“Tenemos posibilidades de limitar el calentamiento global muy por debajo de los 2 grados Celsius”: Adair Turner

El empresario y académico británico habla sobre el camino hacia una economía cero emisiones de carbono y la adopción de energías renovables

El barón Turner de Ecchinswell sí cree en la transición verde. ESPECIAL
Martin Wolf
Londres /

Jonathan Adair Turner, el barón Turner de Ecchinswell, es el tecnócrata de recursos de Reino Unido, una versión británica de un enarque francés”. Así describí el tema de este diálogo en un “Almuerzo con el FT” en 2016.

Licenciado en economía e historia de Cambridge, Turner ha sido director de McKinsey y director general del CBI. Presidió la comisión de pensiones del gobierno de Reino Unido entre 2003 y 2006, que recomendó la creación de un sistema de pensiones de contribución definida, en el que los empleados pudieran optar por no participar en lugar de optar por participar. Esto resultó ser algo transformador. Fue presidente de la Comisión de Salarios Bajos de Reino Unido entre 2003 y 2006, y fue el último presidente de la Autoridad de Servicios Financieros entre 2008 y 2013.

En el último cargo, escribió la excelente Revisión Turner: Una respuesta regulatoria a la crisis bancaria global, que se presentó al gobierno en marzo de 2009. También ha escrito varios libros, en particular Between Debt and the Devil: Money, Credit and Fixing Global Finance. En este importante tomo explicó que nuestra adicción al crédito, que estaba detrás de la crisis financiera de 2007-2009, no solo es económicamente innecesaria, sino una amenaza para la estabilidad económica y social.

Aunque los intereses intelectuales de Turner siguen siendo amplios, se concentra cada vez más en el cambio climático. En 2008 fue nombrado primer presidente del Comité de Cambio Climático de Reino Unido, encargado de definir el camino del país hacia una economía con cero emisiones de carbono y de exigir una rendición de cuentas al gobierno sobre el cumplimiento de ese objetivo. Dejó este puesto en 2012. Ahora preside la Comisión de Transiciones Energéticas (ETC, por su sigla en inglés), una coalición global de empresas comprometidas con el logro de una economía global de emisiones netas cero para mediados del siglo.

Comencé nuestro debate con la pregunta más importante: ¿realmente se va a producir la transición energética?

Adair Turner (AT): Mi opinión es que si me preguntan si llegaremos a algo cercano a una economía con cero emisiones de carbono en 2060 o 2070, creo que es inevitable que así sea, porque hemos descubierto y desarrollado un conjunto de tecnologías que son fundamentalmente superiores al sistema actual de combustibles fósiles. Y cuando lleguemos allí, tendremos una economía que será mejor para el bienestar humano, incluido el cambio climático. Además, el impacto de haber llegado allí sobre los niveles de vida en 2070 será tan trivial que no lo notaremos. Incluso puede que sea positivo en términos del PIB medido convencionalmente.

La dificultad es que, a menos que avancemos más rápido, llegaremos demasiado tarde. Hay compromisos globales para limitar el calentamiento global a muy por debajo de los 2 grados Celsius e, idealmente, 1.5 grados por encima de los niveles preindustriales. Pero a estas alturas es casi imposible limitar el aumento a 1.5 grados. Lo que necesitamos son políticas sólidas que tengan el objetivo de limitarlo a 1.6 o 1.7, teniendo en cuenta que cada 0.1 grados por encima de 1.5 producirá un daño adicional.

La buena noticia es que, si comparamos la situación actual de varias de estas tecnologías con la de 2008, avanzaron mucho más rápido de lo esperado: las reducciones de los costos de los paneles solares fotovoltaicos (PV), las turbinas eólicas y las baterías han sido mucho más rápidas de lo que esperábamos.

Ese es mi balance: optimismo tecnológico a largo plazo, pero preocupación de que no vayamos lo suficientemente rápido.

Martin Wolf (MW): Los escépticos pueden argumentar que la caída del costo de las energías renovables ha sido realmente espectacular, pero no sabemos cómo operar una red basada en energías renovables a la escala necesaria. ¿Cómo responde a esa crítica?

AT: Es la crítica en la que nosotros, en el ETC y todos los demás involucrados, nos hemos enfocado en los últimos diez años. La cuestión de cómo se produce un kilovatio hora de electricidad barata ya no es interesante. Todas las preguntas interesantes son: ¿qué se hace cuando el viento no sopla y el sol no brilla?

Estoy totalmente seguro de que seremos capaces de operar sistemas que dependan hasta en 70 por ciento de las energías renovables. La pregunta es: ¿a qué costo?

En los próximos seis años, en Reino Unido vamos a ver una prueba importante de si es posible, porque tenemos un gobierno que se ha comprometido a llegar a cero gramos de carbono por kilovatio/hora (kWh) de electricidad. Supongamos que su objetivo real es “casi cero”, es decir, solo 20 gramos de carbono por kWh de electricidad, y la fecha es 2030. Creo que se acercarán bastante.

Hay que equilibrar los sistemas segundo a segundo. También hay que equilibrar la oferta y la demanda de energía entre el día y la noche: si tienes electricidad solar durante el día, todavía quieres hacer funcionar los aires acondicionados por la noche, por ejemplo, en India. Por último, hay que equilibrar la oferta y la demanda según la temporada. Este será el mayor desafío en el noroeste de Europa. Hay que determinar qué hacer si se pierde el viento del Mar del Norte en invierno, justo cuando hay una demanda máxima de electricidad, porque se tiene calefacción residencial electrificada.

