¿La OTAN debe intervenir en la invasión rusa?

Dos miembros del consejo editorial de Financial Times discuten los pros y contras de una acción directa de Occidente

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en conferencia previa a su cumbre. Gonzalo Fuentes/Reuters
Martin Wolf y GIDEON RACHMAN
Londres /

Martin Wolf (MW): Querido Gideon, lenta y dolorosamente estoy llegando a la convicción de que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) debe estar preparada para la lucha.

Hay una razón humanitaria clara para hacerlo. Sabemos muy bien cómo Vladímir Putin pelea las guerras, desde Grozny hasta Alepo. Los ataques a mujeres, niños, hospitales y otros objetivos civiles no son un accidente. Es el objetivo. Su modus operandi es aplastar la moral de sus enemigos mostrándose despiadado.

También hay razones más pragmáticas para actuar. Al final, seguro va a machacar a los ucranianos hasta derrotarlos. Recuerda que Putin considera a Stalin como un héroe. Todos sabemos cuántos millones masacró Stalin. ¿Cómo se verá si Occidente se limita a ver cómo se aniquila un país que apostó todo su futuro a formar parte de nuestro sistema y adherirse a nuestros valores?

¿Las sanciones lo van a disuadir de seguir con la guerra o de ir más allá? No. No están destruyendo a Putin y a sus partidarios. Están destruyendo a las clases medias y medias altas liberales, que son las partes más a favor de Occidente y contra Putin de la población rusa. Sí, Rusia va a ser mucho más pobre, pero, teniendo en cuenta sus vastos recursos naturales, sus conexiones con China y el resto del mundo y el creciente totalitarismo del régimen, seguro sobrevivirá como economía de guerra.

La objeción evidente a la pelea es que esto puede llevar a una guerra nuclear. Estoy de acuerdo: puede, aunque dudo que Putin, un hombre que se sienta a seis metros de sus asesores más cercanos por temor al covid, esté dispuesto a morir. Y lo que es más importante, tratar de minimizar ese riesgo no lo elimina.

Si Putin gana esta guerra, como espero, es probable que tengamos que luchar más tarde en un terreno mucho peor. Podrá reconstruir sus fuerzas, quizá con ayuda de China. Entonces puede ir al Báltico, que es mucho menos defendible que Ucrania. ¿Una amenaza de la OTAN lo va a disuadir de utilizar armas nucleares? Lo más probable es que no, dado que esa amenaza nos aterroriza ahora. Sin duda asumirá que la superioridad convencional local es todo lo que va a necesitar. ¿Dónde se detiene eso? ¿Dónde y cuándo combatiremos realmente?

Gideon Rachman (GR): Querido Martin, no estoy de acuerdo. Creo que la intervención de la OTAN convertirá la tragedia de Ucrania en una tragedia mundial. Biden dijo que significará la tercera guerra mundial, y tiene razón. Conseguimos pasar toda la Guerra Fría sin que Estados Unidos y la Unión Soviética se enfrentaran director en el campo de batalla. Y fue por una buena razón. Los dirigentes de ambos países comprendieron los riesgos de la escalada y de la guerra nuclear. La actual generación de líderes occidentales debe mostrar la misma sensatez.

No escribo nada de esto con agrado. Los acontecimientos en Ucrania son espantosos. Las referencias de Putin a las armas nucleares son una forma de chantaje.

Sugieres que quizá es un blofeo. Tal vez, pero no estoy dispuesto a correr ese riesgo. La doctrina militar rusa contempla el primer uso de armas nucleares tácticas si Rusia está perdiendo una guerra convencional y se considera que la existencia del Estado está en peligro. Creo que Putin y los que lo rodean considerarán que la derrota ante la OTAN cumple esa condición. También sabrán que no tendrán futuro si Rusia pierde. ¿Por qué no apostar por el uso de armas nucleares como táctica de choque?

Hay quienes creen que puede existir algo así como una guerra nuclear limitada en la que solo se utilizarán armas del campo de batalla. Pero una vez que se rompa el tabú posterior a 1945 sobre el uso de armas nucleares, las cosas pueden escalar rápido. Incluso una guerra convencional entre Rusia y la OTAN será muy peligrosa. ¿Cómo será la victoria? ¿La rendición de todas las fuerzas rusas? ¿La ocupación de Moscú? No parecen escenarios posibles.

