Gil cerraba la semana en la oscuridad del pesimismo. Se cumplían cinco años de la pesadilla sanitaria que devastó al país y al mundo: el covid-19. Blanca Valadez ha escrito un resumen escalofriante de esos días negros en su periódico MILENIO.
Gamés recuerda que en esos días, mientras las autoridades de la salud le sacaban el bulto a la tragedia, desinformaban, confundían, mentían, muy principalmente Hugo López-Gatell apoyado por el ex presidente Liópez, los trabajadores de la salud, médicos y médicas, empleados administrativos de los hospitales, salvaron vidas muchas veces a cambio de la suya.
No fueron pocos los científicos que denunciaron la irresponsabilidad criminal del gobierno. Entre ellos, dos personajes tomaron el lugar que el gobierno dejó desierto y en las sombras de la muerte. Ellos fueron los médicos Francisco Moreno Sánchez y Alejandro Macías, colaboradores del libro La ciencia perdida (Cal y Arena, 2023).
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Francisco Moreno:
El 27 de febrero de 2020 se informó oficialmente del primer caso de covid-19 en México. Hubo otros antes. Es probable que no fueran registrados porque, desde un principio, se hizo evidente que la enfermedad nunca iba a ser prioridad para la autoridad sanitaria en este país. La estrategia del gobierno se basaba en tres dogmas: minimizar, ocultar y mentir.
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El plan consistía en no gastar y no invertir dinero en algo que no iba a tener mayor relevancia. Se asumió que la enfermedad sería leve, que no iba a tener el impacto que tuvo. El subsecretario de Salud, y zar del manejo de la pandemia, dijo que era menos grave que la influenza y que habría entre 6 y 12 mil muertes. En un escenario catastrófico, comentó, habría 60 mil fallecimientos. Ahora sabemos que por exceso de mortalidad hubo más de 800 mil muertos.
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Alejandro Macías:
Antes de la pandemia de covid 19 creí haberlo visto todo. Tengo que decir que en mis cuatro décadas de médico he trabajado en México y el extranjero, en instituciones públicas y privadas, ricas y pobres, en condiciones de epidemia y endemia, en funciones operativas y administrativas.
Lo que me faltaba ver era un sistema de salud ideologizado, colapsado y económicamente quebrado, cadáveres, usualmente desalojados de los hospitales con pudor, evacuados sin sigilo, filas de ataúdes en los crematorios y gente de toda condición económica clamando por una cama de hospital o un tanque de oxígeno para aliviar su asfixia. En fin, me faltaba ver una situación social hipercrítica, pero gestionada por ocurrencias, divorciadas del trabajo científico y la evidencia de un gobierno que no tuvo a la salud entre sus prioridades.
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Francisco Moreno:
Ante lo sucedido en Europa y en Nueva York, el gobierno de México decidió realizar una reconversión hospitalaria. Los hospitales se volvieron centros de salud Covid. Algunos, muy pocos, contaron con el equipo adecuado para tratar a los pacientes que llegaban con neumonía grave. Por la naturaleza de la enfermedad se requerían terapias intensivas, especialistas en medicina crítica, ventiladores y equipo de alto tecnología que no estaba presente en la mayoría de los hospitales que fueron reconvertidos para la atención de estos enfermos. El resultado fue un altísimo porcentaje de defunciones por paciente admitido en los diferentes sistemas de seguridad social. Los promedios alcanzaron más del 65% para pacientes atendidos en IMSS y más del 30% para otros hospitales del sector salud, incluyendo el ISSSTE.
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Alejandro Macías:
La pandemia del covid 19 desnudó en México un sistema público de salud enfermo, empobrecido, mal abastecido, con personal mal pagado, con escaso acceso a la capacitación y a equipos de protección personal. Los hospitales trataban de hacer algo en condiciones precarias, de abandono. No sorprende. Con uno de los presupuestos más bajos del mundo, los hospitales públicos no dan para mucho, con excepción de algunos pocos que gozan de presupuestos menos castigados como los institutos nacionales.
Así, los hospitales cedieron con facilidad al ariete de la pandemia, pues además de que su infraestructura era enclenque, sus camas eran escasas y estaban mal equipadas […] En México tenemos sólo una cama en hospitales públicos por cada mil habitantes; en Chile y Colombia la cifra es de 1.6 y 1.7, en España e Italia la cifra es cercana a 2.
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Como todos los viernes, Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el mesero se acerca con la charola que soporta el Grey Goose, materia prima de los Gansos Salvajes, Gamés pondrá a circular las frases de Francis Bacon por el mantel tan blanco: “El cuerpo sano es el hospedaje del alma; el enfermo, su prisión”.
Gil s’en va