Los dos factores principales que conspiran a favor de un Brexit sin acuerdo son la mala elección de los argumentos por parte de los que quieren detenerlo, y la creencia de que un Brexit sin acuerdo puede detenerse por la pura fuerza de una enmienda parlamentaria.
Los principales argumentos en contra de un Brexit sin acuerdo actualmente parecen ser similares a los que se montaron durante la fallida campaña del referéndum.
Tengan mucho miedo, es el mensaje. Estoy de acuerdo en que un Brexit sin acuerdo es una mala idea. Podría terminar en una tragedia para muchas personas. Tendrá que haber inmediatamente una frontera dura en Irlanda.
Podría ser el final de muchas pequeñas empresas que comercializan con la Unión Europea (UE). Sin duda, ¿es correcto darle a la gente un tiempo suficiente de transición para que pongan sus asuntos en orden? El estatus legal de 5 millones de ciudadanos británicos y de la UE de repente estaría en duda.
La verdadera disrupción no será para el Producto Interno Bruto, sino para las vidas. Las filas desaparecerán eventualmente. Los estantes se llenarán con Prosecco (vino blanco italiano) una vez que los comerciantes averigüen cómo llenar el formulario de aduanas.
La probabilidad de un Brexit duro sigue siendo más alta de lo que la mayoría de la gente piensa. Incluso si Theresa May, la primera ministra británica, se viera obligada a solicitar una extensión del proceso de divorcio del Artículo 50, es poco probable que la UE la otorgue más allá de finales de junio.
En este punto, todos habrán completado sus preparativos para una salida sin acuerdo. La conmoción y el horror, todavía presentes ahora, habrán desaparecido.
Además, no está claro que la enmienda, si se aprueba, se convierta en la ley de la nación a tiempo para el voto significativo. Si el Brexit fuera una comedia, un final adecuado sería que se obstaculice en la Cámara de los Lores. Desafortunadamente, esto es técnicamente posible.
Así que asumamos que ocurre lo peor. ¿Entonces qué pasa? Para el gobierno y el Banco de Inglaterra, la respuesta a corto plazo debería ser igual de directa: trate un Brexit duro de manera similar a como lo hizo con la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008.
La crisis financiera nos enseñó que las economías modernas son relativamente sólidas, siempre y cuando hagamos lo correcto. Las tasas de interés deben caer, la política fiscal debe expandirse y la libra registrará una caída.
Más allá del corto plazo, Reino Unido debería trazar una estrategia inteligente postindustrial. Lo que importa para la salud a largo plazo de una economía es la innovación y la creatividad.
El régimen comercial importa, pero no es el único, ni siquiera es el problema principal. Los productos que se comercializan ahora se basan en la innovación que ocurrió en el pasado. Por supuesto, las invenciones en el futuro terminarán siendo comercializadas, pero el enfoque debe comenzar en lo que genera riqueza.
En este sentido, Reino Unido no actúa con indolencia. El Índice de Innovación Global 2018 ubica al país británico en la cuarta posición, por delante de Alemania y de Estados Unidos.
Alemania está en una posición más vulnerable. Una década de subinversión debilitó el crecimiento potencial. Y el país está perdiendo su liderazgo tecnológico en áreas que solía dominar, como los automóviles.
Después de un Brexit duro, el Reino Unido debería poner el foco en la innovación. Al mismo tiempo, deberá abordar las causas del Brexit, incluyendo el aumento de los niveles de desigualdad, y gestionar el impacto inmediato que una salida sin acuerdo tendrá invariablemente en el país. Pero el principal enfoque estratégico debe estar en el cambio del modelo de negocio, que ha sido una de las razones más profundas detrás de la votación del Brexit.
Con el mercado único de servicios financieros, Reino Unido se convirtió en el centro económico de la zona euro. Era un nicho rentable, pero en el proceso, la economía británica se volvió demasiado dependiente de las finanzas.
Los economistas políticos saben desde hace mucho tiempo que los intereses arraigados impiden que los países transformen sus estructuras industriales. Hacen falta conmociones para que eso suceda, razón por la cual Japón y Alemania prosperaron después de la Segunda Guerra Mundial.
No hay razón para pensar que Reino Unido no debería prosperar, incluso después de un Brexit duro. Nadie justificaría la Segunda Guerra Mundial en términos de fortuitos efectos económicos de la posguerra. También sería incorrecto justificar un Brexit sin acuerdo con el argumento de que le daría al país la oportunidad de realizar cambios que, de otro modo, no podría haber hecho. Mark Carney, el gobernador del Banco de Inglaterra, tiene razón. Habrá algunos efectos positivos. Dicho esto, un Brexit sin acuerdo sigue siendo una muy, muy mala idea.
YVR