La política divide a la clase trabajadora de Estados Unidos

Ni a Donald Trump ni a J. D. Vance les importa el tema laboral; los sindicatos los res­pal­dan solo para protegerse del cam­bio

Una de las razones del éxito de Biden en 2020 fue su capacidad para hablar con los obreros en los estados en disputa. AP
Rana Foroohar
Nueva York /

Es difícil estar al día con todos los acontecimientos políticos extremos de los últimos días. Uno que no ha recibido suficiente atención es el discurso a favor de los trabajadores más apasionante de los últimos tiempos, pronunciado en la Convención Nacional Republicana de la semana pasada. Así como Donald Trump hizo estallar la política presidencial, Sean O’Brien, líder del sindicato Teamsters, lanzó una granada en la política laboral al jugar en ambos lados del pasillo en nombre de sus miembros.

O’Brien fue el primer Teamster en 121 años en hablar en una convención republicana. Fue un movimiento político inteligente que, como señaló en su discurso, refleja el planteamiento de las empresas mismas. “Tenemos que llamar a la Cámara de Comercio y a la Business Roundtable como lo que son”, dijo. “Sindicatos para las grandes empresas”. Es cierto. Es posible que estas organizaciones se declaran apolíticas y de libre mercado, pero en realidad son, al igual que los sindicatos, grupos de miembros que ejercen presión en favor de los intereses creados de los contribuyentes.

Muchos líderes corporativos y grupos industriales dan dinero a los dos principales partidos políticos. Los líderes sindicales, por otra parte, suelen estar registrados como demócratas.

Esto es cierto incluso si sus miembros no siempre van a votar directamente por una candidatura demócrata, como aprendimos bien en 2016, cuando algunos miembros del sindicato apoyaron a Trump. Si bien la federación de sindicatos más grande de Estados Unidos, la AFL-CIO, respaldó a Joe Biden, los Teamsters —que representan a los trabajadores de logística y del transporte— no forman parte de ese grupo.

El planteamiento bipartidista de O’Brien concuerda con un debate que se remonta al siglo XIX sobre si el movimiento sindical debe alinearse con un partido único. También muestra que, a pesar de que Biden ha sido el presidente más a favor de los sindicatos en décadas, no se podía contar con que los trabajadores estadunidenses votaran por él en noviembre, antes de que se bajara de la contienda.

¿A qué se debe esto? Para empezar, no todos los intereses sindicales son iguales. La estrategia Build Back Better (reconstruir mejor) de Biden se enfoca en gran medida en la reindustrialización, que es más beneficiosa para grupos como los trabajadores siderúrgicos, los trabajadores eléctricos y otros sindicatos industriales.

Pero los Teamsters no fabrican cosas, las envían y las manejan. Si bien en principio pueden aplaudir los aranceles, el bienestar a corto plazo de sus miembros depende más de su capacidad para organizar Amazon que de fabricar vehículos eléctricos. Lo mismo ocurre con los trabajadores de ámbitos como la construcción. Si bien algunos sindicatos en estas áreas oficialmente respaldaron a Biden, eso no significa que todos sus miembros van a seguir su ejemplo. Sus trabajos no dependen de si los paneles solares se construyen en China sino de cuántos se instalan en los tejados estadunidenses.

La verdad es que los sindicatos desde hace mucho tiempo juegan en ambos lados del espectro político. En los últimos años, partes del sector de la construcción apoyó a los republicanos en el Congreso, por ejemplo, a cambio de su respaldo a la Ley Davis-Bacon, que exige que los trabajadores de la construcción que con ayuda federal reciban el salario justo y las prestaciones vigentes en la comunidad en la que se lleva cabo un proyecto. En teoría, esto evita que las empresas constructoras recojan diariamente, digamos, a mexicanos indocumentados al costado de la carretera para trabajar a precios reducidos (aunque, por supuesto, esto todavía sucede).

Temas como Davis-Bacon cruzan líneas políticas y difuminan las cuestiones políticas. Mientras que los demócratas de derecha se preocupan por los salarios justos para los trabajadores estadunidenses (al igual que muchos conservadores de derecha), muchos republicanos también se preocupan por la inmigración ilegal. Esa preocupación no es racista per se. Pero Trump y el Partido Republicano lo utilizan como arma de una manera racista, y utilizan ese tipo de tácticas para asustar a los trabajadores cuyos empleos pueden estar en riesgo.

Esto concuerda con parte de la tensa historia de relaciones raciales del propio movimiento sindical. El New Deal de Franklin Delano Roosevelt a menudo se presenta como modelo del tipo de economía de bienestar orientada a la producción que EU debe reconstruir. Sin duda fue bueno para los sindicalistas blancos, pero los negros y morenos fueron excluidos de cosas como la Seguridad Social y la Junta Nacional de Relaciones Laborales, a cambio del apoyo al programa por parte de los demócratas del sur.

No pude evitar pensar en eso mientras veía el discurso de O’Brien la semana pasada. Si bien la clase trabajadora estadunidense es diversa, O’Brien —cuya propia influencia política se vio reforzada en gran medida por el discurso del Comité Nacional Republicano— se ve y suena como los líderes sindicales de antaño. Su postura en el RNC resalta las fricciones que aún existen dentro del movimiento sindical y el propio Partido Demócrata.

Una de las razones del éxito de Biden en 2020 fue su capacidad para hablar con los votantes blancos de clase trabajadora en los estados columpio (estados en disputa). Pero a los líderes progresistas, en general, todavía les interesa más hablar de raza e identidad que de clase. Los republicanos, por otro lado, avanzan a toda máquina en la cuestión de clases, como lo demuestra el nombramiento por parte de Trump de J. D. Vance como su compañero de fórmula, el autor de Hillbilly Elegy, sus memorias sobre cómo creció en un entorno de la clase trabajadora blanca en EU.

Déjenme ser clara. No creo que a Trump le importen los sindicatos, y no estoy segura de que a Vance le interese tampoco. Los trabajadores que los respaldan votan para protegerse contra el cambio, no para prepararse para él. Pero si bien las políticas laborales de los demócratas pueden ser más constructivas, los republicanos sobresalen en la mercadotecnia. Es una sombría ironía que las críticas de O’Brien contra las élites cuya “lealtad es para los balances y los precios de las acciones” se haya pronunciado en una conferencia en nombre de un hombre que ejemplifica eso.

Financial Times Limited. Declaimer 2021


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