El segundo a segundo es definitivamente factible: ya hay días en que el sistema alemán ha estado funcionando cerca de ciento por ciento con energías renovables. Esa parte está resuelta.

Si México ofrece más y mejores energías renovables será un país más atractivo para los inversionistas de todo el mundo. | Cuartoscuro

El problema de la transición del día a la noche será más factible de lo que pensábamos originalmente, porque en gran parte de América Latina, África, India, Indonesia y el sudeste asiático, el método predominante de generación de electricidad será la energía solar. Estos países no tienen un gran problema estacional, pero sí tienen un gran problema diurno. Pero las baterías ahora se están volviendo tan baratas que la energía solar más las baterías proporcionarán la solución predominante.

Hay análisis creíbles del sistema eléctrico de Indonesia que muestran que pueden obtener 80 por ciento de su electricidad a partir de la energía solar para 2050 y también pueden equilibrar el sistema de día a noche con baterías. Ya estamos viendo un gran progreso en India, donde las compañías de energía renovable tienen que presentar una oferta en lo que se llama “subastas renovables las 24 horas”, en las que se comprometen a suministrar electricidad 80 por ciento de todas las horas del año, día y noche.

Los mayores retos en realidad están relacionados con el equilibrio estacional en los países que se encuentran en latitudes altas. Esto significará mantener un número significativo de turbinas de gas, pero en el futuro, es probable que esas turbinas de gas solo van a funcionar 10 por ciento de las horas del año y quemarán hidrógeno en lugar de metano. Ese hidrógeno puede provenir del metano mediante lo que se llama “hidrógeno azul”, con la adición de captura y almacenamiento de carbono (CCS). O puede provenir de la electrólisis.

Ahora, tendrías toda la razón al decir que estoy argumentando a partir de modelos que demuestran que podemos hacerlo en teoría. Ahora tenemos que demostrarlo en la práctica. Pero no deberías subestimar el progreso que ya hemos logrado.

En Reino Unido, en 2009, la intensidad de carbono de nuestra electricidad era de 500 g/kWh. En lo que va de año, ya fue de alrededor de 125 g/kWh. Por lo tanto, ya se logró una reducción de 75 por ciento en la intensidad de carbono de nuestra electricidad, en parte al pasar del carbón al gas, pero también al aumentar la cantidad de energías renovables y hacer funcionar turbinas de gas cuando no sopla el viento ni brilla el sol.

Esto requiere inversión en redes eléctricas y en almacenamiento, pero tengo la confianza de que existen todas las tecnologías para hacerlo. Y, de nuevo, si nos fijamos en India, donde el socio de ETC, TERI, realizó modelos detallados, es razonable creer que el costo total de la electricidad con el almacenamiento y las redes no será superior al de los sistemas actuales que se basan en combustibles fósiles.

En resumen, estoy seguro de que podemos hacerlo y creo que los costos van a resultar menores de lo que mucha gente teme.

MW: ¿Cuánto terreno tendrán que ocupar estos paneles solares en un país como India, que también necesitará una cantidad mucho mayor de electricidad de la que tiene ahora, tanto porque sustituirá a otras formas de energía como porque espera ser mucho más rico?

AT: Es una pregunta muy buena, que hay que evaluar a nivel mundial, a nivel de países y a nivel de países densamente poblados.

La proporción de la superficie de tierras del mundo que habría que cubrir con paneles solares para alimentar un sistema eléctrico que produjera tres veces más electricidad que en la actualidad es de alrededor de 1 por ciento y solo un tercio del 1 por ciento si se pudiera encontrar una forma de poner paneles solares sobre el mar, algo que probablemente podremos hacer.

La superficie de Australia que habría que cubrir con paneles solares para que el país pudiera disponer de toda la electricidad que consume hoy ―e incluso producir cinco veces más para ser el principal productor de productos con uso intensivo de electricidad, como el “acero verde”― es tan insignificante que apenas se podrá ver si la pusiéramos en un mapa.

Pero ¿cuánta superficie de Bangladesh se tendría que cubrir con paneles solares para satisfacer sus necesidades futuras de electricidad? Puede ser hasta 8 o 9 por ciento en un país donde cada pedacito de tierra ya está comprometido a la vivienda o la agricultura. India es un caso intermedio. Los análisis sugieren que hay espacio suficiente para sostener un sistema predominantemente solar que produzca cinco veces más electricidad de la que produce la India en este momento. Pero habría competencia por el espacio con la agricultura y la vivienda.

Por fortuna, las nuevas tecnologías mejorarán esta relación. Existe la “agriPV”, en la que se colocan paneles solares a unos 3 o 4 metros por encima del suelo, con espacios intermedios, y se hace agricultura debajo de ellos. Esto incluso puede ser una agricultura más productiva, porque la energía solar fotovoltaica atrapará la evaporación y ayudará así a lidiar con el ciclo del agua.

Estamos llegando al punto en que las temperaturas se vuelven tan altas que a algunos cultivos no les gustan. Afortunadamente, las estimaciones realizadas por un instituto en India que trabaja con científicos alemanes sugieren que el potencial de la energía solar fotovoltaica en India es tan grande que puede eliminar ese tipo de limitaciones.

Sin embargo, puede ser que en algunos países necesitemos otra opción. No creo que Bangladesh tenga una solución ciento por ciento renovable: creo que necesitará energía nuclear o importaciones de electricidad a larga distancia. Pero su vecino más cercano es India, que también está relativamente densamente poblada.

