'Los lobos' llegan a Guadalajara

Ciudad de México /

Creada en 2019 y después de pasar por Corea del Sur, Berlín y unas pocas exhibiciones en el FICG de Guadalajara, la película Los lobos de Samuel Kishi llega a las salas de cine del país. El realizador tapatío no es ningún desconocido, sus cortometrajes Memoria viva (2006), Luces negras (2009), Acerca del drama de los calcetines (2010) y Mari Pepa (2011) dan fe del trabajo y desarrollo de un realizador que se nutre de su sensibilidad y experiencias de vida para emocionarnos con filmes  que respiran autenticidad y sabor local al mismo tiempo que construyen temas con valor universal.

Después de su primer largometraje Somos Mari Pepa (2013) que desarrolla los elementos básicos del relato breve Mari Pepa realizado en el barrio de Atemajac, Samuel Kishi emprendió la aventura de integrar recuerdos de niñez en una historia transfronteriza que narra las vivencias de una joven mexicana y sus dos pequeños hijos durante las primeras semanas de haber llegado a Estados Unidos en busca de trabajo y una vida tranquila lejos de su pareja conflictiva. Al desarrollarse casi por completo en un cuarto en Albuquerque, el filme hace la crónica de un proceso de adaptación a una situación de soledad, aislamiento y precariedad, cargada de recuerdos y nostalgia por el país y las personas de las que huyeron.

El pequeño e insalubre cuarto con cocineta y baño que rentan en un inhóspito vecindario de inmigrantes, es el centro del relato. Convertido en estancia, comedor,  dormitorio y cuarto de juego, el espacio – más bien su piso alfombrado – se transforma para los niños Max y Leo (Maximiliano y Leonardo Nájar Márquez) en arena de juego y lucha libre, lienzo para dibujos e imaginación animada y su poca convivencia con su madre Lucía (Martha Reyes Arias). Una casetera les recuerda la voz del abuelo en México, sirve para recordarles las reglas de conducta y las lecciones de inglés. Ventana y puerta al patio de los apartamentos muestran un mundo poblado de migrantes, niños latinos y una pareja de chinos.

Con un guión coescrito con Luis Briones y Sofía Gómez, la cámara de Octavio Arauz y la música de Kenji Kishi, el filme observa desde una perspectiva a nivel de piso los gestos, miradas y acciones de los niños: El amarrarse las agujetas, abrir un paquete de papas fritas, jalar un hilo del pantalón al escuchar el regaño de la madre, son instantes de vida y experiencias importantes. La desesperación de Lucía se observa en el trabajo y el trato con sus hijos, el aislamiento de la pareja china en sus gestos y palabras agresivas, el abandono del vecindario en la violencia de la pandilla de niños y el ambiente del patio. Sólo poco a poco y de manera tímida, observamos pequeños gestos y acciones de comprensión y solidaridad.

La historia de Lucía y sus dos hijos es enriquecida por secuencias de imágenes fijas de todo tipo de inmigrantes que provocan un distanciamiento brechtiano y nos obligan a reconocer que Los lobos narra mucho más que un caso de migración. El filme construye un universo de individuos, parejas, familias y grupos que comparten un espacio -y exilio- en el que se ven obligados a adaptarse para sobrevivir.


Annemarie Meier

  • Annemarie Meier
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