En medio de la pandemia hay emprendedores que no paran, es el caso de Janeth Bustamante y su esposo José Luis Quiroz, dueños de “Tamales Mi Tierra”, un negocio que inició en abril de 2019 al sur de la ciudad de Puebla, que en 2020 se expandió con dos puntos de venta y este 2021 sigue con el crecimiento.
Antes del confinamiento los clientes asistían a los puntos de venta en Xilotzingo y Huexotitla, pero tuvieron que suspenderlos y adaptarse solo al servicio a domicilio. Ante esta situación decidieron ver el lado positivo “el servicio a domicilio nos ha permitido crecer y la tecnología expandirnos”, afirma Janeth.
Actualmente ofertan 16 sabores para todos los gustos, destacando el de cochinita pibil, cambray, oaxaqueño de mole negro, chicharrón, chipilín, verdolagas con cerdo y queso y de chocolate oaxaca con crema. Lo que los hace únicos es que son tamales tradicionales hechos con ingredientes y recetas originales de los estados de Chiapas y Veracruz.
“Nuestros tamales no son gruesos, es poca masa y mucho relleno, son tamales de 250 gramos y los tamaños varían de acuerdo al sabor, pues los hay de 15 a 25 centímetros.
“El más vendido es el de cochinita pibil y el más gourmet que tenemos es el cambray, éste es el más complicado de hacer, es muy poca masa pero con un relleno de plátano macho frito, huevo cocido, aceitunas, alcaparra, carne molida, pasas y especias. A quienes les gustan los Chiles en Nogada: amarán el tamal de cambray” expresa Janeth.
El tamal tiene tres etapas: la elaboración de la masa, cocinar los guisos y preparar el tamal, además de las tres horas en que tardan en cocer. Janeth comenta que cuando inició este negoció sólo vendía 60 tamales, pues los cocinaba en una olla que le heredó su mamá Zarifa Abdala. Al contar esta historia mira con nostalgia el traste. Ahora tiene varias ollas vaporeras que le permiten elaborar hasta mil tamales.
El día de La Candelaria es una fecha fuerte para su negocio, reciben pedidos desde dos días antes, ya que hay quienes realizaban, antes de la pandemia, una tamaliza con los amigos, en la oficina y con la familia. Por ello, José Luis organiza sus rutas de reparto para llegar a las casas de manera puntual con los tamales calientes.
“Nos ha tocado ir a dejar pedido a Tlaxcalancingo, Central de Abasto, Casa Blanca, las Cholulas, el centro de Puebla, San Francisco Totimehuacán y a donde nos pidan por redes sociales, llamadas o mensajes vía WhatsApp: vamos. Aunque si fuera un pedido a otros municipios como Atlixco si tiene un costo extra al servicio básico” comenta José Luis.
Este 2021 pese a los pronósticos reciben pedidos a diario, siempre con nuevos clientes, por ello confían en que este 2 de febrero tendrán una demanda de 3 mil tamales, pues esperan triplicar la cantidad del 2020. Incluso, ya recibieron por paquetería los ingredientes como hojas de chipilín de Veracruz, pasta de mole de Oaxaca, y chile simojovel de Chiapas. Gastan un poco en paquetería pero su objetivo es dar a los paladares el sabor original.
“Mi mamá era chiapaneca y en las fiestas hacía sus tamalitos, cuando vivíamos en Veracruz, porque mi papá es de allá, ella preparaba tamales en los cumpleaños y había gente que quedaba fascinada y le encargaba. Cuando venimos a vivir a Puebla pusieron una cocina de comida corrida y de repente hacían tamalitos de Cambray y volaban. Luego mi esposo y yo decidimos poner un negocio y quisimos hacer tamales, además teníamos la receta de mi mamá e hicimos realidad su sueño, ella hubiera querido hacer esto de manera más formal y por eso nos animamos.”
Aunque hace dos años esta tamalería inició con una pequeña olla de tamales y una mesa, con el tiempo fue creciendo, y hoy toda la planta baja de su casa fue adaptada, cuentan con un área donde se cocinan los guisos, otra de envoltura y otro espacio de parrillas y ollas. Pues el concepto de preparación que manejan es muy artesanal. Incluso la masa no es de harina es de nixtamal, no usan agua sino caldos.
El nombre de este negocio tiene su historia, confiesa Janeth:
“Siempre que mi mamá decía a sus clientes de la cocina económica tengo tamalitos, éstos le preguntaban ¿de rajas y de mole?, pero mi mamá contestaba: no, son tamales de mi tierra, entonces de allí sacamos el nombre”.
Pese a la pandemia este negocio crece, pues cada día recibe pedidos de 3 clientes nuevos y de clientes antiguos, quienes incluso recuerdan a doña Zari, pues Janeth heredó su sazón y entusiasmo.
AFM