La escritura infinita. Conversaciones con Carlos Fuentes (UANL, 2021), de Carlos Rubio Rosell, es un libro para estos días de desasosiego. Entre otras cosas, el escritor habla de los “calabozos verbales” construidos por el poder, con frecuencia no solo aceptados sino replicados por sus seguidores, sin importar si realmente están o no de acuerdo con ellos, como sucede con los embates contra la UNAM emprendidos desde la presidencia de la República.
Atrapados en esa retórica, no son poco los egresados de la UNAM, como Claudia Sheinbaum, dispuestos a unirse al coro de la descalificación con tal de mantenerse en la gracia del primer mandatario. Desde luego, la Universidad debe mejorar en muchos aspectos, corregir errores, pero con su comunidad y sus reglas, no por voluntad de uno de los grandes conservadores de este país, irrespetuoso de las instituciones y la vida democrática, insensible o detractor ante cuestiones como el aborto o el movimiento feminista, incapaz de pronunciarse abiertamente contra usos y costumbres como la venta de niñas en algunas comunidades de Guerrero, de comprender la importancia de las organizaciones de la sociedad civil, de admitir otras maneras de ver el mundo sin incurrir en la burla o el insulto.
De cara al siglo XXI, Fuentes hablaba de la urgencia de reconocernos “como un país pluralista, multiétnico, con grupos sociales que viven en muy distintos niveles no solo económicos, sino históricos y culturales”.
En la debida escala, la Universidad es así: diversa, plural, con diferentes clases sociales y posiciones ideológicas; en eso radica su riqueza, eso lo saben todos, o casi todos. Debería saberlo el Presidente, no solo como exalumno sino también por el apoyo de tantos universitarios a su gobierno y la participación de tantos otros en su administración. Pero, lo sabemos, la gratitud no está entre sus atributos.
Por otra parte, la acometida contra la Universidad es una buena oportunidad para el debate de altura sobre el futuro la educación pública como espacio para el conocimiento, la reflexión y el diálogo y no como arena de intereses sectarios.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio lo colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.
José Luis Martínez S.