Gastronomía, este término que por su etimología significa gastron, “estómago, vientre” y nomos “ley”; pero donde muchos autores toman la definición como “tratado o ley de la correcta comida”, en otros casos mencionan que su origen es el griego, se compone de dos palabras: gaste-gastros: estómago y nemo: yo distribuyo, administro, para mediados del siglo XIX y se le dio la definición de: tratado de la glotonería, término o designio mal planteado, ya que la glotonería es el acto de comer en exceso, sin darle pauta a la comida de mostrar todas sus virtudes, sabor, olor, textura, forma, etcétera, y solió satisfacer el instinto de supervivencia, dejando atrás el arte que conlleva la preparación de los alimentos; aunque al parecer la asociación gastronomía-glotonería siguen ligadas, ya que en cuantiosos casos al representar la gastronomía y todo lo que conlleva, de una manera pictórica o ilustrativa, es a través de un chef con sobrepeso o un imagen que contenga alimentos en abundancia.
Una razón presumiblemente explicativa sería el hecho de que la gastronomía surge del hambre, de este instinto y medio de nutrir al organismo evitando que este fallezca por inanición, y que, cuando el hombre tiene esta necesidad busca como satisfacerla, acto seguido investiga cómo darle una mejor satisfacción, realizando la técnica, involuntaria, de prueba y error, perfeccionando estilo y convirtiendo este suceso como lo conocemos actualmente, un arte.
Un factor de suma importancia es que la mayoría de los términos utilizados en la gastronomía parten del francés, como se explica líneas arriba, tras la revolución francesa Europa quedó impactada, en la expectativa de lo que Francia presentaría al mundo como nueva nación, emprendedora y libre, donde la voz de sus ciudadanos tenía este peso y poder para cambiar a la sociedad que en ese tiempo vivía bajo las normas de la monarquía. Motivo que dio la pauta para que Francia retomara el término “gastronomía” y empezara “la otra monarquía” que tendría como reino todos los aspectos culinarios hasta nuestros días.
Por tales motivos podemos explicar las vastas costumbres de corte francés que realizamos día a día, como por ejemplo el postre al final de la comida, el uso de cubiertos, el consumo de quesos como acompañante en nuestras preparaciones, etcétera, pero que contrapunteado con las tradiciones estadounidenses que nos llegan a través del resto de los productos consumidos en el país como el cine y la televisión chocan y se desvirtúan dando como resultados un embrión de “clase” y delirio magnánimo.
Benjamín Ramírez
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