Ruta británica para empleo y productividad en zonas pobres

El documento para la “nivelación” de Reino Unido es un análisis exhaustivo, con objetivos claros y medidas políticas sensatas, aunque con una deficiencia: el plan “contará con pocos recursos”

Boris Johnson, primer ministro de la nación europea. Reuters
Martin Wolf
Londres /

Tras el referendo del brexit y las elecciones generales de 2019, las regiones más pobres del país se convirtieron en campos de batalla políticos. “Subir el nivel” del estado de estas zonas se ha convertido, como corresponde, en un reto urgente para el gobierno, pero la preocupación es mucho más amplia que esto. En estas zonas también hay muchas carencias sociales, sobre todo en materia de atención de salud y educación. Sobre todo, el país tiene diferencias muy grandes en la productividad regional. Aumentar la productividad de las regiones menos productivas supone grandes beneficios para el país.

Estos son los antecedentes del documento oficial Levelling Up the United Kingdom (Nivelación del Reino Unido). La buena noticia es que contiene un análisis exhaustivo, objetivos claros y medidas políticas sensatas. La mala noticia es que muchos objetivos serán inalcanzables y el plan contará con pocos recursos. Sin embargo, un optimista puede declarar que un viaje de miles de millas comienza con un solo paso. Aquí, además, hay más que un solo paso, sino muchos pasos útiles.

En el documento se establecen 12 “misiones” en cuatro áreas, todas a cumplir para 2030. Muchas parecen demasiado ambiciosas, teniendo en cuenta el corto espacio de tiempo y la escasez de nuevos fondos. El documento señala, por ejemplo, que “para 2030, el empleo y la productividad habrán aumentado en todas las zonas de Reino Unido, y cada una de ellas contendrá una ciudad competitiva a escala mundial, y la brecha entre las zonas de mayor desempeño y las demás se reducirá”. Un examen de las políticas enumeradas indica que los recursos son demasiado limitados para alcanzar tales objetivos; sin embargo, el argumento a favor de tales misiones es que ofrecen puntos de referencia con los que se puede juzgar el desempeño. Si estos se miden adecuadamente, el enfoque y la coherencia de los esfuerzos gubernamentales deben mejorar con el tiempo.

El documento también analiza el papel del capital físico, humano, intangible y financiero en el impulso del crecimiento y muestra la magnitud de las divergencias regionales en los cuatro aspectos. Pero no se producirán grandes cambios en tan solo ocho años, en especial en una economía de crecimiento lento y afectada por el brexit. Estas realidades solo pueden mejorar poco a poco.

El documento ofrece un debate matizado sobre la política. Destaca, en particular, nuestra comprensión actual de las externalidades que conllevan las decisiones de la ubicación. Las empresas están muy influenciadas por las decisiones de otras, que también responden a la calidad de los recursos locales. Para crear y administrar bien estos recursos se necesitará un centro local de elaboración de políticas con poderes fiscales, de gasto y de planeación.

La necesidad de conocimiento y responsabilidad locales hace que la descentralización sea vital, pero debe recaer en autoridades capaces de llevar a cabo las tareas necesarias. Se están haciendo algunos avances, aunque todavía son pequeños pasos, más en lo que respecta a la autonomía fiscal. Los gobiernos locales deben fijar sus propios impuestos, incluidos los de la propiedad comercial, ya que su valor revela la calidad de sus decisiones.

Sin embargo, como señala el Instituto de Estudios Fiscales, muchas de las deficiencias que el documento quiere remediar —en educación, capacitación, sanidad y transporte— “están bajo el control del gobierno” (mi esposa asesora al primer ministro sobre política de capacitación). Además, estos recursos no solo están controlados por el gobierno central, sino por el Tesoro. Si creen que este último está comprometido con este plan, se engañan. El Tesoro cree instintivamente que los planes de transformación son un desperdicio de dinero. Al ministro de Hacienda le gustan sus propios trucos baratos, como los puertos francos.

Para ser claros, estas políticas no son un despilfarro. Por el contrario, no solo son sólidos los argumentos a favor de la nivelación, sino que son viables a largo plazo. Sin embargo, como señala el documento, “para revertir la historia se requieren esfuerzos políticos duraderos, sostenidos y coherentes que estén a la altura de la magnitud de disparidad”. Esta es una lección clave de la experiencia internacional, donde los programas exitosos a menudo han abarcado décadas y tienen objetivos claros y consistentes a medio plazo”.

La forma de ver este documento, por tanto, es como un llamado a las armas. Deja clara la magnitud de la tarea y la necesidad de actuar. Demuestra que para conseguir lo que se necesita se requiere una respuesta duradera y coordinada, el empoderamiento local, el compromiso del sector privado, una supervisión y una responsabilidad meticulosas y, sobre todo, un financiamiento confiable. Además, una buena parte del gasto necesario debe tratarse como inversión, no como gasto corriente. Dada la capacidad del gobierno para pedir préstamos a tasas de interés reales negativas a largo plazo, esto también debe ser financiable.

Sí, el documento promete demasiado, pero un verdadero momento de “lo que sea necesario” requerirá un compromiso creíble por parte de todo el gobierno. Bajo un maltrecho Boris Johnson, esto no puede suceder ahora. Sir Keir Starmer debe aprovechar el momento para hacer suyos los objetivos y gran parte del programa.


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