Ojos-corazón- mente-acción

Ciudad de México /

En nuestro día a día, tomamos innumerables decisiones, muchas de ellas relacionadas con nuestra alimentación. Pero, ¿cómo podemos saber si estamos tomando las más adecuadas en cada momento? Una doctora que admiro, la española Marian Rojas Estapé, explica en uno de sus podcasts que, para tomar decisiones correctas, debemos pasar por varias etapas: la percepción, que representa nuestros sentidos (como los ojos); la emoción o sensación, simbolizada por el corazón; la lógica o coherencia, representada por la mente, y llegamos a la acción, que es la decisión final que tomamos.

Es importante que nuestras decisiones alimenticias transiten de manera equilibrada por estas etapas: ojos-corazón-mente-acción. Saltarse alguna de ellas o quedarse estancado en una puede llevar a consecuencias poco saludables, como veremos a continuación.

La percepción es el primer paso: nos proporciona información tanto sobre nuestro ambiente interno (el cuerpo) y externo (los alimentos). Antes de cada comida, es útil preguntarnos: ¿tengo hambre o es solo un antojo? Ninguna respuesta es incorrecta, pero es crucial identificar lo que realmente necesita nuestro cuerpo para poder seguir el proceso de manera adecuada. La percepción incluye lo que vemos y cómo lo interpretamos: ¿nos apetece lo que está en el plato? ¿Nos atrevemos a probar algo nuevo? ¿El aroma del alimento nos atrae o nos advierte que podría estar en mal estado? La percepción es información que debemos filtrar por la emoción y la mente.

Alfredo San Juan

La emoción entra en juego al reconocer cómo nos sentimos al consumir ciertos alimentos o bebidas. ¿Te sientes revitalizado o, por el contrario, sin energía? ¿Sabes identificar cuándo te has saciado? La comida indudablemente nos proporciona placer, pero ese placer puede llevarnos a caer en excesos, sobre todo al intentar llenar vacíos emocionales, lo que puede resultar en patrones poco saludables, como comer en exceso o alcoholismo. Es fundamental no dejarnos llevar solo por la emoción, debemos filtrar nuestras decisiones a través de la mente con lógica y coherencia.

La mente aporta el aspecto lógico y coherente en nuestras decisiones alimenticias. Nos permite evaluar qué tan beneficioso o perjudicial puede ser un alimento, comprender sus propiedades nutricionales, su impacto en nuestro cuerpo y reconocer cuándo algo, aunque placentero, puede dañarnos si lo consumimos en exceso. Sin embargo, centrarse exclusivamente en la lógica, ignorando cómo nos sentimos, puede llevar a trastornos de la conducta alimentaria. Por ejemplo, alguien podría evitar consumir algún alimento porque escuchó que “es malo” pero si al consumirlo no percibe algún daño, esa restricción podría ser innecesaria e incluso perjudicial para su bienestar emocional.

Finalmente, la acción es el momento de tomar decisiones basadas en lo que has percibido, sentido y pensado. Sin embargo, cuando estamos bajo estrés, a menudo actuamos en automático, saltándonos la lógica y la emoción, lo que nos lleva a comer de forma desequilibrada. La acción debe estar alineada con lo que realmente buscas para tu salud y bienestar, por lo que no debe realizarse sin antes haber pasado por todas las etapas de la toma de decisiones.

Por tanto, para vivir más y mejor, te recomiendo equilibrar tu percepción con tu emoción, lógica y acciones. Este enfoque no solo se aplica a las decisiones alimenticias sino a todos los aspectos de la vida: tus relaciones, tu trabajo, tus finanzas, etcétera. Nunca olvides el orden: ojos-corazón-mente-acción. Ponlo en práctica y verás que tus decisiones finales estarán más alineadas con tus objetivos de vida. 


  • Ale Ponce
  • Experta en ciencia e investigación de la nutrición con destacadas habilidades en el campo de la nutrigenómica y los alimentos funcionales. Vasta experiencia en el área de nutrición clínica y administración educativa. Publica su columna Vive más y mejor todos los lunes.
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