Por: Héctor Mayani
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
Hay sectores de la sociedad que no han dejado de trabajar. Sectores que, en estos tiempos tan difíciles y de tanto riesgo, no solo no han dejado de trabajar, sino que se encuentran más activos que nunca, cumpliendo con su trabajo a marchas forzadas. Uno de ellos es el sector médico y científico. Personal de enfermería, médicos especialistas en infectología, en neumología, en cuidados intensivos, en medicina transfusional, en virología; científicos expertos en epidemiología, en biología molecular, en genómica, en microbiología, en inmunología. Todos ellos trabajando 16 horas al día. Muchos de ellos atendiendo a las personas enfermas, parados sin descanso junto a los pacientes, inyectando, intubando, monitoreando, o, simplemente, consolando. Otros, tratando de entender el comportamiento de la enfermedad a nivel poblacional, sus cinéticas de crecimiento y expansión. Algunos tratando de caracterizarla a nivel molecular, secuenciando el genoma del virus, analizando su estructura por microscopía electrónica, caracterizando la manera en que este diminuto agente se une a los receptores moleculares que hay en las células del tracto respiratorio.