Pernod Ricard quiere “volver a conquistar” a los bebedores franceses. Las políticas domésticas fragmentadas han sido más propensas a producir un sonido de romper las copas, y no de un tintineo. Como era de esperar, las ventas a nivel nacional cayeron. El productor de bebidas presentó el miércoles pasado un plan de reactivación. Su objetivo es atraer a un nuevo tipo de consumidor con un convivialité reinventado.
Como con cualquier campaña habrá daños colaterales. Pernod y Ricard habían mantenido operaciones separadas en Francia. Las ventas y la distribución se van a combinar, alrededor de 200 puestos de trabajo se van a eliminar en el proceso. Pernod Ricard insiste en que se trabaja en el plan desde hace mucho tiempo.
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El inversionista Elliott asentirá de acuerdo. El activista estadounidense reveló una participación en diciembre pasado y desde entonces ha pedido reformas. Piensa que los márgenes deberían ser más altos, como los del rival Diageo.
El director ejecutivo, Alexandre Ricard, tiene razón al organizar una escaramuza local. Francia debería llegar a ser una victoria fácil. Las personas con información dentro de la empresa reconocen las presiones externas. La reforma mantendrá tranquilo a Elliott.
Pero Francia se ve envuelta en un choque más grande que la rivalidad de las categorías de bebidas: la guerra comercial de Donald Trump. Washington impondrá un arancel de 25% al coñac, al champán, al whisky escocés e irlandés, lo que afectaría a casi la mitad de las ventas de Pernod Ricard en EU. Jefferies cree que esto reduciría las ganancias del grupo en 2%.