Sentimental como es, al cartujo se le anuda la garganta y lágrimas insumisas escurren por su rostro marchito al recordar una anécdota de López Obrador en su conferencia del 9 de septiembre, cuando al comentar la decisión de sus hijos José Ramón y Gonzalo de apartarse de la vida pública y la de Andrés Manuel —Andy para bienquerientes y lambiscones— de integrarse a la próxima dirigencia de Morena, rememoró cómo desde niños los tres vivieron y aun padecieron su entrega a la actividad política. Por ejemplo, cuando Andrés era pequeño llegó un circo a Tabasco, deseaba ir, pero su padre tenía varias asambleas en su agenda y no podía llevarlo. El niño se enojó, lloró y se encerró en su cuarto. Antes de salir de casa, AMLO llamó a su puerta para despedirse, cuando abrió le dijo: “Ya, ya, hijito; ya, mi amor; ya, dame un besito”. La respuesta fue áspera: “Que te lo dé la política”.
En ocasiones, los sacrificios tienen recompensas y a cambio de aquellas contrariedades infantiles, desde la Presidencia AMLO les ha dado a sus hijos —y de paso a todos los demás habitantes del país— un cotidiano espectáculo circense con esforzados malabaristas, funambulistas, escapistas, transformistas, con hombres y mujeres de pasmosa elasticidad, con él convertido en insuperable genio del ilusionismo —y próximamente en ventrílocuo con la ayuda de Andy, en cuyas palabras y decisiones se adivinará la voz del padre, aislado en su finca de Palenque, entregado al estudio y reescritura de la historia nacional.
López Beltrán, a quien pretendió conchabarlo el plegable Marcelo Ebrard con la promesa de crearle una secretaría de defensa de la 4T, es visto desde ahora como probable sucesor de Claudia Sheinbaum, así es el futurismo en el partido del humanismo mexicano, en el cual siempre tienen prisa para seguir trepando en sus ambiciones, particulares y de grupo.
En el incierto porvenir nadie puede asegurar el ascenso de Andy a la presidencia de la República, pero es el indiscutible heredero de quien, desde su presunta soledad, bíblicamente gritará en silencio: “Este es mi hijo amado, escuchadle” (Mateo, 3:17).
Queridos cinco lectores. El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.