En México, desde el 27 de octubre comienzan las festividades dedicadas a la memoria de quienes ya no están. El primer día está dedicado a las mascotas que nos dejaron, seguido por el Día de Todos los Santos (1 de noviembre, que se dedica a niños y niñas fallecidos) y el Día de Muertos (2 de noviembre, para adultos que ya no nos acompañan). Estas fechas nos invitan a recordar con amor, celebrar la vida y aceptar la muerte no como un final, sino como una transición hacia otro espacio.
Estas tradiciones tienen sus raíces en la fusión entre las creencias indígenas mesoamericanas y la religión católica traída por los españoles. Las civilizaciones prehispánicas concebían la muerte como parte natural del ciclo de la vida, y sus rituales honraban tanto a los vivos como a los muertos. En este contexto, las almas visitaban a sus seres queridos una vez al año, y los vivos les preparaban altares con sus alimentos y objetos favoritos recordándonos que la muerte no tiene que ser temida, sino celebrada con cariño.
Esta forma de mirar la muerte tiene mucho en común con el mensaje del cuento El pato y la muerte de Wolf Erlbruch. En él, la muerte no es un ser tenebroso, sino una figura serena que acompaña al pato durante su vida, esperando pacientemente el momento en que este termine su camino. En un momento del cuento el pato le pregunta: “¿Vienes a buscarme?” y la Muerte responde: “He estado cerca de ti desde el día que naciste... por si acaso”. La historia nos muestra que la muerte siempre está presente, nos ha acompañado, conoce nuestros miedos y nuestros gozos pues de ello se valdrá para hacer de nuestra transición de un lugar a otro lo más placentera posible. La muerte, en lugar de ser vista como una amenaza, la debemos ver como una compañera de vida que nos ayuda a valorar el presente y que está esperando “…por si acaso.”. Al final del grandioso cuento de Erlbrunch, el pato acepta su destino con paz y sin miedo, y nosotros, como lectores, nos quedamos con la reflexión de que aceptar que la muerte es una fase más del ciclo de la vida, en realidad nos lleva a vivir mejor.
Esta perspectiva nos invita a preguntarnos: ¿por qué evitamos hablar de la muerte? Nos da miedo platicar sobre el tema en familia, con amigos, con los niños. En México, tenemos un regalo cultural que nos permite acercarnos a este tema de manera natural y hasta festiva, ¡aprovéchalo!. Recomiendo incluir a los más pequeños en estas conversaciones pues no solo los ayuda a desarrollar una visión más saludable sobre el ciclo de la vida, sino que también nos brinda a todos mayor tranquilidad para vivir con plenitud y aceptar las pérdidas a las que inevitablemente nos enfrentaremos en algún momento.
Existen herramientas valiosas para abordar este tema con los niños de manera amorosa y significativa. Películas como Coco, de Disney y Pixar, rescatan la tradición del Día de Muertos, mostrando cómo el recuerdo y la conexión con los seres queridos pueden trascender generaciones. Con los niños jamás se trata de asustar, sino acompañar a transformar el miedo en aceptación.
Hablar sobre la muerte, lejos de ser algo sombrío, nos acerca a la vida. Nos anima a amar más, a ser agradecidos con el tiempo que compartimos, y a vivir sin miedo al futuro. En este sentido, las tradiciones mexicanas del Día de Muertos son una invitación a celebrar la vida. Así que esta semana de festejos, te invito a recordar a quienes ya no están: mascotas, seres queridos, gente que admiraste en su tiempo aquí. Y también te invito a que celebres la vida de la que hoy gozas ya que el presente es el único lugar que tenemos para vivir mejor.