En amoroso recuerdo de la compositora Coral Mesina.
El reemplazo del conjunto escultórico de Cristóbal Colón por una estatua dedicada a la mujer indígena se inscribe en el contexto del revisionismo histórico que promueve el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sin duda, es plausible reivindicar el papel de las mujeres indígenas al dedicar una escultura en algún destacado lugar, pero tan loable acción no debería ocurrir en detrimento de un monumento declarado histórico que ya existía desde 1877, representativo de una época finisecular del México porfirista.
En esa época, se planeó que el grandioso Paseo de la Reforma tuviera una unidad, un hilo conductor para honrar a nuestros héroes, en sus glorietas y aceras, con monumentos representativos de la historia nacional, desde Cuauhtémoc hasta Colón; desde los insurgentes, en la columna de la Independencia, hasta los liberales.
El homenaje escultórico a Benito Juárez estaba previsto en alguna glorieta de Reforma, pero finalmente se instaló en el hemiciclo en la Alameda, por disposición de Porfirio Díaz.
El escritor Francisco Sosa propuso que cada estado enviara dos esculturas de sus hijos ilustres, de tal manera que toda la República estuviera representada a lo largo de los camellones del paseo.
Las estatuas de los liberales tienen una secuencia ordenada y una calidad homogénea, algunas esculpidas por Enrique Alciati, autor de la Victoria Alada que corona la columna de la Independencia. Qué ironía, un italiano es el autor del símbolo más conocido de la Independencia, mientras que un español, Jaime Nunó, es el autor de la música del Himno Nacional Mexicano.
El ilustre historiador Silvio Zavala se preocupó por restaurar la visión original que incluía dedicar una glorieta al Virreinato, ante las ocurrencias de poner una Diana Cazadora, sin ninguna relación con la historia nacional, y cuyas partes pudendas mandó cubrir la esposa de Manuel Ávila Camacho.
Carlos Martínez Assad escribió la estupenda obra La patria en el Paseo de la Reforma, indispensable para conocer la visión republicana y liberal sobre la famosa avenida neoclásica y moderna.
Al sustituir la escultura de Colón, estando ya presente la de Cuauhtémoc, símbolos de nuestra cultura hispánica e indígena, ambos indisolubles de nuestra identidad nacional, no solo se afecta el equilibrio escultórico, sino que se recurre a una visión maniquea de la historia, como un instrumento político.
La nación mexicana fue concebida hace cinco siglos en la Conquista, gestada durante 300 años en el virreinato y alumbrada hace 200 en la Independencia.
La nación comenzó en el siglo XIX con un lento desarrollo equivalente a la infancia, continuó en el siglo XX en la etapa adolescente y, cuando en el XXI parecía que finalmente iba a transitar de la juventud a la madurez, existe el absurdo de retroceder al pasado, cuando lo importante es enfrentar unidos el presente.
Por lo pronto, dejen a Colón en paz y acordemos por medio del diálogo el futuro de la nación mexicana que queremos, sin rencores ni complejos.
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@AGutierrezCanet