La Señora X, como la llaman en Palacio Nacional, soslaya ladinamente la realidad de nuestro país. En su afán por alcanzar la candidatura presidencial de la alianza conservadora, mira el árbol de la confrontación e ignora el bosque de la concordia, del respeto a la ley, a las diferencias, a la competencia democrática, sin insultos ni calumnias, sin simulaciones ni mercenarios en medios y redes sociales, como es evidente para todos, menos para ella.
Por eso conviene recordarle algunos de los irrenunciables principios de la cuarta transformación plasmados en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024.
“Durante décadas —expresa el documento fechado el 30 de abril de 2019—, el cumplimiento de las normas legales fue asumido por los gobernantes como optativo y discrecional. Semejante conducta generó un gravísimo daño a las instituciones y a la moral pública, por cuanto generalizó el ejemplo de la ilegalidad en sectores de la población. En el actual gobierno todos los empleados públicos deberán acatar y aplicar el conjunto de leyes vigentes en el país, en la inteligencia de que solo una autoridad respetuosa de la legalidad puede restaurar la confianza en ella por parte de la población”.
La Señora X debe reconocerlo, sin risas ni escepticismo: la revolución de las conciencias implica, sin excepción, el irrestricto acatamiento de los funcionarios gubernamentales de las normas legales. Y si en la Oficina de la Presidencia no reciben las notificaciones del INE para salvaguardar su nombre de corteses comentarios en las conferencias matutinas, la razón es irreprochable: ejercen del sagrado derecho a tomar vacaciones, como lo ordena la Ley Federal del Trabajo, y en México las leyes se respetan tanto como la división de poderes, como los amparos contra el Ejecutivo o como la información fiscal de los particulares.
La Señora X debería cultivar sus aspiraciones con libertad y alegría, sin cuestionar los valores de un régimen de próceres del derecho como el senador Gabriel García, entusiasta de los carruseles bancarios, o de la veracidad como Elizabeth García Vilchis, sin pecado concebida.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.