Esto no es un problema para China. Las áreas desérticas de China en el oeste y el norte son tan grandes que puede descarbonizarse por completo. No es un problema en África. No es un problema en Brasil. Pero hay partes del sur y el sudeste de Asia donde la superficie terrestre o el recurso renovable puede ser una limitación.

Permíteme dar el ejemplo de Malasia: la Malasia peninsular en realidad tiene velocidades de viento muy bajas. Y aunque hace bastante calor, es un lugar bastante nublado. Pero Tailandia tiene energía solar fotovoltaica ilimitada en relación con su población. ¿Seremos capaces de desarrollar cables de larga distancia que puedan transportar la energía solar fotovoltaica tailandesa hasta Malasia?

La superficie terrestre no es, en la gran mayoría de los países, una limitación significativa. Pero en los más densamente poblados, es necesario analizarla con atención.

MW: Hay una nota a pie de página aquí. Europa se convirtió en una economía industrial, esencialmente porque tenía carbón. Y luego comenzó a importar gas y petróleo, en particular de Rusia. Ese es seguramente otro argumento a favor de la energía solar. Pero, ¿no van a cambiar los fundamentos de la ventaja comparativa en el mundo que está describiendo? En particular, ¿lo que solíamos llamar “industria pesada” va a migrar a países con mucho sol?

AT: Ya tenemos una industria que se mueve donde hay energías renovables baratas, y esa es el aluminio. La producción de aluminio en todo el mundo está cerca de grandes recursos hidroeléctricos y lo está desde hace algún tiempo.

Creo que está claro que, en el futuro, los lugares lógicos para producir “acero verde” serán aquellos donde haya energía eólica y solar más barata. Australia empieza a pensar que “antes enviábamos carbón metalúrgico a Japón y Corea. En el futuro, tenemos suministros ilimitados de energías renovables, podemos producir hidrógeno y enviarlo a Corea y Japón, junto con mineral de hierro, para que ellos fabriquen hierro en Corea y Japón con nuestro hidrógeno. Pero ¿por qué enviaríamos el mineral de hierro con todo ese peso adicional de oxígeno e hidrógeno, en lugar de enviar simplemente el hierro ya preparado?”.

La buena noticia es que gran parte del empleo y el valor se encuentran en la fabricación de acero y el acabado de aceros especiales, en lugar de en la producción de hierro. Esto no significa que se pierda toda la industria siderúrgica, porque gran parte del material que naturalmente se encuentra cerca del cliente puede permanecer en los países industrializados existentes. Pero el primer paso del proceso, que es tomar el mineral de hierro y convertirlo en hierro esponja, va a cambiar.

Entonces, tienes toda la razón en que hay algunas industrias que cambiarán, pero se trata de industrias cuya proporción de empleo en los países ricos es ahora trivial.

MW: Pasemos a los factores económicos de todo esto, con dos grupos de preguntas. La primera es cuánto va a costar todo esto y, fundamentalmente, ¿dónde tendrá que realizarse? Obviamente, una gran parte de la inversión tendrá que realizarse en países emergentes y en desarrollo.

AT: Bueno, mucha gente ha hecho análisis de esto. Lo hicimos en la Energy Transitions Commission (Comisión de Transiciones Energéticas). La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ampliamente aceptada como la autoridad mundial, también lo ha hecho. Todos terminamos con los mismos órdenes de magnitud.

En 2020, el mundo invirtió alrededor de un billón de dólares al año en cosas relacionadas con la nueva economía, en cuyo núcleo se encuentran la energía solar, eólica, las baterías, las redes eléctricas, etc. El análisis tanto de la ETC como de la AIE sugiere que la inversión bruta necesaria para construir una economía global con cero emisiones de carbono aumentará a alrededor de 3.5 billones a 4 billones de dólares al año para 2030, y 70 por ciento de esta cantidad se necesitará para construir sistemas de electricidad más grandes y descarbonizados. El segundo costo más importante, después de la energía eléctrica, son los edificios, particularmente en las partes más ricas del mundo: bombas de calor y aislamiento. Esos 3.5 billones a 4 billones de dólares representarán alrededor de 3.3 por ciento del PIB mundial en 2030. Esa escala de inversión deberá mantenerse durante otros 20 años aproximadamente, antes de que empiece a disminuir.

Sin embargo, esa inversión en energía limpia se vería compensada por una caída en la inversión en combustibles fósiles, que actualmente ronda los 950 mil millones de dólares al año. Además, con una inversión global en sistemas de energía limpia que ya supera 1.5 billones de dólares en 2023, según la AIE, el aumento por encima de lo que ya estamos gastando solo será de entre 1.5 a 2 por ciento del PIB mundial. Además, en los países en desarrollo, se necesitaría una parte significativa de la inversión bruta para satisfacer la creciente demanda de energía y, en particular, de electricidad, incluso si no nos preocupara el cambio climático.

Pero esa inversión todavía se tiene que financiar, y aunque la AIE muestra que la inversión global de un billón de dólares en 2020 ya aumentó a más de 1.5 billones de dólares en 2023, ese aumento hasta ahora se ha concentrado casi por completo en el mundo desarrollado y China.

En términos generales, en los países de altos ingresos y China, necesitamos duplicar la inversión para 2030. Pero en los países de ingresos medios altos, medios bajos y bajos, necesitamos multiplicar por cuatro la inversión.

