Véalo usted, si así lo quiere, como ecos de la FIL Guadalajara recién celebrada, pero las conversaciones con algunos autores supremos y colegas periodistas expertos en literatura evocan lecturas a las que se vuelve a partir de expresiones, anécdotas y vivencias. Por eso estos días esas recuperaciones han pasado de las páginas sobre el infortunio de la amistad, de Carlos Fuentes, a las de la creación y la locura de Fernando Pessoa.
Con algo de certera crueldad nos recuerda Fuentes aquella cita de Byron sobre que la amistad es, tristemente, el amor sin alas, y cuán cierto es que el amor rara vez se convierte en amistad, para complicar todo con la fórmula de William Blake: “tu amistad me hiere demasiado”. Aprendamos a gobernar el orgullo de ser jóvenes, dice el autor de En esto creo (Alfaguara, 2009), porque un día no lo seremos y necesitaremos, más que nunca, a los amigos.
Pessoa desconfiaba de algunos amigos y por eso puntualizaba sobre algunos temas de su interés sin temor a polemizar. Sobre la inspiración, por ejemplo, decía que un sentimiento vago e indefinido puede ser el tema que inspire un poema, un cuadro o una partitura, porque una gran parte de los sentimientos inspiradores de los artistas es indefinida y vaga, pero emocionalmente cada uno es claro y el arte consiste, por eso, en la sustitución de la inteligencia por la emoción. Independientemente del método que use, un artista sano se descubre por un detalle: vuelve lúcida la idea, por vaga que ella sea.
Con palabras similares se expresó el francés Pascal Quignard, en la FIL 2023, cuando sostuvo en entrevista con un servidor que el arte se dirige a las emociones y nada más.
En Escritos sobre genio y locura (Acantilado, 2013), el portugués va más allá y provoca: “He oído preguntar, ¿qué es un poeta normal? La respuesta es sencilla: un poeta normal no tiene sentido. El mismo hecho de ser poeta excluye la normalidad. Ningún hombre normal, ningún hombre ordinario es un poeta. Entonces, dirán, ¿qué es la normalidad, la sanidad en un poeta, si no existe sino una normalidad o una sanidad comparativa?”.
No queda por ahora más que desearle, estimado lector, un mejor año en 2026. Nos leeremos desde este espacio que está cumpliendo ya 25 años. ¡Salud!