Mark Warner, presidente del Comité Selecto de Inteligencia del Senado de Estados Unidos. En el evento, que fue organizado por el German Marshall Fund, el funcionario tenía muchas cosas interesantes que decir sobre la competencia tecnológica entre EU y China y el ascenso de la inteligencia artificial (IA), que el gobierno de Joe Biden está batallando por entender, y ni que hablar de la regulación.
Para empezar, la inteligencia artificial, según él, ya no es solo una pelea entre los países y empresas más grandes y poderosas (pensemos en China contra Google o Amazon). Warner dijo que en los últimos meses el estado de la tecnología cambió de tal manera que cree que vamos a ver una variedad de nuevos países (como Emiratos Árabes Unidos) y empresas (no solo las grandes compañías de tecnología como Meta, que recién anunció su nuevo producto comercial diseñado para competir con los rivales de Silicon Valley) sino también startups capaces de competir en este espacio. Esto desmiente el argumento que presentó Kai-Fu Lee en su libro AI Superpowers, en el que sostiene que esto es básicamente una competencia entre dos sistemas: Estados Unidos y China.
Por un lado, se pueden ver como buenas noticias; es posible que haya más competencia en el espacio de la inteligencia artificial de lo que habíamos pensado al principio. Por otro, será más difícil desarrollar coaliciones de los que tengan la intención de controlar la tecnología, cuando tantos países tienen algo que ganar o perder. De hecho, Warner puso en duda la idea de que los reguladores estadunidenses pueden presentar un proyecto de ley para vigilar esta herramienta en territorio estadunidense a finales de este año (aunque destacó la necesidad de hacerlo) a pesar del hecho de que el asunto es totalmente bipartidista. Eso es preocupante, porque si un proyecto de ley no se hace para entonces, es posible que no se haga hasta dentro de varios años, y Estados Unidos corre el riesgo de ceder el territorio regulatorio a China y Europa, como ha hecho a menudo en torno a la tecnología en la última década.
Esto lleva a un tema más amplio, que es cómo una economía tan descentralizada como la de Estados Unidos puede competir en una era en la que la conexión por puntos es más importante que nunca. Solo hay que pensar en las innumerables implicaciones de la inteligencia artificial en la economía. Esto nos lleva a diversas interrogantes: ¿Cuáles serán las implicaciones de la destrucción de empleos, sobre todo cuando la Unión Americana entre en nuevas alianzas económicas con sectores de servicios con salarios más bajos como India? ¿Estamos a punto de ver una “conmoción de India” en tecnología y servicios que reflejará la “conmoción de China” a los mercados laborales en las últimas dos décadas? ¿Cuál será el efecto de la herramienta en la política monetaria, dado que una tecnología de base tan grande y ampliamente adoptada es probable que sea bastante deflacionaria? ¿Cómo podemos sacar a relucir el potencial del “doble uso” es decir, la posibilidad de uso militar y civil, de la inteligencia artificial, mientras pensamos en qué propiedad intelectual debe y no debe tener acuerdos con condiciones restrictivas con China en el proceso de “reducir los riesgos” de las cadenas de suministro?
Hay muchas cosas aquí a las que ni siquiera llegamos. Por ejemplo, suponiendo que la guerra fría tecnológica entre Estados Unidos y China siga calentándose (como parece que lo hará, solo hace falta ver las últimas noticias sobre el hackeo por parte de China de los correos electrónicos de la secretaria de comercio Gina Raimondo) entonces, ¿qué constituye exactamente un acto de guerra en el espacio tecnológico?
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Ciertas cosas están claras, si China llega a actuar en Taiwán, o trata de bloquear las cadenas de suministro de semiconductores (como muchos en la comunidad de seguridad de EU creen que lo hará en esta década), entonces es bastante claro que Estados Unidos tomará medidas militares, pero, ¿qué pasa con un derribo de alta tecnología de los satélites GPS? Eso no pondrá tropas sobre el terreno, pero ¿cuáles serán las ramificaciones de un acto de ese tipo? Hay una enorme área de gris aquí, y no hay líneas buenas y claras en ninguno de los dos lados.
Por último, Warner señaló durante muchas partes de nuestra conversación que Estados Unidos necesita un nuevo léxico para hablar sobre el mundo posneoliberal (no lo dijo, pero no creo que le guste esa palabra, Ed). Ya no podemos hablar de “Occidente y el resto”, en un momento en que India o partes de África pueden verse arrastradas a nuevas alianzas de inteligencia artificial o de tecnología limpia.