¿De dónde va a venir el dinero? En el mundo rico, la mayor parte de esa energía puede provenir del sector privado, siempre y cuando se diseñen adecuadamente otros aspectos de la economía, por ejemplo, si se tienen estructuras adecuadas para contratar a los desarrolladores de energía eólica marina y si se aplican precios al carbono a procesos como la producción de acero.

Sin embargo, no excluyo que las asociaciones público-privadas o el financiamiento con apoyo público puedan desempeñar un papel, incluso en los países ricos y desarrollados. Pero en los países ricos, se puede llegar a ese punto incluso sin esas ideas, siempre y cuando se tengan impuestos al carbono y lo que se denomina “contratos por diferencias”, para garantizar precios predecibles para la electricidad generada por la energía eólica.

A medida que vayas más de los países de ingresos medios altos a los de ingresos bajos, mayores serán las cantidades de dinero que deberán provenir del exterior, especialmente de los bancos de desarrollo globales, simplemente porque esos países están expuestos a riesgos ―políticos, de tipo de cambio, crediticios― que harán que el costo del capital privado sea demasiado alto para que la energía renovable siga siendo financieramente viable.

Lo fundamental es comprender que el costo del capital es mucho más importante para un sistema de energía verde que para uno basado en combustibles fósiles, porque el primero implica un gasto de inversión inicial y un costo marginal cero una vez que se han construido. Por eso también disfrutaremos de energía a costo marginal cero, una vez que hayamos construido esas instalaciones.

Por dar un ejemplo, África tiene un potencial solar esencialmente ilimitado. Si el costo del capital en África fuera el mismo que en el noroeste de Europa, prácticamente no habría necesidad de desarrollar un sistema eléctrico basado en combustibles fósiles. Pero si el costo del capital pasa de 5 a 15 por ciento, se construye una turbina de gas, no solar fotovoltaica, y si pasa a 25 por ciento, se compra un generador diésel. Mientras más alto sea el costo del capital, más se economiza en el activo de capital, aunque tenga unos costos de funcionamiento mucho más elevados.

La quema de combustibles fósiles contribuye al calentamiento global. | AP

Por lo tanto, el papel de los bancos de desarrollo es crucial, y expertos respetados han elaborado una serie de informes ―NK Singh, Larry Summers, Nicholas Stern y Vera Songwe― sobre la necesidad de reformar y turbocargar los bancos de desarrollo para que proporcionen más financiamiento.

MW: Existe el argumento de que uno de los problemas es cómo diseñamos nuestro sistema de red eléctrica y, en particular, el precio de dicho sistema. Esto hace que sea relativamente arriesgado para un actor con un alto nivel de capital y un costo marginal cero invertir, porque los precios a los que se le va a recompensar son impredecibles.

AT: La esencia de este problema reside en el elevado costo de capital, el costo marginal cero y las características de intermitencia que hemos analizado. Supongamos que el sistema tuviera un costo marginal cero y se tratara de tener una competencia organizada en un mercado de media hora cada media hora. De la economía básica se desprende que el precio caería hacia cero y la justificación de la inversión privada se desplomaría.

Las estructuras de mercado que creamos en la década de 1990 no funcionan para este nuevo sistema. Por lo tanto, la mayor parte de la energía eólica marina del Mar del Norte se ha desarrollado mediante “contratos por diferencias”. Solo son una forma elegante de dar a alguien un precio fijo, y necesitamos mantenerlos, no porque sean un subsidio, sino porque necesitamos proporcionar un precio fijo a los proveedores en al menos una parte de su producción. Ese contrato de precio fijo puede ser a un precio que esté en promedio por debajo del precio futuro de la electricidad basada en gas o carbón. Entonces, no hay subsidio. Pero aún así necesitas garantizar un precio fijo.

Pasamos por un periodo en el que la gente estaba engañada por la idea de que eventualmente volveríamos a un mercado de media hora por media hora, y eso resolvería todo. De hecho, en teoría, los inversionistas esperan estimar los precios futuros esperados del carbono y los precios futuros de la electricidad por hora del día, y planean vender electricidad almacenada en baterías en las horas de precios altos: y calculan que en teoría había un retorno económico. Pero, en la práctica, la necesidad de estimar todos estos precios futuros altamente inciertos haría que el costo de capital ajustado al riesgo volara por las nubes.

Entonces, necesitas contratos de precio fijo a largo plazo para reducir el costo de capital para los inversionistas.

MW: ¿Cree que algún país lo ha hecho bien?

AT: Bueno, en términos generales, Reino Unido lo ha hecho hasta ahora. Nuestra energía eólica del Mar del Norte se ha desarrollado con esto. El año pasado tuvimos un contratiempo: nos volvimos codiciosos y fijamos precios máximos demasiado bajos. Pero, en términos generales, Reino Unido tiene una estructura de mercado correcta. Lo que realmente tenemos que pensar ahora es en la estructura del mercado para el almacenamiento. ¿Cómo vamos a asegurarnos de que haya suficiente capacidad de almacenamiento de baterías, aire comprimido, hidroeléctrica de bombeo o hidrógeno?

Hay una variedad de formas diferentes de hacerlo. Se puede trasladar al generador y decir que su contrato de precio fijo es para entrega las 24 horas del día. Entonces tendrían que elaborar la combinación de diferentes opciones de generación y almacenamiento que les permita cumplir con ese contrato. O puede haber un centro que contrate la capacidad de baterías o hidrógeno. Pero el diseño del mercado eléctrico es crucial.

