Uno de los principales puntos de venta de Reino Unido siempre ha sido su geografía comercial, entre América del Norte y Europa continental. Pero, en este momento, recibe lo peor de ambos mundos. Como advirtió la semana pasada Andrew Bailey, gobernador del Banco de Inglaterra, la economía británica se está “debilitando bastante antes y algo más que otras”. El país se enfrentará a “un nuevo aumento” de la inflación a finales de este año y su problema de precios será “más persistente”.
Al igual que EU, Gran Bretaña tuvo un fuerte repunte después de la crisis del covid, pero dos años de demanda acumulada y cambio de gustos se desataron en una economía que se mostró incapaz de satisfacerlos. Esto impulsó un rápido crecimiento, pero el desajuste entre la oferta y la demanda también generó un calentamiento inflacionario.
Desde Europa, Reino Unido importa la exposición a una conmoción de precios de energía desagradable, causado en gran parte por la invasión de Rusia a n Ucrania. La subida de los precios al consumidor fue de 9.1 por ciento en el año hasta mayo. Gran parte de este incremento se debió al alza de los costos de los hogares y del transporte, o lo que es lo mismo: gas, electricidad y gasolina. Pero los aumentos se extendieron a la mayoría de los bienes y servicios. El Banco de Inglaterra cree que la inflación echó raíces en la psicología de las corporaciones.
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También hay algunos fenómenos específicamente británicos: el sistema de regulación de la energía —que incluye topes en las tarifas para los consumidores— significa que el impacto total de los aumentos de los precios de la energía todavía no se perciben en los hogares. El mismo sistema inyectará una nueva dosis de incrementos de precios en octubre, prolongando el periodo de presión inflacionaria.
Reino Unido también sufre una presión especial sobre la fuerza laboral. Alrededor de 380 mil personas adicionales en edad de trabajar, mayores de 25 años, abandonaron el mercado laboral desde la pandemia, y será muy difícil recuperar a muchos de ellos. La mayor parte del aumento neto procede de las personas mayores de 50 años, quienes pueden creer que checaron el reloj de salida por última vez.
En cierta medida, esto también tiene que ver con el Brexit. Aunque los trabajadores extracomunitarios siguen llegando en gran número, la salida de la Unión Europea redujo la capacidad de atraer trabajadores del extranjero con rapidez. El deterioro de la posición comercial de Gran Bretaña sigue pesando en el crecimiento. La debilidad de la libra esterlina también hizo más dolorosos los recientes choques de precios. La libra ya perdió más de 10 por ciento de su valor en su paridad con el dólar estadunidense este año.
No hay una solución elegante. Reino Unido tiene que prepararse para la posibilidad de que la inflación siga aumentando meses después de que empiece a retroceder en otros lugares. El costo de la energía, el deterioro del comercio, la pérdida de una porción de trabajadores… todo tiene la misma consecuencia: el país es más pobre de lo que pensaba.
Esto significa que Gran Bretaña necesita repartir el dolor de la adaptación. La pregunta clave es cómo. Para el gobierno británico, esto significa también pensar en que los precios subirán hasta una quinta parte en tres años.
La tarea de los responsables de la formulación de la política monetaria del Banco de Inglaterra es difícil, pero en algunos aspectos menos compleja. El banco central necesita endurecer aún más su política para mostrar su determinación de volver a anclar las expectativas de inflación más cerca de 2 por ciento.
Es posible que el Banco de Inglaterra haga demasiado: calibrar el nivel correcto de endurecimiento va a requerir más suerte que juicio. Es posible que asfixie demasiado la economía británica en dificultades, pero eso no debe ser una preocupación crítica: es posible flexibilizar rápidamente la política, si esto fuera necesario. A mediano plazo, la situación será mucho peor si Reino Unido se ha convertido en un lugar donde la gente no confía en que la moneda conserve su valor.