Hola Swampians, esta es mi última Swamp Notes antes de salir de vacaciones. Estaré de regreso para el Día del Trabajo, junto con Ed. Alec Russell y Taylor Nicole Rogers tomarán las riendas hasta entonces.
Me gusta el pensamiento heterodoxo, así que soy una gran admiradora del político liberal Ruy Teixeira, que hace un tiempo dejó el izquierdista Center for American Progress para irse al muy derechista American Enterprise Institute. Ha estado haciendo un trabajo interesante sobre los problemas de la política de identidad y por qué enfocarse en la raza en lugar de en la clase social ha sido un paso en falso para los demócratas. (Ver mi artículo de Swamp Note sobre su reciente libro sobre ese tema, coescrito con John Judis).
Todos sabemos que los demócratas han batallado para recuperar a los votantes blancos de clase trabajadora a los que vendieron durante los años de Clinton. Pero me llama especialmente la atención un reciente artículo de análisis de Teixeira sobre el hecho de que los votantes de las minorías de clase trabajadora también están menos comprometidos con el Partido Demócrata de lo que podría pensarse.
Como probablemente habrán leído en la encuesta más reciente del New York Times / Siena, Joe Biden tiene una ventaja de apenas 16 puntos sobre Donald Trump en lo que respecta a los votantes no blancos de clase trabajadora. En comparación, Barack Obama tenía una ventaja de 67 puntos entre los votantes no blancos de clase trabajadora en 2012, y Biden tenía una ventaja de 48 puntos porcentuales en este grupo en relación con Trump en 2016.
A primera vista, esto parecería ridículo, al tener en cuenta cómo Trump utiliza el racismo para sus propios fines políticos. Pero como explica Teixeira, los votantes no blancos de clase trabajadora (definidos como las personas que no tienen títulos universitarios) son más conservadores de lo que se podría pensar. Teixira señala aquí cinco razones clave.
La primera, y la más importante en mi opinión, es que no creen en el racismo estructural. El 61 por ciento ve el racismo como algo que cometen individuos racistas y no por perpetrado por la sociedad en general. Compárese con el 78 por ciento de las minorías con estudios universitarios y el 82 por ciento de los blancos con estudios universitarios que creen en la teoría crítica de la raza, según la cual el racismo está arraigado en todas las instituciones y en todos los aspectos de nuestra sociedad.
Esto es muy revelador. Básicamente, la gente que se encuentra en posiciones de privilegio y está haciendo política para el Partido Demócrata piensa que vivimos en una sociedad fundamentalmente racista. Pero las personas que están en primera línea para hacer frente a muchos de los aspectos más perniciosos del racismo (menor acceso a la educación, mayores tasas de encarcelamiento, etc.) no necesariamente piensan así.
Lo que también me llevo de la investigación de Teixeira es que las personas de color de clase trabajadora en Estados Unidos creen en la agencia individual. La idea de que nuestras decisiones individuales determinan nuestro destino tanto o más que las fuerzas externas es algo en lo que los conservadores suelen creer, pero los demócratas tienen que adoptarla como parte de su propio pensamiento político.
También necesitan volver a pensar varias posturas progresistas y reconsiderar si son, de hecho, simplemente posturas de la élite. De acuerdo con el análisis de Teixeira, los votantes no blancos y de clase trabajadora quieren más fondos y apoyo para la policía, no menos (no es de extrañar, ya que muchos viven en barrios con mayor riesgo de delincuencia). No quieren que los chicos transgénero jueguen en equipos deportivos escolares que se ajusten a su identidad autoproclamada, sino que quieren quedarse con equipos que se rigen por el género de nacimiento (sinceramente, el hecho de que tenga que escribir esta frase me parece extraño).
Por último, están a favor de introducir gradualmente la transición a la energía verde de forma que los precios del combustible no suban con demasiada rapidez (sólo los ricos pueden darse el lujo de pagar mucho más para cambiar a una electricidad generada únicamente por energía solar o eólica).
Una cosa que me pareció preocupante en la investigación fue lo poco que la gran cantidad de logros de Biden en nombre de los trabajadores parecen resonar entre las personas blancas o no blancas sin título universitario. Creo que algo de esto tiene que ver con el hecho de que se necesita tiempo para deshacer el fenómeno de desigualdad de los Dos Estados Unidos (Two Americas) que en las dos últimas décadas, si no es que más, se ha ido construyendo.
Edge, ¿cuál es tu opinión sobre por qué el mensaje de Biden a los trabajadores todavía no aterriza, teniendo en cuenta lo tan a favor de los trabajadores que es este presidente?
Lecturas recomendadas
- Totalmente de acuerdo con este artículo del Harvard Business Review sobre cómo la resiliencia está vinculada a nuestra capacidad para descansar y recargar las pilas.
- Como siempre, Dani Rodrik, economista de Harvard, está a la vanguardia de la reflexión sobre los errores de la economía convencional. Lean su opinión sobre por qué debemos apoyar la política industrial, y lo que está haciendo el gobierno de Biden al respecto.