También lo es la regulación correcta de las empresas que construyen redes de transmisión. El reto es poder construir antes de que crezca la demanda, porque no se puede construir de repente justo en el momento en que se produce el aumento de la demanda.

Muchos de nuestros retos tienen que ver con alejarnos de lo que ha sucedido en los últimos 20 años. En los últimos 20 años, la demanda de electricidad en Reino Unido no ha aumentado, por lo que la red eléctrica no se ha expandido, y todo el enfoque de la regulación ha sido cómo minimizar la inversión que hacen National Grid y otros. ¿Cómo mantenerla lo más pequeña posible, para limitar los cargos que se aplican al consumidor?

Eso tiene sentido si estamos en un entorno estable. Pero cuando decimos, como lo hacemos ahora en Reino Unido, que tenemos que llevar nuestro suministro eléctrico de 300 TWh por hora hoy a 600 o 650 para 2050, y descarbonizarlo también, tenemos que dejar que las redes inviertan, y tenemos que dejar que inviertan antes de que exista demanda, porque simplemente toma tiempo. El sistema tiene que estar preparado para hacer frente a esta inversión.

MW: Eso se relaciona con la siguiente área, que es la de la política y las políticas. ¿Qué deben hacer las políticas para tener una posibilidad razonable de acelerar nuestro movimiento hacia un mundo con cero emisiones de carbono?

AT: La respuesta es que las políticas varían según el sector de la economía. Uno de ellos es el sistema eléctrico. Aquí se necesita una visión estratégica. Bien puede llevarla a cabo la empresa privada, pero el gobierno debe decir, en términos generales, que creemos que tendrá que crecer esta cantidad para 2030 y esta cantidad para 2040.

En Reino Unido, sabemos que una gran parte del crecimiento va a venir de la energía eólica marina. También hay que decidir la estrategia nuclear. Hay que ser claros al respecto y hay que utilizar esas estructuras de contrato de precio fijo para al menos una parte del suministro. Hay que utilizar al menos alguna inversión y apoyo gubernamentales específicos. Hay que cambiar el sistema de planeación y permisos. Los desarrolladores privados tienen un papel importante, pero no puede ser suficiente sin una visión.

En el caso de la industria pesada, la aviación y el transporte marítimo, existe un desafío, pero también hay buenas noticias: se trata de empresas con un uso intensivo de energía y, por lo tanto, con un uso intensivo de carbono. Pero el hecho mismo de que tengan un uso intensivo de energía y carbono significa que responderán a las señales de los precios, porque el costo de la energía y el costo del carbono (si lo hay) representarán una gran parte de su costo de producción. Y están dirigidas, a diferencia de los hogares individuales, por gerentes profesionales que se sientan con hojas de cálculo de Excel y calculan el valor actual neto de los cursos de acción alternativos.

Si la industria del acero sabe que en el futuro, si compra carbón de coque y lo coloca en un alto horno, el costo de ese carbón aumentará porque también se enfrentará a un precio del carbono, pensará que seguramente debería invertir la próxima vez en una forma de acero sin carbono.

Entonces, lo crucial es la certeza sobre el precio futuro del carbono o el régimen regulatorio. Sabemos cómo descarbonizar la aviación con combustible de aviación sustentable y sabemos cómo descarbonizar el transporte marítimo quemando amoniaco o metanol. En estos casos, las tecnologías alternativas serán más caras que los combustibles fósiles convencionales. Por lo tanto, cuando pienso en el impacto en los niveles de vida en 2070, pienso en que la electricidad no será más cara que ahora, los vehículos eléctricos serán mucho más baratos que los vehículos existentes, pero la gente pagará más por el transporte marítimo, la aviación y el acero.

Con la aviación y el transporte marítimo, podemos establecer mandatos. Podemos decir que en un momento determinado ustedes, la compañía naviera, tendrá que garantizar que 10 por ciento de su combustible, luego 20, después 30, 40 y, finalmente, ciento por ciento tiene que ser combustible sin carbono. Ahora, podemos calcular un equivalente de precio del carbono “sombra”. Pero es probable que la regulación cuantitativa sea más poderosa que el precio, porque dice directamente a los desarrolladores de amoniaco, metanol o combustible de aviación sustentable que habrá un cierto nivel de demanda para su nueva tecnología en un momento determinado.

Por diversas razones, creo que con el aluminio, el acero, los productos químicos y el cemento, optaría principalmente por la vía del precio del carbono, pero con la aviación y el transporte marítimo, probablemente con una combinación de precios al carbono y palancas cuantitativas.

Y el mayor reto en estas áreas es la coordinación internacional. Si hubiera un gobierno global que simplemente dijera, “Este es mi régimen de regulación cuantitativa y objetivos de precio del carbono establecidos de aquí hasta 2050”, tendría un alto grado de confianza en que veríamos que esto sucedería.

La Unión Europea se está acercando a eso. El sistema europeo de comercio de emisiones se volverá muy, muy estricto en la década de 2030. Comenzará a generar precios al carbono muy superiores a 100 euros por tonelada. Pero creo que uno de los problemas más importantes es cómo lograr una difusión más amplia de los precios al carbono en todo el mundo para aplicarlos en particular al transporte de larga distancia y a la industria pesada.