Asimismo, las alianzas de valores democráticos pueden ser muy blandas dependiendo del valor del que se esté hablando. El “mundo tripolar” funciona a veces, pero otras veces Estados Unidos y la Unión Europea parecen más o menos en la misma página en términos de querer crear estándares mutuos para los datos (como el nuevo acuerdo entre Washington y Bruselas sobre el intercambio de datos) y cadenas de suministro verdes.
Vaya. Parece que necesitamos un léxico completamente nuevo para hablar del nuevo orden mundial. Ed, ¿algunas nuevas palabras que quieras introducir?
Lectura recomendada
- Sarah O’Connor, que ahora es oficialmente mi columnista favorita de Financial Times, argumenta que debemos volver a aprender el arte del ocio. Una buena idea antes de la disrupción del trabajo basada en la inteligencia artificial y (de forma más inmediata) del verano
- No puedo esperar a Barbenheimer, la doble función de Oppenheimer y Barbie, ya que me muero por ver ambas. Este combo realmente abarca los intereses que tengo como geek aficionada a la física que lee revistas de modas pero, la verdad, no vamos a debatir el orden en el que la vamos a ver, es evidente que primero será Oppenheimer, y después Barbie. ¡No puedes llegar al postre a menos que te comas la carne!
- Años después de que otros colegas y yo escribiéramos sobre eso, The Fourth Turning, ese libro de culto sobre ciclos recurrentes en la historia de Estados Unidos (supuestamente estamos entrando en uno nuevo en 2024) por sin se abre camino en New York Times. ¿Tal vez esto significa que el ciclo ya cambió?
- Hace poco pasé el tiempo en una habitación de hotel de Washington viendo una deliciosa película de 2003 sobre un equipo de astronautas y científicos que perforan en el núcleo del planeta para reiniciar su ciclo de rotación, evitando así la destrucción global. Nada como una cinta buena y mala de ciencia ficción en mi opinión. Pero ahora, como resultado, quiero leer el nuevo libro de Laura Trethewey sobre la exploración oceánica y sus peligros, The Deepest Map: The High-Stakes Race to Chart the World's Oceans.
- Por último, un interesante artículo de estilo de New York Times sobre la granja renovada como la nueva McMansion de Estados Unidos. Hay innumerables versiones con un precio excesivo de esta casa dentro de un radio de tres horas de mi hogar en Nueva York, y en apariencia, el estilo de renacimiento colonial tiende a aumentar en popularidad durante periodos de nacionalismo intensificado. Hmmm…
Edward Luce responde
Rana, perdona la brevedad de mi respuesta: no soy bueno para acuñar nuevos términos así que no sabría por dónde empezar. Si tuviera ChatGPT a mi alcance, seguro lo haría mejor. Dependiendo de lo que estemos hablando, entiendo la utilidad de “bipolar” (un mundo dominado por Estados Unidos y China), “multipolar” (menos) y “reglobalización” (como países regionalizar o hacer friendshore con las cadenas críticas de suministro). Esto no es una frase pegadiza, pero creo que “la venganza de la geopolítica/historia” es una descripción más profunda de los desafíos que enfrentamos a medida que el siglo XXI madura.
En mis momentos pesimistas puedo decir que nos dirigimos hacia una era posantropomórfica debido al calentamiento global, pero todavía no llegamos a eso. En última instancia, creo que la vida se está volviendo demasiado complicada para las generalizaciones que abarcan tanto implícitas por tales frases pegadizas. Estamos siendo testigos de tendencias ultraliberales y posneoliberales, alta inflación y desinflación, un mundo posoccidental y el resurgimiento de Occidente. La autocracia está reapareciendo, pero cada vez está fallando más, incluso en China. El populismo va hacia arriba y hacia abajo dependiendo de la democracia que se está viendo. No existe un eslogan sencillo al que puedan reducirse estas tendencias opuestas.
Sus comentarios
Y ahora una palabra de nuestros lectores. En respuesta a:
“La Bidenomia no necesita más economía. Simplemente no encontraron lo que debían buscar. La ‘Economía de la Innovación y la Transición de los Sistemas' (Eeist, por su sigla en inglés) es una rama bien establecida de la economía de la complejidad. Aplicado a la energía, esa “E” adicional de Eeist es un proyecto financiado por el gobierno de Reino Unido de gran valor. Otros de este lado del charco tampoco han podido detectarlo. Cuando Rachel Reeves, ministro de la Hacienda británica en la sombra, elogió los Bidenomia recientemente en Estados Unidos, no pudo sacar ventaja al no mencionar la variedad local de Reino Unido. Es como tener un hijo, pero no darse cuenta de cómo fue concebido”. - Mike Clark.