“Nouvelle Vague”

  • La pantalla del siglo
  • Annemarie Meier

Jalisco /

En 1960 la película francesa “Sin aliento” (“A bout de souffle”) del franco-suizo Jean-Luc Godard cambió el cine. Estoy segura de que en su momento los participantes y creadores de lo que se llamaría la Nueva Ola (Nouvelle vague) no estaban conscientes de ello ya que a los jóvenes reseñadores y críticos de la revista “Cahiers du Cinéma” los movía más la rebeldía contra el cine francés de posguerra y sus convenciones que la búsqueda de fama y la pretensión de hacer historia. Entre el grupo de jóvenes colaboradores de la revista, fundada entre otros por André Bazin, estaban Eric Rohmer, Jacques Rivette, Claude Chabrol, Jean-Luc Godard y Jacques Truffaut quienes defendían en sus textos a realizadores del cine de Hollywood como Alfred Hitchcock y Howard Hawks como autores y no sólo directores adscritos a los grandes estudios de EUA. En 1960 Truffaut acababa de realizar su opera prima “Los 400 golpes” (“Les quattre cents coups”, 1959) cuando el franco-suizo Jean-Luc Godard, nacido en 1930, decidió filmar su primera película con muy pocos recursos. El filme revolucionó el cine francés al mostrar la necesidad de una generación de cinéfilos y críticos de cine inspirados por los realizadores del neorrealismo italiano, de hacer cine con los medios accesibles y contar historias cotidianas con temáticas cercanas al espectador.

Sesenta años más tarde el realizador estadounidense Richard Linklater, quien al igual que los jóvenes de la nueva ola busca temas y formas no convencionales para sus filmes, realizó con “Nouvelle Vague” una película que rinde homenaje a los realizadores franceses al mismo tiempo que observa el espíritu rebelde - y bastante arrogante y dominante - de un director como Godard quien hizo su filme contra viento y marea y sin titubear frente a los obstáculos y la resistencia de sus colaboradores e intérpretes. El “making of” de “Sin aliento” ficcionado por Linklater, se basa en datos información y testigos de la realización del filme, muestra el espíritu de la época y observa momentos de la planeación improvisada, situaciones y acciones cruciales y decisivas del proceso de producción y realización. Pero sobre todo, muestra en el personaje de Jean-Luc Godard, perfectamente personificado por el actor Guillaume Marbeck, un hombre tímido pero egocéntrico, exigente y bizarro. Con sus lentes oscuros que esconden su mirada, gestos y palabras bruscas, Godard no despertaba empatía ni admitía sugerencias o críticas. Sin embargo, era creativo y tenía tino para una narrativa fílmica fuera de serie y atractiva para un público que disfrutaba de un tipo de cine que más que contar historias simpáticas, invita a la reflexión. El filme de Linklater no muestra a Godard como teórico y crítico social que escribiría tratados, reflexionaría sobre el cine como manera de pensar y saldría a la calle para hacer un cine revolucionario. Sin embargo, la manera obsesiva con la que el personaje de Godard convierte sus ideas en cine, dan fe de la radicalidad con la que vivió y creó una vasta obra de películas, ensayos y estudios sobre la historia del cine.

Como realizador innovador, tampoco Richard Linklater se contenta con narrar el “Making of” del filme “Nouvelle Vague”. Su mirada crítica descubre no sólo el egocentrismo de un director de cine sino la masculinidad tóxica que marcó el espíritu de la época, la conducta de los hombres y la crítica de las mujeres en los años sesenta del siglo pasado. El filme “Sin aliento” fue un hijo de su época. Recuerdo el final de la película “Rostros y lugares” (“Visages Villages”) de Agnès Varda, en la que la realizadora lleva a un joven fotógrafo y colaborador a conocer a Godard a su casa a orillas del Lago de Ginebra. Tocan la puerta pero Godard no les abre. Agnès descubre un mensaje escrito en la ventana. Lo lee y contesta con otro mensaje. Está decepcionada por la reacción de su amigo de muchos años, pero convencida de que Godard la recuerda y no había cambiado.


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