¿Podrá funcionar mediante lo que yo llamo “unilateralismo más incentivos”? Europa dice que va a tener un mecanismo de ajuste en frontera por carbono (CBAM). Las empresas siderúrgicas chinas e indias pueden decir que esto significa que tengo que descarbonizarme, porque de lo contrario no tendré acceso al mercado europeo. O los responsables políticos chinos e indios pueden decir que si nuestras empresas siderúrgicas van a tener que pagar un precio al carbono en la frontera de la Unión Europea, ¿por qué no imponer el precio al carbono aquí en India o China, para que los ingresos los obtengamos nosotros, no la Unión Europea?

Y soy algo optimista a partir de las conversaciones con los fabricantes de acero indios, los fabricantes de acero chinos y los responsables políticos indios y chinos, de que el “unilateralismo más incentivos” está empezando a funcionar. Pero se aceleraría si los precios pudieran acordarse internacionalmente de alguna manera.

Uno de los grandes problemas en este debate es que, por una serie de razones políticas internas, ha sido imposible lograr que EU se ponga de acuerdo sobre un precio al carbono. Y esa, por supuesto, es la razón por la que Estados Unidos ha optado por la vía de los subsidios en lugar de la vía de imponer un precio al carbono. Pero esto significa que no empecemos por EU. Si Estados Unidos tuviera un precio al carbono que pudiera coordinarse con el de la Unión Europea, será muy favorable.

Tal vez sepas que en 2017 se envió una carta al Wall Street Journal, organizada por un grupo llamado Climate Leadership Coalition, que incluía a republicanos de la vieja escuela, como George Shultz y James Baker, que defendía que un precio a carbono era lo racional. Desafortunadamente, no tuvo ningún impacto en la política estadunidense.

MW: Ahora hay una gran reacción política negativa en contra de las políticas “verdes”, principalmente por las consecuencias distributivas. Las personas más pobres no quieren verse obligadas a comprar vehículos nuevos o instalar bombas de calor. ¿Qué tan peligroso es esto? ¿Y qué cree que se puede hacer para cambiar estas objeciones, y cómo?

AT: Bueno, creo que tienes razón al decir que existen estos importantes problemas distributivos. Incluso si estoy en lo correcto, el impacto en los niveles de vida medidos convencionalmente será, en última instancia, trivial o, de hecho, positivo. Habrá ganadores y perdedores en la transición.

Creo que terminaremos con un transporte por carretera más barato para todos, pero un transporte aéreo más caro: las personas que realizan muchos viajes aéreos se enfrentarán a un impacto en sus niveles de vida que no sufrirán las personas que conducen mucho. Creo que lo crucial es que los gobiernos comprendan cómo funcionarán las consecuencias distributivas y se aseguren de que se centran en manejarlas.

Y déjame darte tres ejemplos. Uno, hay un área en la que el efecto distributivo no es problemático. El acero, el aluminio y los productos químicos tienen un costo ecológico superior, que es significativo en el caso de las ventas entre empresas de, por ejemplo, acero. Pero cuando se llega al consumidor individual, es relativamente trivial: si cuesta 150 dólares más la tonelada fabricar acero sin carbono, el costo del coche que se compre aumentará medio punto porcentual. Y ese costo se reparte de cierta manera proporcional a los ingresos.

Entonces, veamos un segundo ejemplo. En comparación con los vehículos con motor de combustión interna, los vehículos eléctricos tienen un motor mucho más sencillo y, en última instancia, mucho más barato. Pero tienen una batería mucho más cara que un tanque de combustible. Y hasta ahora, la combinación de ambos ha sido más cara para los vehículos eléctricos. Pero en el futuro, las baterías serán más baratas y, por lo tanto, la combinación de motor y batería hará que los vehículos eléctricos sean más baratos que los vehículos con motor de combustión interna.

En China, el costo promedio de los vehículos eléctricos ahora es inferior al de los vehículos con motor de combustión interna. Además, resulta que esto no solo se debe a que los primeros sean más pequeños: un análisis detallado de Bloomberg New Energy Finance muestra que, para coches de tamaño equivalente, los vehículos eléctricos ahora son más baratos que los de combustión interna.

Esto ha ocurrido porque el costo de las baterías se está desplomando, sobre todo, en China. Pero la pregunta que se plantea para Europa es si estamos dispuestos a que la gente común y corriente compre vehículos eléctricos baratos fabricados en China o vehículos eléctricos producidos por fábricas de propiedad china en Europa.

Porque de lo contrario, creo que, a medida que nos acercamos a la fecha de prohibición de los vehículos de combustión interna, por ejemplo, 2030, como planea el gobierno de Reino Unido, nos va a golpear una campaña popular que va a decir que todo esto está muy bien para los ricos, que pueden comprar sus vehículos utilitarios deportivos eléctricos (eSUV) por 40 mil o 50 mil libras, pero ¿dónde está mi vehículo eléctrico para las masas por 10 mil o 15 mil libras? Bueno, el BYD Seagull se vende en China por 9 mil 700 dólares.

¿Cómo podemos afrontar ese dilema? Es un tema crucial, pero también transitorio. Estoy muy seguro de que, en algún momento, los vehículos eléctricos serán más baratos de comprar y de utilizar.

El tercer desafío, mucho más importante, son las bombas de calor residenciales. Creo que algunos de los desafíos se han exagerado. Ahora se pueden tener las llamadas bombas de calor de “alta temperatura”, que hacen circular el agua a unos 60 grados Celsius, de modo que se pueden poner en los radiadores existentes. El argumento de que para tener una bomba de calor hay que aislar, aislar y aislar es exagerado.

