¿Quién o qué vendrá después de que Biden deje la contienda?

El mandatario será reconocido como uno de los grandes éxitos políticos de nuestro tiempo: tomó un país que pudo hundirse en la recesión y orquestó la recuperación poscovid más exitosa del mundo

El presidente ha sido criticado por sus problemas para recordar fechas. AFP
Rana Foroohar
Nueva York /

Esas son palabras que no esperaba escribir este año.

Como sabrán los lectores de Swamp Notes, he sido una gran admiradora de este presidente y, para ser sincera, todavía lo soy. Cuando se escriba la historia, la administración de Joe Biden  al frente de Estados Unidos en los últimos tres años pasará a la historia como uno de los grandes éxitos políticos de nuestro tiempo. Tomó las riendas de un país que pudo hundirse en una profunda recesión —o incluso en una depresión— y orquestó la recuperación posterior a la pandemia de covid más exitosa del mundo. Tenía la edad y la sabiduría suficientes para saber cómo volver a unir a los demócratas y hacer que pasaran de centrarse en lo “progre” a “trabajar”. Incluso fue capaz de aprobar leyes históricas en medio del ambiente político más polarizado de la historia moderna.

La Bidenomía, si bien no es perfecta, será recordada como el primer gran cambio en la economía política estadunidense desde la revolución Reagan-Thatcher. Su administración, compuesta en gran parte por personas increíblemente talentosas que trabajan las 24 horas del día, los siete días de la semana y renunciaron a las riquezas del sector privado porque creen en este hombre y su importancia en este momento, es la más competente que he visto en los 33 años que llevo en el periodismo.

Y, sin embargo, como sensatamente lo expresó el columnista de The New York Times Ezra Klein en su reciente columna en la que pedía a los demócratas que presentaran un nuevo candidato, ser presidente es diferente a ser candidato presidencial. En realidad, no dudo de la capacidad de Biden para desempeñar el trabajo de comandante en jefe. Para empezar, creo que es posible tener algunos problemas para recordar nombres o fechas y aun así ser un líder inmensamente competente y persuasivo. Creo que es normal que un presidente tenga un equipo de personas más jóvenes y con más vigor que lo apoyen en todo tipo de formas, dejándolo escuchar, mantener el barco en rumbo y tomar las decisiones difíciles. Conozco a muchos directores ejecutivos o financieros mayores exitosos que eso es justo lo que hacen.

Sin embargo, ganar elecciones tiene que ver tanto con lo visual como con la sabiduría. Esto ha sido una perogrullada al menos desde la era Nixon. George Washington probablemente no habría sido elegido si hubiera tenido que competir para un cargo, pero Biden tiene que hacerlo, y además en la era de los medios de comunicación de alta velocidad. Por eso, dada la preocupación generalizada entre los líderes demócratas de que la cuestión de la edad siga surgiendo, creo que es razonable empezar a pensar en lo que viene después y en las oportunidades que se pueden abrir si Joe Biden abandonara la contienda.

Para empezar, el partido puede deshacerse de Kamala Harris y no solo conseguir un nuevo candidato presidencial, sino también un nuevo aspirante a la vicepresidencia. Nunca he considerado a Harris como alguien con un impacto neto positivo y todavía no entiendo realmente de qué se trata. Es una buena fiscal, pero una mala política para nuestro momento. Una centrista con traje, incluso si es una mujer de color, no es lo que el país anhela.

¿Qué anhela Estados Unidos? Una historia real sobre dónde nos encontramos, en una sociedad rica pero bastante vulnerable en la que solo un tercio de la gente puede permitirse las cosas que nos convierten en clase media y en la que tanto el poder político como el económico se han concentrado demasiado. Pero también un plan sobre cómo volver a equilibrar las cosas, y alguien con un historial de que lo hizo. Eso es un argumento a favor de algún populista del Medio Oeste que haya ganado elecciones en un estado columpio (indeciso o en disputa) en lugar de un progresista de las costas o algún tipo de empresario intermedio. No creo que el problema en este momento sea el mensaje: es el mensajero (para más información sobre eso y, en particular, qué deben entender los observadores electorales internacionales, les recomiendo leer mi columna del lunes).

Peter, sé que dijiste la semana pasada que sería imposible para los demócratas elegir un candidato diferente. Es posible que sea cierto, y ni siquiera estoy segura de que deban hacerlo. Febrero es muy pronto: las temporadas electorales son largas y muchas cosas pueden cambiar. Pero hagamos un experimento mental por un momento. Si los demócratas pudieran empezar desde cero, ¿qué candidatos presidenciales y a la vicepresidencia estarán en mejores condiciones para vencer a Donald Trump? ¿Y la plataforma política de una candidatura demócrata ganadora será fundamentalmente diferente de la administración anterior?

