Llegó la hora de reformar el sistema fiscal británico

Opinión. El canciller Rishi Sunak debe revisar opciones para hacer cambios radicales dentro de su estructura económica y monetaria ante los golpes del brexit y el covid.

“El fisco está hecho tal desastre que de todos modos tiene sentido ese cambio, pero es aún más urgente”. Simon Dawson/REUTERS
Martin Wolf
Londres /

El 3 de marzo, Rishi Sunak, canciller de Reino Unido, presentará un presupuesto. No sé lo que va a decir, pero está claro lo que debe decir. 

Es muy pronto para dar detalles de un ajuste fiscal que con el tiempo será necesario en el periodo poscovid y el brexit. La economía tiene un futuro incierto y seguirá necesitando un sólido apoyo fiscal. Sunak debe demostrar que comprende esto, pero lo que también debe hacer es preparar el terreno para los próximos incrementos de impuestos, y las reformas fiscales que los deben acompañar. 

El argumento de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria en noviembre fue para un aumento de 20 puntos porcentuales en la relación de la deuda pública neta y el producto interno bruto (PIB) entre 2019-2020 y 2023-2024. En combinación con el brexit, la pandemia también provocó una reducción permanente del PIB, en relación a las expectativas anteriores. Así que, al final, tendrá que haber un gran ajuste fiscal. 

La deuda pública también registra una trayectoria de aumento a largo plazo, en gran medida por el envejecimiento de la población. Si bien las restricciones en el gasto pueden contribuir al ajuste, es inconcebible que contribuyan tanto como lo hicieron tras la crisis financiera de 2008. Por tanto, la proporción de los ingresos del gobierno frente al PIB debe subir. El canciller tiene que decirlo, sin importar la resistencia de su partido. Tampoco es el fin del mundo, muchos países tienen relaciones de ingresos tributarios más altas frente al PIB que Reino Unido, así como mayores ingresos reales per cápita, entre ellos Canadá, Dinamarca, Alemania, Países Bajos y Suecia.

El sistema fiscal de Reino Unido está hecho tal desastre que de todos modos tiene sentido esa reforma, pero es aún más urgente si la carga fiscal tiene que subir. Es el momento de considerar a quién se cobran impuestos, a qué se le aplican impuestos y cómo se aplican. 

En el tema de “¿a quién se cobran impuestos?”, el mayor problema es la centralización de los poderes de recaudación y, en especial, la escasa autonomía fiscal de los gobiernos locales. Eso tiene que cambiar, junto con una reforma de impuestos sobre la propiedad. 

En el tema de “¿a qué aplicar impuestos?”, hay una jerarquía sencilla: impuestos a los bads (malos)  y rentas, y luego a la riqueza, el gasto y los ingresos. En el tema de los bads, la prioridad evidente deben ser los impuestos ambientales, en especial los impuestos cada vez mayores a las emisiones de dióxido de carbono. En cuanto a las rentas, hay muchas posibilidades, incluidos los impuestos a los valores de las tierras y las utilidades supernormales. En el tema de “cómo aplicar impuestos”, hay principios de neutralidad, simplicidad y equidad que el desordenado sistema de la actualidad viola. 

Por lo tanto, aquí solo hay algunas áreas importantes de reforma que se tienen que examinar. 

Como se argumenta en un informe del Instituto de Estudios Fiscales: “Hay un gran sesgo, injustificado y problemático, contra el empleo y los ingresos laborales a favor de la propiedad empresarial y los ingresos de capital”. El tratamiento fiscal a los rendimientos de las inversiones es un desastre: los incentivos dependen del tipo de activo, la fuente de financiamiento y la estructura jurídica, y abarcan desde grandes subsidios hasta grandes sanciones. También hay un fuerte incentivo para convertir a los empleados en autoempleados y ampliar la “economía de chambas”. Esta es una política mala.

En la actualidad, el impuesto a las corporaciones también tiene un sesgo destructivo contra la inversión y a favor del endeudamiento. Es difícil diseñar un sistema viable basado en gravar a las empresas en donde fabrican o hacen cosas. En cambio, algunos argumentan que es mejor gravar a las corporaciones donde venden. Un impuesto sobre el flujo de efectivo será más difícil de evitar y recaudará más dinero con mayor facilidad.

Existe un debate cada vez más vigoroso sobre los impuestos al patrimonio. Sin embargo, sin abarcar ese tema ahora, el impuesto a las herencias de Reino Unido es una lotería injusta que pesa sobre los herederos de las personas de clase media y media alta, pero no sobre los ricos. Gravar grandes ingresos de toda una vida es justo y eficaz.

Y luego, hay impuestos municipales y las tasas empresariales que constituyen el residuo de un sistema más antiguo y más racional de impuestos a la propiedad. El manifiesto de Fairer Share ofrece una crítica convincente al impuesto municipal. Debe reformarse, junto con las tasas empresariales y el impuesto a la transmisión de la propiedad, e incorporarlo a un sistema fiscal de la propiedad que sea menos injusto y aliente al nuevo desarrollo y un uso más eficiente de las tierras urbanas desarrolladas. 

Se tienen que examinar muchas cosas más, pero los grandes puntos están claros. Reino Unido debe reconsiderar sus prioridades fiscales y su sistema de impuestos. Esto ha sido importante desde hace mucho tiempo. Los golpes del brexit y la pandemia lo vuelven esencial. Si Sunak quiere hacer más que otros cancilleres ya olvidados, tiene que explicar las realidades a largo plazo de la posición fiscal de Reino Unido. También tiene que examinar las oportunidades para una reforma fiscal radical que hará que el sistema actual sea menos distorsionado económicamente y recaude más dinero. Ahora, sobre todo, es momento de empezar. 

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No habrá conflicto con China: Biden

El presidente de Estados Unidos, Joe Bien, prevé una “extrema competencia” con China, pero no quiere un conflicto, declaró en una entrevista para CBS. El mandatario dijo que desde que asumió el cargo no ha hablado con su homólogo chino, Xi Jinping. “No tiene, y no lo digo como una crítica, sino que es una realidad, un solo hueso democrático en su cuerpo”, y agregó: “Le he dicho todo el tiempo que no necesitamos tener un conflicto, pero habrá una extrema competencia”, añadió el demócrata. “No lo voy a hacer de la forma en que (Donald) Trump lo hizo”, advirtió.


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