El fin de semana estaba viendo uno de los partidos de futbol americano (NFL is back!) y pude apreciar una de esas jugadas que te hacen saltar del sillón: un touchdown de fantasía, gracias a una extraordinaria demostración de habilidad del receptor.
Mientras seguía emocionado con las repeticiones, un amigo tuvo a bien comentar: “Pues qué bien lo hizo… pero esa es su chamba, ¿no?”
Dos segundos antes de que le tirara una cerveza por la cabeza, mi cerebro reaccionó y dijo “¡Hey, relájate…él tiene razón!”
Ya que lo pensé varias veces, dije “¡claro que tiene razón!” Por muy surreal que se haya visto la jugada, es un reflejo de muchos factores que se alinearon para que el objetivo se cumpliera: tiempo, espacio, fuerza adecuada en el brazo, velocidad, ubicación en el terreno… y atrapar el balón.
Siendo reflexivo como soy, me disocié unos minutos del partido y relacioné la situación al contexto empresarial, específicamente al liderazgo y el trabajo colaborativo.
¿Cuánto se esfuerza un líder por apoyar el desarrollo intuitivo de su personal clave, permitiéndole actuar congruentemente con las condiciones de su entorno?
Según algunos textos, la intuición es un aprendizaje que complementa al conocimiento racional y facilita el desarrollo de la creatividad.
Entonces, cuando una persona desarrolla su intuición, logra reconocer patrones, y actúa anticipadamente según su formación (formal y/o informal) y su experiencia previa, lo que trae beneficios como: disminuir los tiempos de supervisión, mejorar la comunicación, acortar la brecha de resultados, eficientar el uso de recursos, entre otros.
Un programa de formación, interno o externo, orientado al desarrollo de la capacidad intuitiva de ciertas personas, podría generar jugadas extraordinarias en tu organización. ¿Te animas a implementarlo?