Es como una recopilación de grandes éxitos que absolutamente nadie quería. La variante Ómicron del coronavirus, identificada por primera vez por los científicos de Sudáfrica, presenta un supergrupo de mutaciones que se han visto de forma variada en Alfa, Beta, Gamma, y Delta, las cuatro “variantes de preocupación” anteriores.
De las 50 mutaciones de Ómicron, más de 30 son en la proteína de la espícula, la “llave” molecular que el virus pandémico emplea para entrar e infectar las células. El número sin precedentes de mutaciones es motivo de preocupación más que de pánico. Solo el tiempo dirá si la última variante resultará ser intrínsecamente más transmisible, causará una enfermedad más grave o evadirá la inmunidad que proporcionan las vacunas actuales, o tal vez las tres cosas.
El ministro de Salud de Israel, Nitzan Horowitz, dijo al Jerusalem Post que “hay espacio para el optimismo, y hay señales iniciales de que los que están vacunados estarán protegidos para esta variante”. Un canal de televisión israelí transmitió ayer afirmaciones no verificadas de que la vacuna Pfizer todavía es muy eficaz para detener la infección con la variante Ómicron y evitar los síntomas graves.
El Dato...50 mutaciones
tiene la variante proveniente de Sudáfrica Ómicron.
Esa perspectiva hace eco de los recientes comentarios de Ugur Sahin, cofundador de BioNTech y desarrollador de la vacuna de Pfizer. El directivo explicó que, incluso si la nueva variante se deshiciera de los anticuerpos inadecuados y pasará a infectar células, una línea de defensa separada, la inmunidad celular, evitaría enfermedades graves.
Un portavoz de Pfizer dijo que la compañía no podía hacer comentarios sobre los datos israelíes no publicados y que la mejor protección contra Ómicron es la inmunización completa (incluyendo la vacuna de refuerzo). El portavoz agregó que la compañía comenzó a trabajar en una vacuna adaptada para Ómicron.
Es difícil de determinar con antelación el grado al que esta nueva variante cambiará el curso de la pandemia, y con razón. Es posible que las nuevas infecciones no hayan seguido su curso, lo que dificulta la evaluación del impacto sobre las enfermedades graves y la muerte. Extrapolar directamente de un país también es arriesgado: los países varían en cuanto a sus factores demográficos, su cobertura de vacunación y las variantes en circulación, así como en los antecedentes de salud y capacidad de atención. Es posible que la genética desempeñe un papel también: los investigadores que dirigen el proyecto internacional Covid Human Genetic Effort, que tiene como objetivo identificar los genes relacionados tanto con la vulnerabilidad como con la resistencia para el covid-19, no descartan la posibilidad de que ese tipo de genes se encuentren agrupados geográficamente.
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La incertidumbre no es excusa para la falta de acción de los gobiernos en el mundo. Los planes actuales del Reino Unido de ampliar y acelerar el programa de vacuna de refuerzo son bienvenidos, dado que la inmunidad está disminuyendo.
También hay una ventana más estrecha para que el mundo aplique las lecciones que aprendimos durante la primera fase de la pandemia. Países, entre ellos el Reino Unido, fueron acusados de no cerrar las fronteras con China con suficiente antelación en la primavera de 2020 y se apresuraron a suspender los vuelos del sur de África. Dado que Ómicron parece que ya se está propagando en el Reino Unido entre personas sin historial de viajes al sur de África, el efecto de las prohibiciones continuas es cuestionable. En 2020, la mayoría de las infecciones de coronavirus del Reino Unido no procedían de China, sino de Europa.
Debería haber un criterio claro para imponer y levantar las restricciones de viajes, que son un mal sustituto, pero llamativo, de la dura tarea del control de la infección de todos los días, vacunar, usar mascarillas, hacer pruebas, examinar, rastreo de contactos y apoyo a los infectados para el aislamiento financiero si es necesario. Tulio de Oliveira, un genetista que contribuyó en la secuenciación de Ómicron, tuiteó su ira por el hecho de que Sudáfrica, que hizo sonar la alarma, aparentemente es castigada por su apertura. Advierte que el país se está quedando sin los reactivos necesarios para continuar con su labor crítica.
La otra lección es que necesitamos vacunar al mundo y controlar la transmisión. Como dice Ravi Gupta, profesor de microbiología clínica de la Universidad de Cambridge, la propagación continua es como “jugársela por el virus” hasta que se saca el premio de una nueva variante que desafíe las vacunas y otro tipo de intervenciones. Todavía no sabemos si la variante Ómicron encaja en el perfil, pero si lo hace, no vamos a ser nosotros los que ganemos.
gaf