Reino Unido necesita una salida del estancamiento

Opinión. La combinación de envejecimiento, tensiones geopolíticas, brexit y tasas de interés cada vez más altas elevarán las presiones económicas en un momento en el que la carga fiscal está en niveles históricos

Londres es 41 por ciento más productiva que Mánchester. SUSANNAH IRELAND/REUTERS
Martin Wolf
Londres /

Reino Unido comenzó el siglo XX como Roma y el XXI como Italia. Esta última comparación no debe tomarse muy a pecho: cualquier tonto puede ver que existen muchas diferencias, pero no se puede ignorar una similitud: la productividad, que es el principal determinante de los niveles de vida, está estancada en ambos países.

Esto es cierto en Italia desde finales del siglo XX y en Reino Unido desde la crisis financiera. El principal reto económico para Gran Bretaña es poner fin a este estancamiento. Sin eso, será imposible resolver sus otros problemas sociales y políticos.

Un nuevo e importante libro, Ending Stagnation, de la Resolution Foundation, aborda este fracaso de frente, pero su atención no solo se centra en poner fin al estancamiento de la productividad, por vital que sea, sino también en otras debilidades. De hecho, la hoja de cargos resulta deprimentemente larga. Una de las conclusiones más llamativas de esta larga lista de fracasos es hasta qué punto el brexit fue una costosa distracción de los desafíos que el país debe afrontar si quiere seguir siendo una democracia próspera y de altos ingresos.

Empecemos por el estancamiento. Entre 2007 y 2021, la producción británica por hora aumentó 7 por ciento. Entre 1993 y 2007, en comparación, se elevó 33 por ciento. Los salarios promedio por hora subieron 8 por ciento entre 2007 y 2021. Entre 1993 y 2007, en contraste, fue 28 por ciento. Según la OCDE, el producto interno bruto real per cápita subió 6 por ciento entre 2007 y 2022. Esto fue mejor que en Italia, donde el PIB cayó 2 por ciento durante este periodo, pero entre 1992 y 1997 aumentó 46 por ciento en Reino Unido. El dinamismo económico se evaporó.

Como resultado, los ingresos quedaron muy rezagados en comparación con los de países pares: en 2018, los ingresos promedio de los hogares eran 48 por ciento más altos en Canadá, 37 por ciento en Australia y 20 por ciento en Alemania. Los hogares de bajos ingresos eran cerca de 27 por ciento más pobres que en Francia o Alemania.

La desigualdad aumentó en la década de 1980 y desde entonces se mantiene alta. Como resultado, es superior a la de cualquier otro gran país europeo. El salario mínimo más alto no cambió esto significativamente, porque los salarios no se traducen en ingresos relativos de los hogares. Lo que Resolution llama “el tenaz control” de la desigualdad se mantiene porque la parte superior de la distribución del ingreso se alejó de la parte media. También se debe al recorte de prestaciones, a que las personas con menores ingresos trabajan menos horas y a un enorme aumento en los costos de la vivienda para los hogares más pobres.


Esta alta desigualdad no se da solo entre los hogares. También está entre los lugares y son de larga data. Por tanto, según Resolution, “80 por ciento de la variación de ingresos entre áreas que vemos hoy se explica por las diferencias que existían en 1997”. La brecha entre Londres y otras ciudades es dramática. La capital es 41 por ciento más productiva que Mánchester. París, en cambio, solo es 26 por ciento más productiva que Lyon.

Una defensa habitual de la alta desigualdad es que crea incentivos para la innovación y el crecimiento. En Reino Unido esto ha sido falso. La combinación del bajo crecimiento y la alta desigualdad es tóxica. Los jóvenes nunca han experimentado el progreso salarial que tuvieron sus padres. Debido a las bajas tasas de interés y a la incapacidad de construir, los nacidos a principios de la década de 1980 tenían casi la mitad de probabilidades que sus padres de ser propietarios de su propia casa a los 30 años.

Una importante causa inmediata de estos fracasos es la baja inversión. En los 40 años transcurridos hasta 2022, la tasa de inversión fija británica fue la más baja entre los países miembros del G7. En el miembro promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la inversión pública también es casi un 50 por ciento más alta que en Reino Unido. Esta falta de inversión es una de las razones por las que el NHS (servicio de salud pública) siempre está al borde del colapso. El tiempo que se dedica a desplazarse al trabajo también es relativamente elevado. Tan mala como el bajo nivel es la volatilidad de la inversión pública, ya que el gasto se activa y desactiva en respuesta a exigencias fiscales de corto plazo.

Al menos igual de importantes son los bajos niveles de inversión privada. El registro como gasto de la inversión, que anunció Jeremy Hunt en su Declaración de Otoño, debe ayudar, siempre que esta política dure. Teniendo en cuenta los recortes y cambios pasados en los impuestos corporativos, eso no parece probable. Un desafío importante son las restricciones a la construcción, lo que afecta tanto al sector residencial como comercial, pero para invertir más es necesario también ahorrar más: Reino Unido es un país con niveles de ahorro bajos en comparación con otros países de altos ingresos.

Por desgracia, estas dificultades van a empeorar. La combinación del envejecimiento, las tensiones geopolíticas, el brexit, tasas de interés más altas y la transición energética aumentarán las presiones sobre la economía y el gasto público en un momento en el que la carga fiscal ya se encuentra en niveles históricamente altos y la deuda pública ya se acerca al ciento por ciento de PIB. La Declaración de Otoño recurrió a importantes artimañas para pronosticar una posición fiscal manejable a mediano plazo.

¿Qué debe hacerse? Al abordar esta cuestión, es necesario tener en cuenta tres puntos. Primero, se trata de problemas estratégicos, no tácticos. La economía no está generando la prosperidad que desea la gran mayoría. A medida que el país se quede rezagado, la infelicidad aumentará. Segundo, el thatcherismo no provocó una reactivación duradera de la economía. De hecho, el crecimiento anterior a 2007 fue en sí mismo en parte una ilusión. Por fin hay que admitirlo. Finalmente, los problemas estratégicos necesitan soluciones estratégicas. En cambio, la gobernanza británica sale del paso, pero eso no funcionará. Planeo discutir qué se debe hacer y cómo en una columna posterior.

Financial Times Limited. Declaimer 2021


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