El cartujo vuelve con la frente marchita. En el destartalado camión de regreso al monasterio leyó Los valientes están solos (Anagrama, 2023), de Roberto Saviano, una novela sobre el Maxiproceso de mediados de los ochenta en Palermo, donde un valeroso equipo liderado por los jueces de instrucción Giovanni Falcone y Paolo Borsellino —quienes en 1992 serían brutalmente asesinados— reunió pruebas suficientes para llevar ante la justicia a cientos de mafiosos, entre ellos algunos en apariencia ciudadanos respetables insertados en los negocios, la industria o la política, con policías y tribunales a su servicio.
Personaje clave en esta historia fue Tomasso Buscetta, mafioso de medio pelo pero con mucha información a quien los investigadores italianos localizaron y apresaron en Sao Paulo en 1983 —afortunadamente ninguna autoridad brasileña, ningún improvisado y frenético fiscal se negó a colaborar con ellos y así pudieron trasladarlo a su país.
—Si habla, nos toca la lotería —le dijo el juez Falcone al joven fiscal Vincenzo Geraci cuando iban a encontrarse con Buscetta. Y les tocó la lotería para llevar a cabo ese juicio histórico.
Buscetta, imagina Saviano, al estar frente a Falcone: “habla con solemnidad y quiere dar el mayor énfasis a sus palabras, que son la mercancía más cara que tiene”.
Al recordar esta escena, el monje piensa en cómo hablará Ismael El Mayo Zambada ante los fiscales de NY.¿Cuántos secretos guarda y quedarán expuestos sobre las alianzas de políticos con el crimen organizado en nuestro país? Por ahora, la carta difundida por su abogado es una muestra del arsenal del capo: descolocó rotundamente a la fiscalía de Sinaloa y ha puesto a temblar al gobernador Rubén Rocha Moya, arropado por el poder presidencial.
¿Volverá algún día el mandatario sinaloense o algunos otros futuros implicados por Zambada a EU? ¿Sus amigos le prestarán otro avión para viajar oportunamente a esa nación cuando en su estado sucedan secuestros de antiguos aliados y asesinatos de enemigos políticos? Por el momento su coartada parece sólida, a ver si no la derrumban los misiles del Mayo.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.