Recuperar el patriotismo es clave para EU

Si el concepto une a los ciudadanos en una democracia diversa, puede ser esencial para mantener una sociedad libre y abierta

Algunos consideran que ondear banderas es problemático o por naturaleza xenófobo. REUTERS
Rana Foroohar
Nueva York /

Con un seguimiento a la nota de la semana pasada de Peter Spiegel sobre el concepto de excepcionalismo estadunidense, he estado pensando en el tema del patriotismo. Es algo que en la actualidad tiene mala reputación, algo que no tenía cuando yo era niña. Por supuesto, algo de eso es específico del lugar. Crecí en la zona rural de Indiana, donde alegremente hacíamos el juramento a la bandera todos los días en la escuela y donde el castigo corporal todavía era legal (o al menos el director de mi escuela primaria pensaba que lo era). Ahora vivo en una zona muy agradable, próspera y demasiado engreída y progresista de Brooklyn, donde poner una bandera frente a tu casa te marcaría como partidario de Donald Trump.

En mi opinión, eso no es algo bueno. Creo que los demócratas en particular necesitan volver a abrazar el patriotismo de una manera más pública. Sin duda, el presidente es patriótico. Si bien su discurso del Día D tal vez no logró alcanzar las alturas del que la gran Peggy Noonan escribió para Ronald Reagan hace 40 años, ciertamente evocó una especie de orgullo patriótico que creo que la mayoría de los estadunidenses sienten cuando piensan en el papel histórico de su nación en la Segunda Guerra Mundial. Ese tipo de patriotismo, el que tiene que ver con el colectivismo y el servicio, es lo que debemos adoptar.

Por desgracia, como tantas cosas, el concepto de patriotismo parece haberse bifurcado. Tienes a los partidarios de MAGA (Make America Great Again) que hacen alarde de su patriotismo, y luego tienes a los progresistas urbanos que se sienten un poco avergonzados por la idea misma de amar a tu país. Me resulta increíble, por ejemplo, que cuando la gente ve personal militar activo en lugares públicos como aeropuertos, muchos de nosotros no les agradecemos su servicio (aunque me alegro de que las aerolíneas lo hagan). Creo que muchos de nosotros nos hemos vuelto tan ricos y aislados de cualquier tipo de lucha o conflicto real que olvidamos lo que es el sacrificio.

Creo que también es importante recordar la diferencia entre nacionalismo y patriotismo. Creo que algunos de nuestros pares europeos a veces consideran que ondear banderas en Estados Unidos es problemático o por naturaleza xenófobo. Pero, para mí, eso es como combinar las políticas comerciales y económicas de Joe Biden y Donald Trump (algo que también hacen demasiados europeos). Así como “Hacer a Estados Unidos Grande de Nuevo” no es lo mismo que “Reconstruir mejor”, el aislamiento y la hostilidad hacia el “otro” no es lo mismo que estar orgulloso de ser parte de una nación de inmigrantes.

De hecho, en la medida en que el patriotismo ayude a unir a los ciudadanos en una democracia liberal diversa, puede ser esencial para mantener una sociedad libre y abierta. Estuve en un evento de American Compass en Washington hace unos meses y un miembro del personal me señaló el libro Achieving Our Country: Leftist Thought in Twentieth-Century America, que es una colección de tres ensayos de 1998 (adaptados de conferencias) de Richard Rorty, un filósofo académico de tendencia izquierdista. El primer ensayo es “American National Pride: Whitman and Dewey”, en el que Rorty distingue entre una izquierda progresista pragmática y una izquierda cultural derrotista que solo puede criticar, pero no construir. A continuación un pedazo del párrafo inicial:

“El orgullo nacional es para los países lo que el respeto por uno mismo es para los individuos: una condición necesaria para la superación personal. Demasiado orgullo nacional puede producir belicosidad e imperialismo, del mismo modo que el excesivo respeto por uno mismo puede producir arrogancia. Pero así como un muy poco respeto por uno mismo dificulta que una persona demuestre valentía moral, un orgullo nacional insuficiente hace improbable un debate enérgico y eficaz sobre la política nacional. La participación emocional con el país de uno —sentimientos de intensa vergüenza o de ardiente orgullo suscitados por diversas partes de su historia y por varias políticas nacionales actuales— es necesaria para que la deliberación política sea imaginativa y productiva. Tal deliberación probablemente no ocurrirá a menos que el orgullo supere la vergüenza”.

Me parece inteligente. Peter, ¿estás de acuerdo?

Lecturas recomendadas

-Sentí celos de no haber escrito el artículo de opinión de Bret Stephens sobre el Día D en The New York Times sobre cómo Europa necesita actuar en conjunto política, económica y militarmente. Palabras audaces y verdaderas.

-Un artículo de Bloomberg sobre cómo el creciente resurgimiento de Detroit está orquestado por un puñado de multimillonarios muestra la promesa de la ciudad, pero también las limitaciones de lo que se puede hacer en lugar de una recuperación más amplia y orgánica en la comunidad en general. Y lean a mis colegas Claire Jones y Eva Xiao en Financial Times sobre lo que dice el auge de Michigan de la economía de Joe Biden.