Esto nos lleva a la cuestión del costo del capital dentro de los países. Supongamos que, en promedio, cada uno de los 20 millones de hogares de Reino Unido va a tener que gastar, digamos, 10 mil libras, en una combinación de una bomba de calor y algún nivel de aislamiento. Tenderá a ser más para las casas más grandes que para las más pequeñas, pero digamos que ese es el promedio.

¿Cuál es el costo de capital para hacerlo? Para los más ricos, el costo del capital es probablemente la tasa de interés que reciben por sus cuentas bancarias. Para una gran parte de Gran Bretaña media, el costo puede ser el de aumentar su hipoteca. Pero para la Gran Bretaña de bajos ingresos, el costo del capital es el costo de pedir prestado con tarjetas de crédito o con instituciones de crédito aún más caras.

Por tanto, tenemos esta enorme diferencia en cuanto a la asequibilidad. Aquí es donde hay que pensar en la mezcla de distribución. Creo que, francamente, en el extremo superior debería ser a través de recargos en el impuesto municipal, si no se ha mejorado la eficiencia energética de la casa o cosas así. Para la gran franja de la Gran Bretaña media, lo que necesitamos es que nuestros proveedores de hipotecas añadan 10 mil libras a la hipoteca, tal vez con tasas de interés endulzados por algunas garantías gubernamentales a los proveedores.

Y luego, en el extremo inferior, simplemente tendrá que haber dinero y subsidios del gobierno. Y tendremos que hacerlo, y tendremos que encontrar la manera de financiarlo.

Me sorprendería que Rachel Reeves no esté pensando en aumentos significativos en el impuesto especial sobre vehículos para los automóviles con motor de combustión interna. Creo que deberíamos volver a poner la escalera del impuesto sobre el combustible. Y creo que nadie debería tener permitido aterrizar un jet privado en Reino Unido sin ponerle combustible de aviación sustentable o pagar un impuesto igual a la diferencia entre el combustible de aviación sustentable y el combustible para aviones convencional. Y estoy seguro de que hay muchas otras formas de pensar en obtener ingresos fiscales de las personas que tienen una huella de carbono muy alta.

Y la cuarta área es la redistribución global, que ya hemos debatido. Hay algunas fuentes obvias para el financiamiento climático. Aquí hay dos. Primero, para ganar el argumento de los CBAM (Mecanismos de Ajuste de Carbono en Frontera), Europa y Reino Unido deberían decir que todos los ingresos que obtengamos de los CBAM se destinarán al financiamiento climático en países de bajos ingresos. O tomemos la idea que el presidente Ruto de Kenia puso sobre la mesa el pasado mes de septiembre en Nairobi, la de un impuesto global al carbono sobre el transporte marítimo, cuyos fondos se destinarían a apoyar el financiamiento climático en los países de bajos ingresos.

Para mí, es una obviedad absoluta. Por lo tanto, hay áreas en las que podemos empezar a crear fuentes de ingresos que también serán valiosas para impulsar la descarbonización.

MW: Los chinos han destinado recursos a desarrollar una sólida ventaja comparativa en todos estos sectores, y parte de ellos con subsidios. La reacción en este momento está en estos enormes aranceles que Biden, entre todos los presentes, no Trump, impuso a los vehículos eléctricos chinos. Y luego tenemos a Trump entre bastidores. ¿Cómo se desarrolla esto?

AT: En primer lugar, creo que es muy importante distinguir dos cosas: una ventaja comparativa creada por formas pasadas de subsidio, pero que ahora es estructural, de un subsidio actual.

En el caso de la primera categoría, seamos claros: todos hacemos eso. EU obtuvo una ventaja en todo lo relacionado con los circuitos integrados, debido al apoyo a los complejos militares y espaciales en las décadas de 1950 y 1960. Turbocargaron ese desarrollo con dinero del gobierno, que luego impulsó un conjunto de tecnologías que el sector privado pudo convertir en productos rentables.

China hizo lo mismo. China ha desarrollado en cada una de estas industrias lo que podemos llamar “ecosistemas”. Con esto nos referimos a proveedores que compiten con una enorme capacidad que impulsan los avances tecnológicos y el aprendizaje práctico. Cuando se ensambla un panel solar fotovoltaico, se tienen las celdas, pero hay muchas otras cosas diferentes que lo componen: pasta de plata, marcos de aluminio, etc.

Y entonces, cuando se es fabricante de energía solar fotovoltaica en China, se está rodeado de múltiples proveedores potenciales, de los cuales cada uno de ellos es lo suficientemente grande como para lograr economías de escala, y cada uno de los cuales compite con toda la energía con todos los demás. Todo eso crea una enorme ventaja estructural. Además, seamos claros: no solo se trata de bajo costo. Los fabricantes chinos de energía solar fotovoltaica están a la vanguardia de la tecnología solar fotovoltaica. Empresas como CATL y otras están a la vanguardia absoluta de la química de las baterías, etc.

Sí, es probable que los fabricantes de energía solar fotovoltaica que venden paneles fotovoltaicos a 11 centavos el vatio estén bastante cerca del costo marginal de corto plazo, por lo que se puede decir que es algo insostenible. Pero es inferior a los 28 centavos de hace dos años. Puedo decirles: si estuvieran vendiendo a 14 o 15 centavos el vatio, estarían obteniendo utilidades muy grandes. Lo que eso te dice de inmediato es que 70 u 80 por ciento de la reducción de costos en los últimos dos años es estructural, en lugar de vender por debajo del costo de producción.