Por último, sugieres que “si Putin gana esta guerra, es probable que tengamos que combatir después”. Ese es un gran “sí”. Los rusos están sufriendo grandes pérdidas y no han conseguido ninguno de sus principales objetivos estratégicos. Me cuesta trabajo ver cómo van a conquistar ahora Ucrania, por no hablar de los Estados bálticos o Polonia. Si eso ocurre, estaremos en la tercera guerra mundial. Pero hagamos todo lo posible para evitar ese conflicto, en lugar de acelerar hacia él.

MW: Estimado Gideon, entiendo y respeto tus preocupaciones, pero en mi opinión no son determinantes. Las razones que das para no luchar ahora son las razones que cualquier persona razonable daría para no luchar por Estonia o Letonia o Lituania o Polonia, o de hecho en cualquier otro lugar.

Si una tercera guerra mundial es una preocupación tan agobiante, ¿cómo puede ser creíble la premisa de la OTAN? Su eficacia siempre ha dependido de la creencia de que la OTAN está preparada para correr el riesgo de una guerra nuclear.

La cuestión es si la destrucción de Ucrania, que todavía no ocurre, pero que puede ocurrir, debe ser un casus belli. El argumento en contra es que la OTAN (los estadunidenses, por supuesto) sugirió que Ucrania puede convertirse en miembro de la OTAN en determinadas circunstancias, pero todavía no. Así que formalmente la OTAN no tiene ningún compromiso con la defensa de Ucrania.

Sin embargo, la decisión de sugerir que Ucrania puede convertirse en miembro fue en sí misma una forma de compromiso. Y lo que es más importante, aumentó la probabilidad de una acción preventiva por parte de Putin, que ahora ya se produjo. Por lo tanto, en definitiva tenemos cierta responsabilidad moral por su invasión.

También tenemos una responsabilidad moral por impedir la aniquilación de un pueblo y un país que solo deseaban ser europeos modernos. Es decir, vivir como hombres y mujeres libres en un país democrático, no como siervos de los gánsteres que gobiernan el Kremlin.

No digo que tengamos que intervenir militarmente hoy. Me daría por satisfecho si nuestros líderes advirtieran con claridad a Putin que no vamos a permitir la aniquilación del pueblo de Ucrania ni de sus aspiraciones a liberarse del yugo del Kremlin. Incluso haciendo esto correremos un riesgo. Pero vamos a correr un riesgo al tratar con el régimen de Putin mientras exista, a menos que estemos siempre dispuestos a darle lo que quiera cuando lo pida. Debemos fortalecer nuestras agallas ahora. La próxima vez, cuando llegue, puede ser mucho más difícil.

GR: Estimado Martin, tienes razón al insistir en las dimensiones humanas y morales de esta crisis, pero sigo sin estar de acuerdo con tus conclusiones. Permíteme centrarme en tres puntos: la moral, la disuasión nuclear y la importancia de la claridad.

Dices que tenemos la obligación moral de luchar por Ucrania, pero yo cuestionaría la moralidad de cualquier decisión que aumente de manera significativa la probabilidad de una guerra nuclear.

Sugieres que si no estamos dispuestos a correr el riesgo de una guerra nuclear por Ucrania, la credibilidad de la disuasión nuclear de la OTAN se ve socavada, pues ¿cuándo íbamos a utilizar armas nucleares? La respuesta a esto siempre ha sido que la OTAN luchará si y cuando una nación de la OTAN sea atacada. Será entonces cuando surja la posibilidad de utilizar armas nucleares. No antes. Por supuesto, los rusos pueden cuestionar si tenemos la voluntad de utilizar esas armas, pero la posibilidad de que se usen —en combinación con la garantía de defensa mutua de la OTAN— es fundamental para la disuasión occidental, y sigue siéndolo.

Por último, sugieres que debemos decirle a Putin que no permitiremos la aniquilación de Ucrania. Yo me alejaría de las amenazas y exhortaciones vagas. ¿Qué queremos decir con “no permitiremos”; qué queremos decir con “aniquilación”? Tenemos que ser muy claros sobre lo que haremos, y en qué circunstancias; de lo contrario, solo nos arriesgamos a perder credibilidad. Es la claridad del compromiso del Artículo 5 de la OTAN, lo que le da fuerza.

Pero terminemos con un punto de acuerdo. Necesitamos, en efecto, “fortalecer nuestras agallas”. Más gasto militar, más tropas para Europa central, más sanciones contra Rusia y la adhesión a la OTAN de Finlandia y Suecia, si lo desean. Pero una intervención militar en Ucrania: creo que no.


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