Vienen tiempos sombríos para la economía del Reino Unido

La forma de acabar con el aumento en las mercancías es pésima: baja producción y aumento en el desempleo; esto dará paso a la estanflación, una mezcla de débil crecimiento con alta inflación

Una mujer mira alimentos en un supermercado en Londres. Kevin Coombs/Reuters
Martin Wolf
Londres /

Reino Unido está inmerso en un descontento laboral que no se veía desde hace décadas. Esto es visible en los ferrocarriles, el metro de Londres y British Airways. Los profesores y otros trabajadores del sector público pueden sumarse. La explicación de esto es clara: la inflación imprevista genera pérdidas que todo el mundo quiere recuperar. Esto desencadena un conflicto social.

Sin embargo, si la inflación es mala, la cura también lo es. A menos que uno crea que desaparecerá mágicamente, la forma de acabar con el aumento de precios es mediante un periodo de producción por debajo de la tendencia y un incremento del desempleo. Esto será la “estanflación”, una combinación de alta inflación con débil crecimiento que dura algún tiempo y requerirá más de un endurecimiento antes de terminar.

Empecemos por el propio proceso inflacionario: ¿hasta qué punto la inflación es importada y hasta cuánto se debe a un exceso de demanda interna?

En Reino Unido, el nivel de precios de los bienes distintos de la energía y los alimentos ya subió 8 por ciento en los dos últimos años. La cifra comparable en Estados Unidos es 10 por ciento. Sin embargo, en la eurozona solo es de 4.7 por ciento. Esto respalda la opinión de que la dinámica inflacionaria interna de ambas naciones ha sido más fuerte que en gran parte de la región.

En los últimos datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) también se muestra que el proceso inflacionario se generalizó en Reino Unido. Así, la proporción de bienes y servicios con una inflación anual superior a 4 por ciento pasó de 14 a 66 por ciento entre abril de 2021 y abril de 2022. Por último, la proporción de trabajadores desempleados respecto al número de vacantes fue menor en el primer trimestre de este año en Reino Unido que en las dos décadas anteriores. La situación en EU es similar.

La OCDE también pronostica que la inflación general británica seguirá en 4.7 por ciento a finales del próximo año. Entonces, los ciudadanos tratarán de recuperar las grandes pérdidas de su nivel de vida. Esto significa que habrá una fuerte presión para aumentar los salarios. Esta presión se verá reforzada por la creciente falta de confianza en la capacidad o determinación del Banco de Inglaterra para alcanzar su objetivo de inflación. En contra de lo que creen algunos en los círculos de la banca central, los objetivos de inflación no se alcanzan porque sean creíbles: son creíbles porque se alcanzan. Pero si los salarios recuperan terreno respecto al alza de precios pasados (y esperados), surgirá una nueva espiral inflacionaria generada internamente, que compensará en parte cualquier disminución de la tasa de inflación importada.

En resumen, en países como Reino Unido y EU, la economía debe debilitarse lo suficiente como para eliminar el sobrecalentamiento interno y eliminar la probabilidad de una espiral destructiva de precios y salarios.

Esto plantea dos preguntas: ¿qué tan grande será el debilitamiento necesario y cómo se va a llevar a cabo?

Una opinión optimista sobre la primera pregunta es que bastará con retirar un poco del exceso del mercado laboral para eliminar el riesgo de una espiral inflacionaria interna. Esto parece muy improbable. Dada la reducción de los ingresos reales que se ha producido, los trabajadores esperarán y recibirán aumentos salariales de recuperación en cualquier mercado laboral razonablemente sólido. Es probable que el desempleo tenga que aumentar si se quiere limitar esta situación.

La respuesta a la segunda pregunta depende de hasta qué punto esa desaceleración va a producirse de todos modos. Esta opinión señala el impacto de contracción de los precios más altos de la energía y los alimentos, el endurecimiento fiscal (en parte porque los límites de efectivo se resentirán en términos reales), las reducciones del crecimiento del crédito a medida que se deteriora la confianza, la caída de los precios de los activos y la invasión a Ucrania. Así, la economía de Reino Unido se verá obligada a desacelerarse directa e indirectamente, porque el mundo se desaceleró. El pronóstico de la OCDE para Reino Unido para el próximo año es de crecimiento cero.

¿Tendrá que ocurrir algo más que esto para reducir la inflación y que se ubique en el objetivo? Es posible que no, sobre todo si, como parece plausible, el crecimiento real será incluso inferior al que se proyectó para el año que viene. Pero mientras más dure esta inflación, más difícil será recuperar el objetivo. Es posible que el endurecimiento deliberado de la política económica tenga que ser mayor de lo que se espera ahora.

El mercado ahora espera que la tasa de interés a corto plazo del Banco de Inglaterra alcance un máximo de alrededor de 3 por ciento dentro de un año. Esto seguirá siendo una tasa negativa en términos reales bajo cualquier expectativa de inflación posible y parece muy pequeña dada la escala de los excesos de inflación actuales y futuros.

Los bancos centrales ya cometieron  grandes errores, como argumenta Mervyn King. En la actualidad, el Banco de Inglaterra, al igual que otros bancos centrales, espera que un endurecimiento muy modesto sea de utilidad. Si lo hace, será porque la economía se va a desacelerar mucho de todos modos. Se avecinan malos tiempos. La pregunta es qué tan malos pueden ser.


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