La ironía de la saga del Silicon Valley Bank (SVB) ya es total. La crisis empezó dentro del banco favorito del sector tecnológico estadounidense, pero el rescate gubernamental benefició sobre todo a las grandes compañías de tecnología. A medida que vuelve la calma al mercado, los inversionistas se sienten naturalmente aliviados. Sin embargo, deben estar conscientes de hacia dónde se dirige un sistema construido sobre rescates financieros.
Después de que el gobierno de Estados Unidos (EU) intervino el 10 de marzo para rescatar a SVB, las acciones de las compañías mega capitalizadas registraron una de las mejores rachas de su historia. En la actualidad, las cinco principales compañías son de tecnología y juntas representan más de 20 por ciento del mercado de valores, la mayor concentración desde la década de 1960 y más del doble de la cifra que hace una década.
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El número de empresas estadunidenses que permanecen entre las 10 principales de una década a la siguiente ha aumentado constantemente, de solo tres en 1990 a seis a finales de la década de 2010, donde solo dos empresas permanecieron en la lista mundial, Microsoft y Alphabet.
En la actualidad, las cinco principales de EU son más grandes que las siguientes cinco por el mayor margen desde principios de la década de 1980. Solo las dos primeras representan por sí solas casi la mitad de la capitalización de mercado de las 10 principales, frente a 35 por ciento al comienzo de la pandemia. Apple ahora es la número uno, y es casi seis veces más grande que UnitedHealth Group, que ocupa el décimo lugar. Hace tres décadas, Exxon era la número uno, pero apenas duplicaba el tamaño de la compañía que ocupaba el décimo lugar, BellSouth.
Entre las explicaciones para el auge de las grandes compañías de tecnología se encuentra la ventaja natural del tamaño en las redes digitales, donde las compañías pueden añadir clientes con un costo adicional insignificante. Pero los “efectos de red” no pueden explicar por qué 3 de cada 4 industrias estadunidenses —y no solo las tecnológicas— se han ido consolidando en manos de unas cuantas compañías. Sí pueden hacerlo los grandes rescates financieros por parte del gobierno que benefician a las compañías existentes.
En el pasado, la disrupción era más rápida en el sector de tecnología. Ahora, cuando el debate tecnológico cambia hacia avances como la inteligencia artificial, sigue girando en torno a los mismos nombres de siempre, encabezados por Microsoft y Alphabet. Y este auge de los monopolios estadounidenses llega acompañado del declive de las empresas más pequeñas y las startups.
En lugar de cuestionar la sensatez de los rescates, muchos comentaristas financieros se preguntan por qué los gobiernos no se limitan a doblar la apuesta y nacionalizar los bancos.
Los líderes de otros sectores en dificultades, como el inmobiliario comercial, ven una oportunidad, alegando que sus industrias también plantean riesgos sistémicos y, por lo tanto, merecen el apoyo del gobierno. Pero la rotación está en el centro del capitalismo. El Estado no puede mantener a flote a todas las empresas. Si queda algo de energía en este sistema, en los próximos años las compañías deberían dar paso a nuevos ganadores, no atrincherarse más en la cima.
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