La fiesta inútil en el INE

Ciudad de México /

El apoteósico recibimiento a Edmundo Jacobo Molina en el Instituto Federal Electoral, los aplausos, los abrazos, las frases retadoras del consejero presidente Lorenzo Córdova festejando la decisión de una jueza de reinstalar a su amigo como secretario ejecutivo del organismo, han ensombrecido aún más el rostro del cartujo. ¿Había necesidad de tanta alharaca? El protagonismo es una maldición en cualquier árbitro; con sus actitudes y declaraciones Córdova y algunos otros consejeros del INE son víctimas de ella y, como los bomberos de Fahrenheit 451, en vez de apagarlos, provocan incendios.

La reincorporación de Jacobo Molina es, sin duda, una victoria para el Instituto. Pero es apenas el comienzo de un sinuoso litigio en el cual más valdría andarse con cuidado. El INE es respetado y defendido por una gran cantidad de ciudadanos, como han demostrado las marchas sin acarreados —esa ingente prerrogativa del partido en el poder—a lo largo y ancho del país, por eso resultan absurdas e incomprensibles las celebraciones anticipadas, las predicciones rotundas y los gestos burlones de Córdova hacia sus adversarios. Eso no se hace, debería saberlo, o quizá lo sabe pero le gana el gusto por los reflectores.

Para Córdova, con la reinstalación del secretario ejecutivo, los “cambios legales, arbitrarios, antidemocráticos e inconstitucionales del llamado Plan B sufrieron su primer revés jurídico, el primero, estoy seguro, de muchos que vendrán en la batalla por reinstaurar el orden democrático y constitucional en nuestro país”. Eso sería lo deseable. Pero ojalá los próximos consejeros del INE no solo sean eficientes y entrones sino también discretos, como lo ha sido hasta ahora la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, quien no ha necesitado declaracione sestruendosas ni responder públicamente a quienes la injurian, entre ellos los mandaderos de Jesús Ramírez en los medios, para cumplir con su trabajo, aunque eso ocasione incesantes pataleos en Palacio Nacional, donde el ocaso aviva el encono contra los adversarios, reales o supuestos, de la 4T.

Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.


  • José Luis Martínez S.
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