La compañía de telemedicina Ro comenzó su vida vendiendo suplementos para detener la caída del pelo y otros medicamentos para problemas que los pacientes encuentran incómodos para discutir en persona. En la pandemia dio un giro para facilitar los servicios remotos de evaluación para el coronavirus. El miedo es aparentemente un punto de venta más efectivo que la vergüenza. Esta semana, la startup de Nueva York fue recompensada con una valoración de mil 500 millones de dólares en una ronda de financiamiento dirigida por General Catalyst, la firma de capital de riesgo cuyas historias de éxito anteriores incluyen Snap, Stripe y Airbnb.
El coronavirus estimuló el desprendimiento previsto durante mucho tiempo de la provisión de atención de salud de EU en el sitio en donde están los pacientes. Para reducir el riesgo de transmisión de virus, se relajó la aplicación de la ley de privacidad HIPAA para la telemedicina. Lo mismo ocurrió con los requisitos para las recetas en persona. El resultado es un enorme salto en la demanda. En una encuesta en EU que realizó McKinsey en abril, se encontró que cerca de la mitad de los encuestados usaban servicios de telemedicina, en comparación con una décima parte antes de la pandemia. Las acciones de Teladoc, la firma de telemedicina que cotiza en bolsa, subieron 155 por ciento desde el inicio del año.
Hasta ahora, la telemedicina es una industria marginal. De acuerdo con los datos de PitchBook, solamente 6 por ciento del total de inversiones en tecnología de atención de salud en EU se destinó a empresas de telemedicina en los últimos tres años. Hay que esperar que esto cambie si la regulación permanece relajada.
El cofundador de Ro, Zachariah Reitano, generó en el espacio de tres años ingresos anuales de 250 millones de dólares.
Mantener el impulso para el sector más general necesitará que los reguladores y las aseguradoras estén de acuerdo en que las visitas virtuales al médico deben durar más que la pandemia. La demanda puede ser alta, pero sin paridad de pago para consultas virtuales, la mayoría de los proveedores tendrán pocos incentivos para seguir ofreciendo el servicio.