- En la categoría de ciencia muy extraña, unos investigadores revivieron dos ascárides que llevaban 46 mil años congelados. Muy genial, aunque me temo que eso va a envalentonar a los multimillonarios que buscan la vida eterna.
- Y me fascinó e inquietó esta noticia del FT que relaciona la contaminación atmosférica con la resistencia a los antibióticos.
Andrew Edgecliffe-Johnson responde
Rana, tienes toda la razón al afirmar que el descontento que sienten muchos estadunidenses de clase trabajadora por las personas que dirigen su gobierno refleja décadas en las que se han visto perjudicados económicamente. Y creo que eso pone de relieve algo que nos cuesta recordar a los que estamos acostumbrados a responder a los titulares diarios: las actitudes de los votantes se mueven más lentamente que los datos o el ciclo de noticias.
En una redacción como la nuestra, da la sensación de que algunas partes de la agenda progresista alcanzaron su punto álgido hace un par de años y desde entonces van menguando. Los cánticos de “quitar fondos a la policía” que siguieron al asesinato de George Floyd en 2020 se tranquilizaron (entre otras cosas porque los demócratas vieron el daño electoral que estaban haciendo). Alexandria Ocasio-Cortez, supuestamente la portadora de la antorcha de la izquierda progresista, “es ahora una demócrata normal y corriente”, según la revista New York. Y me cuesta trabajo recordar cuándo -si es que alguna vez- escuché por última vez las palabras “racismo estructural” salir de la boca de Biden.
Se puede observar el mismo patrón si nos fijamos en el lugar de trabajo de la clase obrera: las empresas. Los directores ejecutivos, que tras la muerte de Floyd se desvivían por demostrar su compromiso con la corrección de los agravios históricos, se han vuelto un poco tímidos a la hora de enmarcar sus esfuerzos por la diversidad en términos de rectificación del racismo. Al consultar AlphaSense, una práctica herramienta que recopila informes corporativos y transcripciones de reportes de resultados, veo que las menciones al “racismo estructural” por parte de las compañías estadunidenses alcanzaron su punto álgido a principios de 2021 y desde entonces van en descenso.
Como Disney, Target y Bud Light podrían decirles, por supuesto, los republicanos hicieron un trabajo muy exitoso al mantener temas como la policía, el género, la sexualidad y el coco raramente visto de la teoría crítica de la raza en la imaginación pública. Para la mayoría de la gente, sospecho, son temas que motivan más que la inversión en nuevas fábricas de semiconductores.
Pero también recuerdo que a los demócratas les fue mejor de lo que se esperaba en las elecciones legislativas de 2022. Esta semana, los votantes de Ohio rechazaron una medida electoral respaldada por los republicanos que habría dificultado la consagración del derecho al aborto en la constitución del estado. Así que estas cuestiones no económicas pueden ser una navaja de doble filo.
Es un hecho aleccionador para los periodistas que la mayoría de la gente simplemente no presta tanta atención a los titulares fuera de las temporadas electorales o en momentos como el verano de 2020, cuando las calles de Estados Unidos se llenaron de manifestantes. Esos momentos fijan una imagen de un partido en la mente de la gente que no se desvanece rápidamente. Muchos estadunidenses estaban agotados por las noticias durante la presidencia de Trump y, comprensiblemente, lo apagaron. La cuestión es si los demócratas pueden elaborar un mensaje diferente para cuando las próximas elecciones hagan que vuelvan a encender de nuevo los noticieros.
Tal vez una de las ventajas que tiene Biden como presidente en el cargo es que no se enfrenta a unas primarias en las que tenga que movilizar al ala progresista del partido: movilizar a los moderados nunca es fácil, pero eso tal vez encaja mejor con su marca de papá centrista.
En cuanto a tu pregunta sobre la política de identidad, a nadie le gusta que lo anden atosigando, así que si los republicanos pueden convencer a los votantes de que lo principal que deben saber de los demócratas es que siempre están señalando con el dedo a Estados Unidos, entonces los demócratas pueden perder. Económicamente, creo que el doble reto para Biden, como para todos los presidentes en funciones, será dar una respuesta convincente a la pregunta de “¿qué has hecho por mí últimamente?” y persuadir al mismo tiempo a los votantes de que se avecinan tiempos mejores si lo mantienen en el cargo.
Disfruten del descanso y espero verlos pronto de vuelta en el Swamp (Pantano).
Sus comentarios
Y ahora unas palabras de nuestros lectores de Swamp Notes…
En respuesta a:
“Y aun así, ¿conseguiste lo que querías de esta vida?
Sí, lo conseguí.
¿Y qué querías?
Llamarme amado, sentirme amado en la tierra.
Pensé en este breve poema de Raymond Carver cuando leí la estadística de que el director ejecutivo de UPS cobra 365 veces más que el empleado promedio. No estoy seguro de que tengamos un marco en el que podamos debatir este tipo de cosas sin que se politicen terriblemente...que es lo que hizo resonar este poema. ¿Cómo responderían a esta pregunta el CEO y el empleado promedio? El poema no se ajusta a nada de Swamp Notes en particular, pero habla de todo”. - Neil Winward