La luz que imaginamos

  • La pantalla del siglo
  • Annemarie Meier

Jalisco /

Desgraciadamente no es frecuente que el cine de la India encuentre el camino a la cartelera mexicana. A pesar de ser al país con la mayor producción de películas del mundo, 15 000 salas de cine y un público de dos millones de espectadores diarios, muy pocos filmes se distribuyen en el extranjero. Esto se debe en gran parte a los distintos idiomas que se hablan en los filmes y al hecho de que la mayor producción industrial, el cine de Bollywood, realiza películas con estructuras e historias tradicionales, basadas en leyendas y mitos regionales, con secuencias musicales y actores de gran popularidad que forman parte de un aceitado y lujoso star system.

El filme independiente de India que sí suele llegar a los grandes festivales europeos muy pocas veces encuentra el camino a las salas de cine. En México pudimos conocer la trilogía de Apu de Satyajit Ray con Pather Panchali (1955), Aparajito (1996) y Apur Sansar (1959), la trilogía de los elementos de la realizadora Deepa Metha con Fuego (1996), Tierra (1998) y Agua (2005) y, entre algunos otros, el filme RRR de S.S. Rajamouli (2022). Obras inolvidables que se siguen proyectando en México.

Seguramente se deba a la Palma de Oro del Festival de Cannes 2024 que La luz que imaginamos (All We Imagine as Light) de Payal Kapadia haya llegado a nuestra cartelera. El filme empieza con un “personaje” que atraviesa todo el filme: La metrópoli Mumbay, centro financiero e industrial de cerca de 15 millones de habitantes compuestos por muchas etnias, religiones, idiomas, y migrantes cuyas diferencias sociales reconocemos en un travelling por las calles nocturnas con puestos de venta, cargadores de mercancías, todo tipo de vehículos y una voz en off que comenta “Vivo en esta ciudad desde hace 23 años y no la puedo llamar mi hogar. Tengo la impresión de tener que abandonarla en cualquier momento”. A bordo de un tranvía atiborrado de pasajeros viaja la protagonista Prahba (Kai Kusruti) que viste un Sari y baja del transporte para dirigirse al hospital en el que trabaja como enfermera. Prahba cuyo marido abandonó el país poco tiempo después de la boda para trabajar en Alemania, comparte su departamento con la joven Anu (Dyvia Prahba), también enfermera, y Parvaty (Chahya Kadam), la cocinera del hospital que, como viuda, perdió su departamento. Al narrar el día a día de las tres mujeres de distintas edades, condiciones personales, familiares y laborales, la película arma un fresco de vidas femeninas en la India de hoy.

El estilo cercano al documental y la empatía con la que el filme observa a cada una de las tres mujeres nos involucra en su condición y conflictos. Prahba sufre por no tener noticias de su esposo pero como mujer casada no se permite la libertad de aceptar una relación con otro hombre. Anu está enamorada del joven Shiaz pero tiene que mantener su relación en secreto ya que su familia no aceptaría que tuviera un musulmán como pareja. Parvaty por su lado sufre de la discriminación social por ser viuda. La luz a la que alude el título del filme tiene que ver con la transparencia de las tres mujeres, la solidaridad del trato entre ellas y las luces nocturnas de la ciudad que, como las de un circo, atraen la mirada del espectador. El término luz, sin embargo, también tiene que ver con los momentos de poesía con las que nos atrapa el filme a pesar de las condiciones difíciles en las que viven las tres mujeres.


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