La velocidad del jefe es la velocidad del equipo” –Lee Iacocca. El pasado fin de semana tuve la oportunidad de impartir un curso/taller sobre Trabajo en equipo para personal de mando medio de una organización.
Como suele suceder, hubo varios momentos para hacer catarsis sobre lo difícil que es que “la gente jale parejo y con buena actitud”.
Al concluir los comentarios y aportaciones de casi todos, mi remate fue: Si eso les sorprende, es que se han enfocado en dirigir, y no en gestionar.
Convengamos: la organización se mueve gracias a las personas, y los objetivos se consiguen cuando todos hacen su trabajo con efectividad.
Si hay algo en el contexto organizacional que no haga “match” con sus expectativas, se va a crear un conflicto; éste, se soluciona con negociación, no con imposición.
Entonces, ¿cuál es la competencia de liderazgo que entra al juego? La gestión.
Recuerda, gestión es hacer que las cosas pasen, y entiendo perfecto cuando me dicen cosas como: “los de arriba no quieren hablar, sólo quieren que regresemos a trabajar”, “no nos dan soluciones, aquí es pura presión”, “aquí no hay interés, aquí trabajas o te vas”…
Todas reflejan el estado del clima y cultura organizacional (malo, por cierto), y el líder no tiene cómo cambiarlos.
Entonces, ¿qué debe hacer? La actividad primordial de quien lidera equipos es conocer las cualidades de la gente, y demostrar interés por sus expectativas.
Así, puede clarificar las interacciones y prepararse para un posible desacuerdo.
“Uy, ¿entonces también hay que hacerle al psicólogo?”, dijo uno de los participantes. Y no, no hay que llegar a tanto.
El reto, es crear un tipo de mapa que te permita ubicar detonadores de conflictos desde el factor Personas.
¿Quieres que todo fluya? Ataja problemas, ocúpate de las personas. ¿Platicamos?