Entonces, ¿qué hacemos al respecto? Solo tenemos que entender que aquí hay una disyuntiva. En un nivel, Europa y EU deberían aspirar a tener un papel en estas industrias del futuro. Por otra parte, hoy, si decimos que no vamos a comprar paneles solares chinos, aumentaremos el costo de descarbonizar nuestros sistemas eléctricos. Si decimos que no vamos a comprar vehículos eléctricos chinos, aumentaremos el costo (en particular para las personas de bajos y medianos ingresos) de los compromisos de política que hemos asumido.

Tenemos que pensar en una respuesta equilibrada. Y creo que se pueden empezar a definir algunos principios.

En primer lugar, creo que es razonable tener elementos de estrategia industrial que digan que queremos tener algunas de estas cadenas de valor dentro de nuestras economías. Pero cuando se introducen aranceles, hay que hacerlo sobre una base fáctica, en cierta medida en línea con las normas de la OMC, lo que significa tratar de determinar si hay algo que pueda llamarse razonablemente un subsidio actual. No hay que tratar de excluir una ventaja estructural.

Creo que la buena noticia es que, si bien el impuesto de ciento por ciento de Biden sobre los vehículos eléctricos no es en absoluto eso, lo que hizo la Unión Europea sí tiene cierto análisis detrás y ha llevado a una diferenciación entre los distintos fabricantes chinos de vehículos eléctricos. Por lo tanto, está tratando de introducir un elemento de protección arancelaria, pero no a un nivel en el que se intente excluirlos para siempre. Ese es el principio número uno.

Yo diría que el principio número dos es, en términos generales, que importa la ubicación, no la propiedad. Si estas empresas chinas quieren tener fábricas de vehículos eléctricos aquí en Europa, que lo hagan. Después de todo, la industria automotriz de Reino Unido está en manos de los estadunidenses (Ford), los japoneses (Toyota y Nissan) o los indios (Jaguar Land Rover) desde hace décadas.

Y recuerden que la inversión extranjera es una de las formas más eficaces de conseguir transferencia de tecnología. Y creo que en este último año he visto el ejemplo más tonto de política industrial que se dispara a sí mismo en el pie que he visto nunca.

Cuando los chinos se propusieron en la década de 1990 desarrollar una base industrial moderna, utilizaron deliberadamente la inversión extranjera y la transferencia de tecnología para lograrlo. Alentaron a las empresas occidentales a invertir en China. A menudo las alentaron a formar empresas conjuntas. Las sometieron a requisitos de contenido local. Pero a medida que los ingenieros chinos aprendieron las nuevas técnicas, lograron la transferencia de tecnología.

El año pasado hubo una propuesta para una empresa conjunta de transferencia de tecnología entre CATL y Ford. Ford iba a tener el control, Ford iba a poseer la mayoría. Las fábricas donde se iban a construir las baterías iban a ser fábricas de Ford con empleados estadunidenses en ellas, pero se iba a producir una transferencia de tecnología interna desde un país que se ha adelantado a Estados Unidos. Eso se detuvo por la oposición política al nombre mismo, una empresa china de baterías.

Como ejemplo de observar que se tiene una desventaja tecnológica y luego hacer deliberadamente algo que la consolidará para el futuro, no puedo ver nada más flagrante que eso.

MW: Última pregunta. Si analizamos todo lo que hemos discutido, la visión optimista es que la inteligencia y el ingenio humanos han creado una situación en la que los desafíos que enfrentamos tienen solución. Esa es la buena noticia. Pero la mala noticia es que vamos demasiado lento. Y una parte importante de la razón de eso es política. En general, ¿quién cree que va a ganar?

AT: Mira, soy un optimista tecnológico absoluto. A veces lo digo así: si una deidad benévola estuviera por encima de nosotros y enviara un escuadrón de ángeles para robar aproximadamente tres cuartas partes de nuestras reservas conocidas de combustibles fósiles, de modo que solo nos quedara la cantidad que pudiéramos quemar sin peligro, en los próximos 30 o 40 años construiríamos una economía de cero emisiones de carbono en todo el mundo. Y una vez que llegáramos al final, diríamos que esto fue mucho más fácil de lo que habíamos pensado. Eso es lo que creo.

Creo que la política, la de las naciones, la distributiva, la de coordinación de políticas internacionales, significa que llegaremos allí mucho más tarde de lo ideal. Si tuviera que adivinar, sigo pensando que tenemos posibilidades de limitar el calentamiento global a muy por debajo de los 2 grados Celsius. Si quieres apostar, creo que serán 1.8, 1.9 grados Celsius. Pero trato de dedicar gran parte de mi energía a que sea 1.6 en lugar de 1.9. Y entre 1.6 y 1.9 hay mucha gente que morirá de calor extremo en la llanura del norte de la India. Y hay decenas de millones que abandonarán África e intentarán migrar al norte, lejos de la desertificación.

Creo que, a pesar de la política, evitaremos el aumento absolutamente catastrófico de 2.5 o 3 grados Celsius, pero terminaremos en un mundo significativamente más cálido de lo que habría sido si pudiéramos resolver estos problemas políticos. Pero tenemos que tratar de resolverlos lo mejor que podamos.

MW: Muchas gracias. Presentó los temas de una manera que resultará fascinante para nuestros lectores.

Financial Times Limited. Declaimer 2021


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