Todos estamos atentos a la elección presidencial en Estados Unidos, que tendrá repercusiones en el mundo entero: en Taiwán, en Ucrania, en Palestina, en Sudán, en Australia, en México. En el planeta mismo. Esta elección, que afectará a todo el mundo, será decidida en un puñado de condados de siete swing states, sobre todo tres: Michigan, Pensilvania y Wisconsin. A menos de dos semanas de los comicios, aún no sabemos quién tiene más probabilidades de ganar. Es una de las elecciones más cerradas en la historia de Estados Unidos.
Frente al enigma de la elección, muchos, hartos de los medios y los expertos, han dejado a un lado las encuestas para buscar una respuesta en los mercados de predicción, es decir, en las apuestas. Los métodos para predecir al ganador de la elección de 2024 son estos dos: las encuestas y las apuestas. Hasta fines de septiembre, las encuestas mostraban una elección muy cerrada, aunque daban una ventaja de 2 puntos a Kamala, quien estaba también arriba de Trump en las apuestas (con 51 por ciento de probabilidades de ganar contra 49 por ciento de su adversario). Pero a partir del 7 de octubre, las cosas empezaron a cambiar. Las apuestas daban ya como probable ganador a Trump, aunque las encuestas seguían favoreciendo a Kamala. Fue en ese contexto que Elon Musk tuiteó en su plataforma que las apuestas eran “más certeras” que las encuestas. Esta disparidad ha dejado de existir. Ahora mismo, tanto las apuestas como las encuestas le dan una ligera ventaja a Trump. Ayer, Polymarket le dio una probabilidad de ganar del 64 por ciento, aunque con solo 40 por ciento de posibilidad de ganar el voto popular.
Pero el presidente de Estados Unidos, como sabemos, es electo por el voto electoral, no por el voto popular. Aquí en nuestro país, el presidente es elegido por mayoría relativa en un solo distrito que abarca toda la nación. Allá, en cambio, el presidente es elegido por un colegio electoral, constituido por 538 electores que representan a los 50 estados, más la capital, donde el ganador del voto popular en cada estado es acreedor al voto electoral, o sea, a todos los votos que le corresponden al estado, los cuales están determinados por su población. El objeto del sistema es crear un mandato claro incluso si la diferencia entre los candidatos resulta insignificante. Aunque también permite –como ya sucedió en la historia del país: en 1824, 1876 y 1888, y en 2000 y 2016– la posibilidad de ganar el voto popular y perder el voto electoral, determinante para obtener la presidencia.
Encuestas y apuestas. ¿Cuál de las dos tiene más poder predictivo? Las encuestas subestimaron el voto por Trump en 2016 y 2020. En 2016 tenían a Hillary Clinton tres puntos arriba, y ganó Trump. En 2020 tenían a Joe Biden ocho puntos arriba, y perdió Trump, pero por un margen menor. Pero las encuestas fueron notablemente certeras en 2022, durante las elecciones intermedias. “La discrepancia más común entre las apuestas y las encuestas es que las apuestas tienden a favorecer a quien va abajo”, dice Robert Erikson de la Universidad de Columbia. “Anticipan por lo general una volatilidad mayor a la que la historia demuestra en las preferencias de los votantes entre el momento de apostar y el momento de votar”.