–Estoy de acuerdo con un artículo de opinión de The New York Times escrito por dos profesores de Harvard que sostienen que la universidad, junto con otras, debe decir menos sobre política. Las universidades son lugares para aprender y deben ser zonas de libertad de expresión; sin embargo, eso no es lo mismo que defender posiciones particulares, incluso cuando los estudiantes (que, seamos sinceros, son los clientes) están presionando para lograrlo.

-Debo admitir que sentí un cierto placer perverso al escribir mi reciente columna sobre cómo la consultoría de administración, que ha provocado una disrupción en tantas industrias, finalmente está recibiendo la peor parte.

Peter Spiegel responde

Rana, nunca había oído hablar de Rorty hasta que hiciste que me fijara en él, pero me gusta su definición de orgullo nacional. Mucho de lo que constituye la mitología nacional estadunidense es solo eso: mitología; sin embargo, todavía vale la pena aspirar a mucho de eso, en particular la noción de que Estados Unidos es un país basado en ideas más que en sangre, y que cualquiera puede convertirse en estadunidense simplemente al adherirse a esos ideales.

Y, sin embargo, como dices, gran parte de la izquierda abandonó el campo a la derecha nacionalista trumpiana, que coopta los símbolos que alguna vez constituyeron el patriotismo no partidista, hasta el ondear la bandera. Me pareció revelador que la bandera de la era de la Revolución “Llamado al Cielo” fuera rápidamente retirada del ayuntamiento de San Francisco el mes pasado, una vez que el gobierno de la ciudad se dio cuenta de que había sido adoptada por los insurrectos del 6 de enero, y ondeada en la casa de playa de Nueva Jersey del juez Samuel Alito de la Suprema Corte.

La semana pasada, el día del 80 aniversario del Día D, el Pew Research Center publicó un informe que muestra que solo 23 por ciento de los estadunidenses todavía cree que EU es, en palabras del primer predicador estadunidense John Winthrop, una “ciudad en una colina” que se alza por encima de otras naciones. Y hay marcadas divisiones entre los partidarios de Donald Trump y Joe Biden: solo 12 por ciento de los partidarios del actual presidente creen que Estados Unidos está por encima de otros países, mientras que 34 por ciento de los votantes del ex mandatario así lo cree.

Las divisiones son aún más marcadas cuando se toma en cuenta la edad: los estadunidenses mayores están mucho más dispuestos a creer que Estados Unidos se destaca, mientras que solo 4 por ciento de los partidarios de Biden menores de 34 años creen en esa noción. Esto respalda sus percepciones anecdóticas sobre la aceptación cada vez menor del patriotismo abierto, particularmente en la izquierda política, durante las últimas cuatro o cinco décadas.

Aun así, el triste estado del orgullo nacional estadunidense no está exento de salvedades. Para muchos en el extranjero, la disminución de la creencia en el excepcionalismo estadunidense puede ser una bienvenida muestra de humildad para un país que con frecuencia ha permitido que su orgullo nacional se convierta en arrogancia internacional en el escenario mundial. Y las conclusiones de Pew pueden ser exageradas: una clara mayoría de los partidarios de Donald Trump y de Joe Biden estuvieron de acuerdo con la afirmación de que Estados Unidos es “uno de los países más grandes, junto con otros”. Eso me parece correcto.

De todos modos, me resulta difícil creer que un estadunidense pueda presenciar las ceremonias del Día D y no se le llenen los ojos de lágrimas. Tienes razón en que Biden fue menos que Reaganesco en Pointe du hoc, pero en caso de que te lo hayas perdido, escucha a la teniente comandante de la Marina de EU Katherine Miyamasu leer una versión especial del tradicional poema naval “The Watch”, que dedicó a los veteranos de guerra estadunidenses tanto vivos como muertos durante las conmemoraciones del Día D. La definición misma de orgullo nacional a la que todos debemos aspirar.

Sus comentarios

Y ahora unas palabras de nuestros lectores de Swamp Notes… En respuesta a: “Respecto a las dudas sobre el excepcionalismo estadunidense: el núcleo del excepcionalismo estadunidense es el hecho de que Estados Unidos es el único país fundado sobre una idea y con la idea que tiene una base en la filosofía de la Ilustración. El hecho de que los ideales expresados por esta idea y filosofía no se actualizaran plenamente en el momento de su fundación no cambia el hecho de que ningún otro país en la historia haya sido creado de esa manera. Eso lo hace excepcional.

En segundo lugar, y mucho más preocupante, fue el aparente apoyo al “colectivismo” sobre el “individualismo”. La Unión Soviética era colectivista y fue un fracaso abyecto; sin embargo, peor aún, el colectivismo en cualquiera de sus formas, ya sea un gobierno o grupos como los que se basan en políticas de identidad, es un anatema para el espíritu humano. Además, utilizar a Donald Trump como ejemplo de “individualista” es distorsionar todo el concepto de individualismo.

Por fortuna, todavía hay personas en posiciones de influencia que se dan cuenta del gran regalo que son la individualidad y el individualismo. Para citar a Shilo Brooks, profesor de Princeton (¡de todos los lugares!), hablando con The Free Press: “Estoy enseñando más que sólo estos libros”, añadió. “Estoy enseñando una manera de asegurar que tu espíritu sobreviva las presiones que se le imponen y que sigas siendo un individuo único”. Henry D. Wolfe.

Financial Times Limited. Declaimer 2021


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