Por: Aramis Olivos Ortiz
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
A finales del siglo pasado surgieron tendencias orientadas a contrarrestar los efectos del modelo económico lineal, caracterizado por el ciclo de tomar-usar-desechar recursos e insumos aparentemente inagotables. Esta práctica resultó en una creciente demanda de recursos y en la acumulación de residuos causando daños ambientales y sociales inconmensurables. En respuesta a estas prácticas, surgieron diferentes propuestas que prometían cambiar la voracidad de nuestro modelo económico, como la economía verde, la economía azul y los bonos de carbono. Sin embargo, estas propuestas han enfrentado desafíos significativos en su camino hacia un cambio real y sostenible. Décadas después de su concepción, es evidente que no hemos logrado realmente una economía global que refleje reducciones significativas en las emisiones de gases de efecto invernadero, un uso eficiente de los recursos y una inclusión social efectiva.