Donald Trump ganó la elección de 2024 con el voto electoral y con el voto popular también. La culpa de su victoria no la tuvo, esta vez, la forma de allá de elegir al presidente. Ganó en casi todos los estados; aumentó su popularidad entre todos los votantes, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, incluso entre los hispanos y los negros, a pesar de ser quien es.
El periodista David Cay Johnston documenta en The Making of Donald Trump la vida del personaje: deudas no pagadas, quiebras en cadena, casinos en bancarrota, clubs de golf a la deriva, evasiones de impuestos, problemas con la ley… Él mismo lo niega, porque miente sobre casi todo, pero los datos no parecen modificar la percepción de millones de votantes en Estados Unidos.
Trump siempre dijo ser una víctima de la élite: todos los juicios en su contra formaban parte de una conspiración de los demócratas y los medios para impedir su regreso a la Casa Blanca, para devolver el poder a los estadunidenses. Convirtió los esfuerzos de la ley en un instrumento para exaltar a sus seguidores. Enfrentaba múltiples juicios, por un total de 91 cargos en su contra, y ganó.
Un intento de respuesta a este misterio aparece en un estudio que acaba de publicar la Universidad de Cambridge. Un 89 por ciento de los votantes de Trump piensa que “los valores y creencias americanas están siendo socavados y las tradiciones más preciadas están amenazadas”. Asimismo, 87 por ciento de los votantes de Trump considera que el empleo en Estados Unidos es “inseguro en estos momentos y la prosperidad futura está amenazada”. En cambio, solo 45 por ciento de los votantes de Harris estaba de acuerdo con la primera afirmación y solo 39 por ciento estaba de acuerdo con la segunda. En otras palabras, los estadunidenses con miedo, que son mayoría, votaron masivamente por Trump. Así lo analiza el Laboratorio de Psicología Política de Cambridge, que trabajó con YouGov en una encuesta de opinión entre los votantes poco antes de las elecciones en Estados Unidos. “La atención de los medios se centra en las cosas que dice Trump, y en si son o no ciertas”, dijo el jefe del estudio. “Nuestros resultados ponen de relieve que parte del atractivo de Trump está en los valores que comunica y en la forma en que consigue responder más directamente a la sensación de amenaza que perciben los votantes”.
Aristóteles sostenía, en su obra sobre la retórica, que un orador, para ser persuasivo, necesitaba una combinación de tres cosas: razón (logos), emoción (pathos) y carácter (ethos). Barack Obama será siempre recordado por sus discursos porque presentaba en ellos a un hombre que tenía inteligencia (logos) e integridad (ethos), pero que también tuvo el poder de conmover los corazones de la gente, porque transmitía emoción (pathos). El pathos domina hoy el ámbito político, mientras que el logos y el ethos desempeñan un papel muy marginal. Nunca fue indispensable ser inteligente para ganar votos, y hoy menos que nunca. En la elección de 2024, Harris ganó el debate a Trump, cuya mediocridad intelectual, comparada con la clarividencia de su contrincante, suscitó sin embargo una especie de confianza en el elector promedio (y mediocre) de Estados Unidos.