Gil se convierte en pregonero de: que Andrés, el hijo del Presidente, se incorporará a un cargo de primera línea en Morena. Gamés lo leyó en su periódico El Financiero: Liópez “puso fin a los rumores sobre la próxima participación política de sus hijos y confirmó que Andrés López Beltrán se unirá a Morena para realizar actividades en el partido”. Eso, caramba, la verdad por delante: “Aprovecho para informarles que José Ramón, según me ha manifestado, no va a trabajar en el gobierno, Gonzalo tampoco. Andrés sí, pero no en el gobierno, él va a participar en Morena, quiere ayudar a consolidar Morena. No voy yo a influir en nada, pero él sí quiere participar en Morena”.
¡Consolidar! Mecachis, pero si no puede estar más sólido: mayoría en el Congreso, 24 gubernaturas, una Presidenta electa. Por lo demás, a nadie se le ocurriría pensar que el Presidente intervendría para que su hijo obtuviera un lugar en Morena. Liópez agregó que su hijo Andrés quiere participar en el partido, pero no imponerse, sino aspirar a ser electo. Como debe ser en un partido regido por la democracia. ¿Por qué esas sonrisas?
Nuevo dirigente
Ahora mal sin bien: Joaquín Baños Jiménez, dirigente de Morena en Tabasco, adelantó que Andrés López Beltrán es impulsado por los consejeros nacionales de Morena en Tabasco para que se sume como candidato para ser secretario general del partido. ¡Secretario general! Madre mía. Gil no quiere ser pesado, pero ¿qué hubiéramos dicho si el hijo o la hija de un ex presidente del PRI o del PAN se hubiera convertido en el secretario del partido de su padre? No somos nada, o sí, unos cínicos, desvergonzados. Pues que venga Andy y que Dios nos tome confesados. La mano viene fea, créanle a Gamés.
Gil lo leyó en su periódico MILENIO: Mario Delgado ha sido claro y contundente: “él está en su derecho de participar. Desde muy joven participa en la organización. Es un extraordinario organizador”. Si Gilga fuera el hijo del Presidente organizaría tremendos reventones sin obstáculo alguno. Así los terrenos, (muletilla patrocinada por el licenciado Bartlett), perdón, así se ha emitido la convocatoria para realizar el Congreso Nacional. A pedir de bocas, una boca sería poca cosa. Veremos entonces al hijo del Presidente mover los hilos de Morena y a Mario Delgado adular sin límite al hijo de su jefe. Un grito hizo añicos el silencio del amplísimo estudio: ay, mis hijos, nepotistas, abusivos, descarados.
Otro adiós
Pero esto no es nada, ya nada es todo: Liópez anuncia que su esposa Beatriz Gutiérrez estará en una de sus ‘mañaneras’, precisamente el miércoles 11 de septiembre: “Ella quiere despedirse y también quiero agradecerle porque me ayudó mucho con todo lo del patrimonio, aunque ella continúa dando clases, pero también me ayuda”.
A Gamés lo traen agotado la cantidad de despedidas del Presidente, y ahora también su esposa se despide. Gil se encuentra exhausto. Se trata ciertamente de la primera participación de la esposa de Liópez durante una de las conferencias matutinas. Faltan quince mañaneras, no se desesperen, aguanten, no pierdan la energía antes de tocar la meta.
No problem
Ahora mal sin bien y en otro orden de cosas: en cuanto al peso mexicano, Liópez descartó que a la moneda le afecte la discusión sobre la reforma al Poder Judicial y explicó que su volatilidad se debe a factores externos. “Los empresarios lo que quieren es que haya seguridad, un auténtico Estado de derecho, que haya autoridades fuertes por decisión de los ciudadanos, es decir, una auténtica democracia”, apuntó.
Le preguntaron a Liópez sobre su opinión al respecto de la participación de la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, en las protestas contra la reforma al Poder Judicial, López Obrador aseguró que respeta dichas manifestaciones: “Está en su derecho, como todos los que se oponen a que se reforme el Poder Judicial” y agregó que a pesar de las marchas, es de “dominio público” que en el Poder Judicial hay corrupción y por eso se tiene que limpiar, tal como se hizo en el Poder Ejecutivo. ¿Ejecutivo? Gil no entiende nada de nada, pero, en fin, tampoco importa.
Todo es muy raro, caracho, como diría Quevedo: “no se ganan los hombres con favores sin obras”.
Gil s’en va