Pequeñas cartas indiscretas

Ciudad de México /

¡Qué elegante se lee la palabra indiscreta en el título de distribución de la comedia inglesa Wicked Little Letters! En alemán le pusieron Pequeñas cartas sucias y en Francia Scanaleusement vôtre (Escandalosamente suyo o suya). Encontré para wicked las traducciones al español “malvado, perverso, travieso pícaro y de escándalo”. Malvado me parece exagerado para lo que cuenta la película, perverso se queda en la percepción de la época en la que sucedió la historia, travieso y pícaro describirían mejor la película que las cartas agresivas y sexistas a las que el filme hace alusión. El escándalo en el que, según el guionista Jonny Sweet y la directora Thea Sharrock, se basa la película, movió las buenas conciencias inglesas en los años veinte del siglo pasado cuando una soltera piadosa de excelente reputación recibió por correo una serie de misivas anónimas de contenido y lenguaje soez. El hecho llamó la atención de la opinión pública y provocó la acusación y el juicio legal contra una mujer inocente.

La historia y los conflictos de Pequeñas cartas indiscretas enfrentan a dos mujeres y polos distantes de la conducta femenina inglesa a principio del siglo veinte. Mientras en Londres un grupo de combativas mujeres luchaba por el derecho al voto, en la pequeña ciudad costera

Littlehampton de Reino Unido, se desató la persecución por la supuesta autora de una serie de agresivos anónimos. El padre (Timothy Spal) de Edith (Olivia Colman), a la que estaban dirigidas las cartas, denunció el hecho a la policía acusando sin pruebas a su vecina Rose (Jessi Buckley). La desinhibida irlandesa, madre de una hija y pareja de un afable hombre de color, estaba llamando la atención por su conducta poco adecuada para una dama inglesa. La escalada del conflicto, la persecución de Rose y la estrategia de investigación de un grupo de mujeres que se enfrentaron a los prejuicios masculinos, construyen el desarrollo de la trama y arman un rompecabezas de los distintos grupos sociales y políticos que conformaban la sociedad de Littlehampton de principio del siglo veinte.

De manera inteligente – además de divertida – el filme aborda el tema de las convenciones patriarcales, el fanatismo religioso, el racismo, clasismo y la lucha femenina por su papel en la sociedad. Para cada tema el filme se centra en un personaje que defiende el tema: Edith personifica la posición de la mujer educada en la religión, la obediencia y las buenas costumbres, su padre el patriarcado inquebrantable, Rose la mujer liberada de ciertas cadenas pero con la necesidad de protagonismo y sentimientos de culpa, el cuerpo policiaco defiende, desde luego, la persecución de la “libertina”, al igual que la justicia que la acusa sin pruebas. Donde los personajes clisés rompen los límites familiares, sociales y de género, es en la segunda parte del filme. La “mujer policía” Moss (Anjana Vasan), – así les llamaban y tenían prohibido casarse y tener hijos – se rebela contra sus colegas y empieza a investigar por su cuenta. También un grupo de mujeres de edad actúa contra la injusticia y la misma Edith, quien había causado el escándalo, descubre su empatía por la perseguida y se enfrenta a su padre opresor.

Pequeñas cartas indiscretas acaba de llegar a la cartelera tapatía y un espectador exigente podría preguntarse qué actualidad tendría una trama inglesa de hace cien años. Creo que la actualidad no está en la trama sino a nivel individual y social de los personajes y en el cine como discurso que tematiza la persistencia de los prejuicios, el lenguaje y la conducta distintivos entre hombres y mujeres y la represión de los deseos de libertad. El cine inglés nos recuerda una vez más que un drama personal a menudo saca a la luz un problema social.


  • Annemarie Meier
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