Lecturas recomendadas

- ¿Quieren entender cómo la gente sobrevive y prospera en el Pantano? Lean este perfil de 6 mil 800 palabras de The New York Times Magazine sobre Mark Meadows , el ex jefe de gabinete de Donald Trump que pudo hacerlo caer. Totalmente vale la pena leerlo hasta el final y felicitar al periodista Robert Draper, que sin duda escribirá un libro sobre el tema.

- Me llamó la atención un artículo de Bloomberg en el que se señala que la demanda de pañales se está secando debido al estancamiento de la tasa de natalidad en Estados Unidos. La demografía es el destino, aunque toma su tiempo. Este artículo también me recordó un ensayo reciente de Martin Wolf, aquí en Financial Times, que incluye la demografía en una lista de megatendencias en las que los inversionistas deben pasar más tiempo pensando.

- El siempre sensato Mohamed El-Erian expone en Financial Times argumentos convincentes sobre cómo la inteligencia artificial (IA) va a causar una disrupción en el negocio de la administración del dinero. Trabajadores de cuello blanco del mundo, unanse…

Peter Spiegel responde

Rana, sigo pensando que Joe Biden será el candidato demócrata, pero tienes razón: vale la pena realizar este experimento mental porque los demócratas en realidad tienen un abanico bastante profundo de aspirantes presidenciales que puede ponerse, con suma facilidad, en su lugar y liderar el partido. Y la razón por la que creo que vale la pena subrayarlo es porque claramente no es el caso entre los republicanos. Como hemos visto durante la truncada temporada de las primarias, nadie ha sido capaz de sacar al partido de su adhesión de culto a Donald Trump.

Comencemos con dos prejuicios que tengo y que solían ser obviedades cuando llegué a Washington en la década de 1990, pero que desde entonces han pasado de moda. El primero es que los gobernadores son mejores candidatos presidenciales que los secretarios del gabinete o los miembros del Congreso. En particular en un momento en el que el enfado contra Washington está en su punto más alto, creo que elegir a un senador o a un miembro actual de la administración (incluida Harris) será un error.

Esta creencia popular de la década de 1990 quedó socavada por dos antiguos senadores que recientemente se mudaron al otro extremo de la Avenida Pensilvania (Biden y Barack Obama), pero todavía pienso que debe ser un principio rector de nuestro pequeño juego aquí, porque creo que los demócratas tendrán que buscar fuera de Washington después de tres mandatos de Obama-Biden.

Mi segundo prejuicio es que a los demócratas les va mejor en las elecciones nacionales cuando eligen a un candidato del ala centrista o conservadora del partido. En la era de la posguerra, esto significó principalmente sureños. El texano Lyndon Johnson (1964) todavía ostenta el récord del mayor porcentaje de voto popular de cualquier candidato desde principios del siglo XX, y sus dos sucesores demócratas, Jimmy Carter (1976), de Georgia, y Bill Clinton (1992, 1996), de Arkansas, los dos fueron gobernadores en el sur. Hay muchos contrafácticos aquí (no solo Biden y Obama, sino también John F. Kennedy y Harry Truman). Pero, como tú argumentas, Rana, todavía pienso que la mayor vulnerabilidad que tienen los demócratas en el entorno actual es que se les considera elitistas y desconectados del estadunidense promedio. Un acento sureño contribuye en gran medida a contrarrestar todas esas percepciones.

Con todas esas reservas, hay dos gobernadores sureños que ganaron la reelección en estados republicanos bastante consolidados y que creo que les iría bien como candidatos presidenciales demócratas: Andy Beshear, que ganó un segundo mandato en Kentucky con bastante facilidad el año pasado frente a una estrella en ascenso de MAGA (Make America Great Again), y Roy Cooper, quien termina su segundo mandato al frente de Carolina del Norte.

Fuera del sur, hay otros dos gobernadores que reciben más atención que Beshear o Cooper y que son alternativas viables: Gretchen Whitmer, de Michigan, y Gavin Newsom, de California. Whitmer se desenvolvió con maestría en un estado columpio con una fuerte vena MAGA, por lo que la pondría en la parte superior de mi lista junto a Cooper y Beshear; sin embargo, me temo que Newsom, a pesar de sus habilidades para debatir y su apariencia de estrella de cine, es demasiado californiano para una nación dividida.

Ninguno de ellos será el candidato demócrata de 2024, pero el partido tiene poco de qué preocuparse una vez que Joe Biden salga del escenario.

Financial Times Limited. Declaimer 2021

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