París es la única ciudad en el mundo que ha sido tres veces sede de los Juegos Olímpicos. Los de 2024 fueron celebrados ahí en recuerdo del cien aniversario de los de 1924, que a su vez fueron celebrados ahí en recuerdo del treinta aniversario del Congreso Internacional de Sociedades Deportivas en París. La ciudad fue la sede también de los Juegos Olímpicos de 1900. Han sido espléndidos en 2024. Fueron grandiosos en 1924. Lamentables en 1900.
Los juegos de Olimpia fueron suprimidos hacia los albores del siglo V como parte de una ofensiva cristiana contra el paganismo de Grecia. Quince siglos después de esa supresión, Pierre de Fredy, el barón de Coubertin, organizó un Congreso Internacional de Sociedades Deportivas en el anfiteatro de la universidad de la Sorbona, en París. Era el mes de junio de 1894. En aquel congreso surgió el Comité Olímpico que aprobó el proyecto de reinstaurar los juegos de Olimpia, las Olimpiadas, en el sitio donde habían nacido: Grecia. Los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna fueron inaugurados el 5 de abril de 1896 en Atenas.
En 1896, al terminar las Olimpiadas, el rey Jorge de Grecia anunció que los juegos serían en adelante celebrados, cada cuatro años, en Atenas. Pierre de Coubertin le respondió en una carta en la que, tras agradecerle sus esfuerzos por hacer posible las Olimpiadas, le comunicó que los Juegos Olímpicos de 1900 serían celebrados en París. Coubertin buscaba integrar las Olimpiadas a las Exposición Universal que sería celebrada, ese año, en la capital de Francia. Quería construir en el recinto de la exposición una reproducción del Altis de Olimpia. Pero no lo quiso Alfred Picard, comisario general de la Exposición Universal. “Esto que me propone usted no puede interesar a nadie”, escribió a Coubertin. “Necesitamos cosas extraordinarias, nunca vistas… Vuestros amateurs no pueden interesar. Nosotros deseamos ver a verdaderos y auténticos deportistas profesionales”. Coubertin adivinó el fracaso que vendría. “Si hubo un lugar indiferente en el mundo a los Juegos Olímpicos”, diría, “ese lugar fue París”. Los juegos fueron al final celebrados en el curso de seis meses, ante la indiferencia de los franceses. No hubo ni ceremonia de inauguración ni de clausura. Fueron un fracaso.
París quiso borrar el fracaso de 1900; lo consiguió por completo en 1924. Participaron 44 países y 3 mil 092 atletas, de los cuales 136 eran mujeres. Fueron los Juegos Olímpicos del gran corredor Paavo Nurmi, el “finlandés volador”, quien ganó cinco medallas de oro en las pruebas de fondo, pero también las Olimpiadas del gran nadador Johnny Weissmuller, con dos medallas de oro, que pasaría a la historia, en la pantalla, con el nombre de Tarzán. Fueron desde luego los juegos que evoca la preciosa película Chariots of Fire, en los que la prueba de 100 metros fue ganada con récord olímpico por el inglés Harold Abrahams, estudiante de la Universidad de Cambridge, y la prueba de 400 metros por el escocés Eric Liddell, pastor protestante que corría con un pantalón largo, célebre por su zancada corta y fea, pero muy rápido, con un corazón muy grande, que al día siguiente de su gran victoria emprendió, como misionero, el viaje a China.