Esta semana he estado participando en un proceso de estructuración de un plan de “on boarding” (subida de nivel) que cierta empresa requiere para cuatro personas, enfocado en habilidades gerenciales.
La dinámica ha fluido a velocidades diferentes, porque me he topado con la incertidumbre (de ellos, no mía) de integrar competencias como adaptabilidad, colaboración y, sobre todo, comunicación efectiva.
Independientemente de las competencias duras (técnicas) de un profesionista, hoy es fundamental que los integrantes de una organización cuenten con herramientas para desarrollar (y, según el caso, potenciar) algunas de las habilidades blandas que mencioné.
Y es que, de acuerdo con algunos estudios sobre los requerimientos de los tomadores de decisiones para coordinar eficientemente su trabajo, las llamadas “soft skills” permiten al personal agilizar su interrelación, lo que a final de cuentas acelera la consecución de objetivos, y a la postre, vuelve más competitiva a la organización.
Sin embargo, este enfoque de previsión no siempre está presente en el plan de formación de las empresas, y por eso andamos apurado haciendo planes de “on boarding”.
La anticipación, cuando hablamos de capital humano, es una fortaleza de los departamentos de RRHH, pues al trabajar en programas de suplencia, recorta significativamente las curvas de aprendizaje de quienes asumen nuevos puestos.
Además, deberían tener otros dos programas: uno de tutoría, centrado en las buenas prácticas del puesto, y otro, de coaching, enfocado en el desarrollo personal, gestionado con el apoyo de un externo, para evitar aquello de la ceguera de taller.
Te recuerdo que las organizaciones son lo que son por su gente. Invertir en ellos siempre será una excelente decisión; te sorprenderás por los resultados. ¿Platicamos?