Al saquear sus arcas y hacer una apuesta audaz por eliminar los próximos pagos de deuda, México compró un tiempo valioso para Pemex, su compañía petrolera estatal en dificultades.
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Los analistas advierten que un nuevo rescate financiero —usando un pago de fondos federales por valor de 5 mil millones de dólares— no es suficiente para solucionar los enormes problemas de flujo de efectivo y producción que enfrenta Pemex mientras lucha por evitar una catastrófica segunda degradación en su calificación para que se ubique en nivel de basura, y esto simplemente terminará erosionando las cuentas estatales.
“Me temo que tiran una solución inmediata al suelo, tal vez a sus pies”, dijo un ex funcionario de alto nivel que calificó la medida como “muy pequeña y demasiado tarde”, y dijo que debería acompañarse con un cambio hacia políticas del sector de energía favorables al mercado.
“No fortalece la capacidad de Pemex de hacer cosas, le quita el peso de la necesidad de refinanciarse. Solamente cambia la carga de deuda de regreso al gobierno federal”, agregó.
El gobierno encontró una manera de hacerlo sin aumentar la deuda del gobierno, algo que el presidente de izquierda, Andrés Manuel López Obrador, prohibió.
“Es un paso en la dirección correcta y en general nos sorprende gratamente”, dijo Jens Nystedt, gerente senior de cartera de Emso Asset Management. Pemex busca evitar una crisis de pagos de alrededor de 44 mil mdd que se deben realizar en los próximos cuatro años al canjear alrededor de 15 mil millones de dólares en bonos con plazos de vencimiento más largos.
Pero los inversionistas creen ampliamente que el gobierno aún tendrá que inyectar más efectivo a Pemex. Con las cuentas del Estado ya tensas por su compromiso de manejar un superávit primario para demostrar su prudencia fiscal, y la economía que se tambalea al borde de la recesión, las opciones del gobierno se reducen.
“Se van a quedar sin fondos disponibles", advirtió otro alto funcionario que teme que utilizar los colchones de las arcas del Estado puede dejar a México expuesto a medida que la economía mundial se desacelera. “Esto debilita los fundamentos de la economía, y no es gratis”.
Uno de los mayores riesgos es el de la degradación de las calificaciones de deuda soberana, algo que indicará una falta de confianza a medida que México batalla para estimular la inversión y el crecimiento.
Las calificadoras, a las que López Obrador reprendió por criticar a Pemex justo cuando el gobierno trata de cambiar el rumbo, ya tienen la deuda soberana de grado de inversión de México en perspectiva negativa, con el riesgo de una degradación el próximo año. Pemex es un factor importante en eso.
“Aunque esta operación debe proporcionar alivio financiero a Pemex, no cambia materialmente las perspectivas crediticias de la deuda soberana”, dijo la analista de Moody’s, Ariane Ortiz-Bollin. “Se puede requerir apoyo adicional para ayudar a Pemex con los vencimientos de deuda restantes y los posibles aumentos en el gasto de capital para reemplazar completamente las reservas y alcanzar sus objetivos de producción. En general, el riesgo de un apoyo recurrente del gobierno a Pemex se mantiene como un riesgo clave a mediano plazo para las perspectivas de crédito soberano de México”.
La deuda del mismo Pemex se rebajó al nivel de basura en junio por Fitch Ratings, y la operación del miércoles “no elimina el riesgo de otra degradación”, dijo el analista de Fitch Lucas Aristizabal.
Un segundo ajuste al nivel de basura de una calificadora puede generar miles de millones de dólares en ventas forzadas de bonos de Pemex por parte de inversionistas institucionales que para mantener los bonos requieren que estos deben ser de grado de inversión, lo que eleva la presión sobre México.
Parte del problema es el tamaño de las ayudas estatales a Pemex. Si bien los analistas dicen que necesita invertir al menos entre 10 mil y 13 mil mdd al año, el gobierno solo había inyectado cerca de 3 mil mdd en ayuda antes de los anuncios del miércoles, sin contar una serie de recortes de impuestos, dijo Gonzalo Monroy, analista de energía.
El presupuesto 2020 contiene otra capitalización de 2 mil 400 mdd, pero Monroy señaló que casi todo se gastará en los polémicos planes del Presidente de construir una refinería de 8 mil mdd.
La política es el segundo problema. López Obrador quiere que Pemex sea una compañía fuerte que impulse la economía, pero la empresa está paralizada por la dependencia que tiene el gobierno de los impuestos que se aplican a la petrolera para financiar una quinta parte del presupuesto nacional.
Al mismo tiempo, en los cambios de política que asustaron a los inversores, el Presidente puso un freno a la inversión privada en el sector petrolero y quiere hacer que México sea autosuficiente en combustible, lo que podría detener las exportaciones de petróleo.
Se cree que el gobierno planea permitir que Pemex reanude las alianzas con el sector privado el próximo año, pero hasta que el propio López Obrador lo anuncie, los mercados se muestran cautelosos.
“Si López Obrador saliera de su capullo ideológico y permite que la industria privada participe mucho más en el sector energético, la tasa de crecimiento de México aumentará materialmente, la situación con Pemex se vería mucho mejor, las tasas de interés bajarían y nadie estaría hablando de una degradación en las calificaciones”, dijo Alberto Bernal, estratega jefe de mercados emergentes de XP Investments.